SALTO CUÁNTICO: Abandono “natural”
“La burocracia es una máquina gigantesca manejada por pigmeos.”
Honoré De Balzac.
A lo largo y ancho del país, sin saber los números exactos ni poder dar seguimiento a cada caso en particular, saber a ciencia cierta la manera en la cual la pandemia está terminando con familias enteras se ha convertido en información prioritaria para México.

Foto: Diario Reforma
José Luis Treviño Flores / 4 Vientos
Se sabe que la Secretaría de Salud está haciendo un esfuerzo notable para contener, informar, coadyuvar, dar atención médica oportuna, hacer llegar los suministros necesarios, ya sea en soporte vital mediante los ventiladores o equipo de protección al personal médico.
La pobreza extrema, generada a lo largo de años de neoliberalismo, hace muy complejo abatir los enormes rezagos en materia de salud. La nula atención a clínicas y hospitales, desde el sexenio Miguel de la Madrid hasta Enrique Peña Nieto, tiene en crisis el enorme esfuerzo del actual gobierno, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, es muy difícil estructurar protocolos en un país, donde la salud dejó de ser importante y la encaminaban hacia un negocio rentable y millonario, sin importar las vidas de los derechohabientes.
Los insumos médicos antes controlados y/o generados por la Secretaría de Salud, pasaron a intereses privados, laboratorios y compañías que no solo lucraron en gran medida con los dineros públicos, extraídos, licitados e inflados por funcionarios corruptos, para quedase con tajadas obscenas en recursos económicos.
En días pasados, tuve la fortuna de contactar a dos importantes trabajadoras jubiladas del sector salud, por razones de confidencialidad solicitadas por ellas, los nombres que usaré, serán ficticios, no así, las narraciones, que por sí mismas, evidencian una profunda realidad intrínseca, que repercutió en las vidas de todos los mexicanos.
“Lucia” es enfermera jubilada del IMSS, como especialista en terapia intensiva, trabajando con pacientes terminales o en recuperación compleja, menciona que, desde su labor, siempre fue muy difícil dar soporte vital, debido a la falta de los insumos, la burocracia y la apatía de algunos directivos que utilizaban los pocos recursos del Instituto en sus prácticas privadas, también algunos médicos especialistas que re direccionaban el tratamiento hacia sus clínicas para obtener ganancias, todo esto, tolerado por los responsables de los hospitales.
Ella menciona que el IMSS llegó a tener una de las mejores atenciones, incluso el instrumental médico, era de primera calidad, llegaban en los años setentas, enormes recursos en medicamentos, mobiliario, incluso la vajilla donde se servían los alimentos a los pacientes, eran de porcelana.
Con el correr de los años, observó cómo iban dilapidándolo todo. Comenzó a ya no llegar nada, a no existir la mínima atención al mantenimiento, a no remplazar aparatos e instrumentos insoslayables, que significaban la vida o muerte de los pacientes.

Foto: Milenio
Los nuevos directivos ya no tuvieron la ética, ni la empatía necesaria para promover un desempeño laboral optimo, todo aunado a ya ni siquiera basificar a muchos trabajadores que llevan años de eventuales, obligándonos a trabajar con materiales gastados, inservibles, descontinuados. “A pedazos se fue cayendo mi hospital”, menciona, pero no culpa a los jóvenes practicantes o médicos internos que se veía a leguas su falta de preparación. Eran como de una maquiladora, sin importarles las vidas humanas, el trato a los pacientes, así los están enviando de las escuelas, tampoco importa como egresen, nada más que salgan.
Al final de su carrera, “Lucía” dice que ya iba por inercia a trabajar, lloraba nada más de pensar en la hora de entrada, nunca pudo superar el tener que luchar contra los tratos inhumanos, con tener que improvisar para evitar que muriera un paciente por falta de materiales. En una ocasión, un paciente de terapia intensiva, en franca recuperación, con indicaciones simples, pero sustanciales, el médico especialista en traumatología nunca lo valoró de manera presencial, era costumbre por parte de algunos. Al momento de pasar a piso al paciente, no hubo seguimiento en el tratamiento de aspiración de flemas y nebulización, lo que provocó que las secreciones se hicieran espesas, que lo llevó a paro respiratorio. Mala práctica, mala habilidad y nula supervisión médica.
Anécdotas como ésta son frecuentes y de profunda tristeza, que hacen un ciclo vicioso donde la vida se encuentra comprometida todo el tiempo. Las licitaciones siempre llegan a los directivos, quienes sacan tajada de las mismas, “Lucía” dice que el nuevo presidente de la república no es “pulpo” y no puede controlar todo, así que continúan los robos y las malas prácticas, sí, se fue el anterior gobierno, pero quedaron todos los parásitos de siempre, asevera.
El IMSS no es ni la décima parte de lo que era. “Lucía” se jubiló viendo con profunda tristeza la debacle institucional, donde los pacientes dejaron de ser importantes, donde la vida del paciente, pende del hilo delgado de algunos pocos trabajadores que aún consideran la salud y el trato humano como primordiales, pero rebasados por falta de recursos, negligencia y burocracia.
“Lucía” piensa que las buenas intenciones siempre son superadas por años de anquilosamiento institucional, años de valemadrismo, saqueo y directivos ladrones que echan a perder toda buena intención de cambio.
Otro testimonio es de una Química Fármaco Bióloga que por iguales razones de seguridad identificaremos como “Martha”.

