SALTO CUÁNTICO: ¡A que Mario!

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“No es mi intención verte la cara de idiota, pero no puedo andar todo el tiempo con los ojos cerrados.”

Gregory House

La única razón que se me ocurre del por qué Mario Vargas Llosa asumió una postura a favor del continuismo del sistema político mexicano corrupto e impune, es que debe algunos favores. ¿Dinero?, no, aunque no se puede descartar.

José Luis Treviño Flores / 4 Vientos / Foto principal: El Universal

La literatura latinoamericana ha dado al mundo mentes brillantes y congruentes con sus momentos históricos, sin retroceder un ápice de compromiso moral por las causas populares.

Mario Vargas Llosa es contemporáneo de poetas y escritores como Gabriel García Márquez, Juan Rulfo, Ernesto Sábato y Mario Benedetti, entre otros. Algunos de ellos  ya dejaron ésta vida, pero sostuvieron discursos fundamentales que con autoridad intelectual, sabían y saben cuán importante puede ser su opinión política y social.

Así, la influencia de un novelista de talla global en torno a cualquier tema que traten es de un peso mediático significativo, más no determinante.

La postura de Vargas Llosa si bien puede influir en algunos ánimos electorales, no significa una inclinación de la balanza en la obvia preferencia de los mexicanos.

Ya desde 1971 el escritor peruano rompió definitivamente con sus posturas de izquierda a partir del “Caso Padilla”, en que el poeta cubano Heberto Padilla fue encarcelado por el régimen de Fidel Castro. De hecho, este episodio de la literatura latinoamericana dividió a los intelectuales: mientras Gabriel García Márquez y Julio Cortázar adoptaron la defensa de Castro negándose a firmar una carta en protesta por la detención del poeta, otros como Vargas Llosa, Jean Paul Sartre y Simón de Beauvoir no pensaron ni actuaron así (Prensa obrera, 24/04/14).

Consideraron éstos últimos que un poeta tiene el irrestricto derecho de libre pensamiento y asociación, como también el opinar y decidir su curso ideológico, así como manifestarse ante las injusticias sociales.

Imagen: Portal Proyecto Puente

Recordemos que Mario Vargas Llosa fue candidato a la presidencia de su país (Perú) en 1990 por el Frente Democrático (Fredemo) que conformado el Partido Popular Cristiano -de centro derecha-, Acción Popular -de humanismo situacional- y el propio partido fundado por el escritor: Movimiento Libertad, enmarcado en el liberalismo clásico de democracia liberal.

No es extraño que Mario Vargas Llosa piense que el Frente Democrático mexicano conformado por el PAN, el PRD y MC, tenga características similares a las de su movimiento en 1990. Además, igualmente se manejaron campañas de desprestigio y planes radicales de economía emergente, principalmente por parte del Fredemo, que propuso la privatización de empresas estatales y el impulso a las  inversiones extranjeras.

También el partido de Alberto Fujimori, de orientación conservadora y que por cierto ganó la contienda, propuso la misma fórmula por ser igual de ideología de derecha, quedando lejos en votos los partidos que integraron la llamada Convergencia Socialista: Comunista, Socialista y Demócrata Cristiano.

A diferencia de Perú, en la presente contienda en México la izquierda, encabezada por MORENA, se encuentra en franca ventaja y aliado con un partido de orientación cristiana: el Partido Encuentro Social.

Las otras dos coaliciones, de postura neoliberal, son encabezadas por el PAN y el PRI que intentan seducir al electorado pese a que tienen una estela de gobiernos sin resultados en justicia social y políticas públicas impopulares, amén de corrupción e impunidad galopantes.

Los diferentes contextos históricos y políticos no se replican como clones ideológicos, pero si se comportan como fórmulas que si fueron exitosas en una comarca, creen que pueden serlo en otra.

Cartón: Monerorape / Milenio

Mario Vargas Llosa tal vez en su frustración por no haber consolidado sus aspiraciones políticas, piensa que nuestro país se encuentra en condiciones de arropar a una derecha revirada por su propia actuación apátrida durante varios sexenios; pero no, el contexto es radicalmente opuesto.

Las coaliciones de Anaya y la Meade no logran ni puntear ni convencer, y es precisamente por ello que el escritor, en una declaración ridícula y fuera de lugar, convoca la unidad de un sistema político podrido por su práctica depredadora y neoliberal, e “invita” a armar un frente contra Andrés Manuel López Obrador diciendo que una victoria del tabasqueño “sería un retroceso tremendo para la democracia en México”.

Me preocupa mucho la declaración de Vargas Llosa porque con toda su experiencia, capital cultural y el hecho de ser premio Nobel de Literatura gracias a novelas como “La Casa Verde”, que aglutina un profundo realismo en donde las clases sociales en pugna evidencian la enorme desigualdad humana, no tiene un enfoque claro de la realidad en que vive el pueblo mexicano al sufrir el embate decidido de una clase política y una oligarquía depredadora.

Por eso, como dije al principio, no se me ocurre pensar otra cosa más que el pago de favores como el origen de sus declaraciones, o el protagonismo que lo mueve a tener una enorme necesidad de ser el centro de la atención mundial, cosa que es triste en una mente brillante para la literatura como lo es la suya.

Lo peor es asegurar que se lastima una democracia que en realidad no existe.

Así que sin el cuidado cordial que otros columnistas le han dispensado, me considero con la autoridad moral como mexicano para decirle: “Mario, deja de meter la nariz donde no te llaman. Sii tanta necesidad de atención tienes y no te has dado cuenta de tu inmortalidad literaria por estar viviendo en tu fracaso como político, vuelve a intentarlo en tu país; no opines del mío con tu obtusa visión de la justicia social”.

“La gente obtiene lo que obtiene; nada tiene que ver con lo que merecen”

Gregory House

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