SALTO CUÁNTICO: Austeridad significa eso: austeridad.

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Al margen de la ley nada, por encima de la ley nadie.

Benito Juárez

El sistema funciona y funciona muy bien para quienes han sabido utilizar cada recurso y atajo legal para adecuarlo a sus “necesidades”.

José Luis Treviño Flores/ A los 4 Vientos

Todo trabajador al servicio del Estado tiene el derecho de salvaguardar su modus vivendi y dependiendo del encargo, función y/o responsabilidad, las percepciones (algunas) son constitucionalmente legales. Eran de esperarse reacciones antagónicas al plan de austeridad republicana planteada por el virtual presidente electo Andrés Manuel López Obrador.

Los funcionarios llamados de alto perfil se apegan, en el caso de los magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, al artículo 94 constitucional que dice:

“La remuneración que perciban por sus servicios los Ministros de la Suprema Corte, los Magistrados de Circuito, los Jueces de Distrito y los Consejeros de la Judicatura Federal, así como los Magistrados Electorales, no podrá ser disminuida durante su encargo.”  Y si la remuneración es superior al salario del presidente de la República, entonces se contrapone al artículo 127 que versa en el Párrafo reformado DOF-29-01-2016: “I. Se considera remuneración o retribución toda percepción en efectivo o en especie, incluyendo dietas, aguinaldos, gratificaciones, premios, recompensas, bonos, estímulos, comisiones, compensaciones y cualquier otra, con excepción de los apoyos y los gastos sujetos a comprobación que sean propios del desarrollo del trabajo y los gastos de viaje en actividades oficiales.

Ningún servidor público podrá recibir remuneración, en términos de la fracción anterior, por el desempeño de su función, empleo, cargo o comisión, mayor a la establecida para el Presidente de la República en el presupuesto”

No es todo, el artículo en cuestión puntualiza también en su fracción lV:

“No se concederán ni cubrirán jubilaciones, pensiones o haberes de retiro, ni liquidaciones por servicios prestados, como tampoco préstamos o créditos, sin que éstas se encuentren asignadas por la ley, decreto legislativo, contrato colectivo o condiciones generales de trabajo. Estos conceptos no formarán parte de la remuneración. Quedan excluidos los servicios de seguridad que requieran los servidores públicos por razón del cargo desempeñado.”

Los candados constitucionales existen, el problema es que todos tienen llave maestra para no tener que patear puertas a la hora de requerir beneficios a priori. En el momento de ejercer cargos de elección popular, nombramientos presidenciales como las secretarías de estado y todo empleo de alta burocracia, no sólo federal, también estatales y municipales, se apegan al “bendito derecho” de considerarse ciudadanos de alto perfil, por lo cual creen merecer salarios y retribuciones a la altura de su responsabilidad.

El problema no es ni la altura del puesto, ni el grado de responsabilidad, mucho menos la investidura, es la obscenidad de los salarios por sí mismos y la cauda de beneficios inherentes a los puestos que se adjudican. El país no está para sustentar tales beneficios, existen enormes rezagos en cada ámbito de justicia social, el contraste de niveles de vida y poder adquisitivo es abismal, todo eso ya lo sabemos y lo hemos soportado por décadas. Todos, cada funcionario de derecha y de izquierda han gozado del presupuesto público sin rendir cuentas a nadie, se han enriquecido al amparo del contubernios, los llamados ‘moches’, licitaciones directas, sobornos y regalías para la aprobación de leyes irregulares y en contra de la soberanía.

Sí, constitucionalmente tienen derechos y sí, pueden ampararse ante un decreto de austeridad, y también pueden protestar, por supuesto, pero ninguna acción correspondiente a la salvaguarda de privilegios es válida moralmente cuando se sustenta en más de 50 millones de mexicanos en pobreza extrema.

Es el momento histórico de que aquellos ahora próximos legisladores de izquierda, centro izquierda, socialdemócratas, también oportunistas del movimiento Lópezobradorista, y el mismo Andrés Manuel y todo su gabinete demuestren de qué están hechos, si de la misma masa de chile, de dulce y de manteca o sabrán poner fin al estado de impunidad.

La ahora oposición ya comenzó a desplegar metros de hojas, en protesta ante la pérdida de privilegios, su trinchera carece de sustento y profundidad pero no deja de ser una piedra en el zapato.

Mientras el presidente electo mantenga la cordura, ponga el ejemplo, se aferre a su solvencia moral hasta ahora intachable, haga fila como todos, cuide su integridad, no habrá acción reaccionaria y conservadora que fructifique. Tampoco veremos mal que busque la protección adecuada sin que tenga que cargar con el monstruo del Estado Mayor Presidencial en su totalidad.

En una columna anterior mencioné que de ganar Andrés Manuel López Obrador las elecciones, pasaríamos primero a un Estado de posibilidad, estamos en eso ahora, todo es posible cuando se persigue un imaginario de justicia social, de inclusión, de ruptura de paradigmas anquilosados y podridos. La peste de la corrupción llega hasta el cielo y no será fácil, pero tampoco imposible.

Hagamos todos la tarea, no permitamos que los ahora tumores perfectamente focalizados hagan metástasis.

Imagen de portada: caricatura publicada en internet en Clarin

“El poder no cambia a las personas, sólo revela quiénes verdaderamente son.”

José Mujica.


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