Los reactivos químicos en el IMSS (Foto: Novedades)
“Martha” recuerda perfectamente su viaje a la Ciudad de México al centro de acopio de reactivos durante el inicio del sexenio de Carlos Salinas De Gortari. Menciona que el IMSS tenía un enorme abastecimiento de reactivos químicos para la elaboración de pruebas en análisis.
Cantidades industriales para uso de la institución médica, fueron directamente vaciados en las coladeras, otras fueron desaparecidas. A ella le dijo el encargado del centro de acopio, que se llevara lo que quisiera y pudiera cargar, de cualquier modo iban a ser desechadas.
“Martha” era responsable química de una unidad hospitalaria, es decir, valoraba y llevaba control de medicamentos controlados y de reactivos. En un principio “Martha” no dimensionó el alcance político y económico del hecho, tiempo después supo que todo fue para dejar la fabricación y distribución de los mismos a compañías privadas, volver a comprar e inflar los precios, quitar de la jugada al IMSS como guardián y custodio de los procesos que aseguraban no solo la calidad de cada acción en materia de investigación, distribución y aterrizaje de insumos viables para asegurar la salud de los mexicanos.
En pleno inicio del periodo neoliberal, el saqueo y la desarticulación del sector salud como lo conocíamos, comenzaba a desaparecer.
Ningún gobierno, desde Carlos Salinas De Gortari, movió un dedo en beneficio de la salud pública, todas las acciones no solo fueron encaminadas a su dilapidación para enfilar con paso firme hacia la privatización. Todo se convirtió en placebos de comunicación engañosa, anunciar programas tras programas inservibles, crear subsecretarias para dar empleo a allegados, desatando un nepotismo obsceno.
Ambas trabajadoras coinciden en la paulatina, pero eficaz desarticulación de cada departamento. Cómo se fueron acostumbrando a lidiar con las carencias, hasta convertirse en una obligación personal, el tener que comprar con recursos propios, muchos insumos para poder trabajar.

El hacinamiento en las instalaciones del IMSS (Foto ilustrativa: La Jornada de Oriente)
“Lucía” llegó al colmo de poner guantes de látex en lugar de sello de agua, que es el receptáculo para un dren postoperatorio.
Lo más terrible, es el hacinamiento de pacientes, la suciedad, la falta de empatía; aseveran que, con los años, la gente se acostumbró a las carencias, ya no fue tan importante luchar por mejores condiciones, cuando las puertas esta cerradas todo el tiempo.
El sindicato dejó de representar, de buscar la dignificación de todos y por el bien de todos. Fue una bola de nieve imparable hacia la mediocridad.
Por eso “Lucía” insiste que el nuevo gobierno no puede con una mafia tan arraigada, son los mismos desgraciados de toda la vida, y como tienen derechos adquiridos, abusan de su poder, serían años de estar machacando para que vuelvan las condiciones de antes, pero la misma gente, los usuarios, ya se acostumbraron a batallar, a comprar sus medicamentos, a que les digan que no hay, a dar vueltas.
Lo increíble de todo, es que la gente sigue confiando en encontrar una mejor respuesta la siguiente vez, y vuelve a preguntar, a buscar que se le atienda con decencia. Pocos protestan, alzan la voz y quedan como histéricos insustanciales, nadie se anexa a su justo reclamo, el individualismo en todo su esplendor, domesticados ya, alineados a lo que el neoliberalismo buscó siempre, privatizar y cada quien se rasque con sus uñas.
Ello, ahora que el discurso cambió, nadie lo cree, nadie lo pondera, siguen pensando que es más de lo mismo, que nunca les van a hacer caso, y si a ello se le aúna, que los responsables de aterrizar las políticas, siguen siendo hijos del neoliberalismo, va a tardar más.
La fuerza laboral, la fuerza de los colectivos, ya no está en la memoria de los mexicanos, el outsourcing y el abuso sistemático promovido en más de treinta años, son generaciones de asumir el abandono como natural.
“El culto del Estado es el culto de la fuerza. No hay amenaza más peligrosa para la civilización que un gobierno de incompetentes, corruptos u hombres viles. Los peores males que la humanidad haya tenido que soportar fueron infligidos por los malos gobiernos.”
Ludwig Heinrich Edler Von Mises