Reforma educativa
Existen muchas aristas en torno a la llamada Reforma Educativa, una de ellas tiene que ver directamente con una plataforma para subir información personal de desempeño donde se involucran evidencias de los procesos de evaluación e instrumentos didácticos de cada docente frente a grupo.
José Luis Treviño Flores / A los 4 Vientos
Dichas evidencias van acompañadas de fotografías, videos, escritos y justificaciones de las acciones áulicas; cada docente está preocupado por hacer cuadrar con su planeación didáctica las evidencias de que la mayoría de las veces dicha planeación debe ajustarse a cada realidad según el grupo atendido, lo cual hace complejo el ejercicio cotidiano, no improvisar, sino adecuar.
Si bien el docente debe conocer el contexto donde se desempeña, éste se observa cambiante según el estado de ánimo, el clima, la problemática particular de cada estudiante y la propia particularidad del maestro a determinada hora del día, si comió o no, si hay alumnos enfermos o con atención distinta. Por éstos y muchos otros factores, las evidencias de un día a otro, de un módulo a otro ya no se pueden observar ni iguales ni pedagógicamente adecuadas, la ‘calidad’ tuvo ya variables significativas. Entonces, los trayectos formativos son eso, trayectos que dependen del ejercicio cotidiano.
A pesar de la información acerca de los instrumentos y plataformas para subir las evidencias pedagógicas que por cierto debieran surgir de un colegiado académico dónde se observara una intrínseca colaboración de los procesos de evaluación, es decir, el servicio profesional docente no debe estar aislado ni individualizado, los procesos áulicos dependen de un mapa curricular que en todo sentido es transversal”.
Las asignaturas en el nivel básico si bien son disciplinas específicas, no están ajenas a coincidencias nucleares que implican ejercicios evaluativos necesariamente compartidos para poder hablar de competencias reales. Aislar el servicio profesional docente a un ejercicio individual, como si el desempeño fuese surgido de una privacidad áulica, tendrá a mediano plazo repercusiones pedagógicas negativas. En lugar de colegiar las decisiones académicas en el único ánimo incluyente de un colectivo laboral que históricamente depende de un ejercicio colaborativo para construir los esquemas formativos.
Mientras los países desarrollados están dejando atrás la competitividad especializada para evitar precisamente el crecimiento aislado que en nada beneficia a una sociedad que intenta ser inclusiva. La generalización debe estar por encima de la especialización, la competencia meritocrática no coadyuva al crecimiento social.
Así pues, en otras sociedades se habla de procesos transdisciplinarios y aquí hablamos de individualización de los procesos.
Un sistema educativo no puede ni debe estar sujeto a esquemas productivos como si fuese un proyecto personal, unilateral”.
El servicio formativo del ser humano debe depender de proyectos colegiados surgidos de su entorno y realidad y hacia la construcción del pensamiento complejo.
La reforma laboral educativa en México está actuando como si la educación básica dependiera de visiones aisladas del ejercicio mismo, ubicando a los docentes en promociones y evidencias personales, será más la preocupación por la producción de evidencias propias que por la construcción de aprendizajes colaborativos. Esto generará un ejercicio áulico personalista que pone en riesgo la transversalidad educativa y el ánimo formativo, la mística magisterial y la esencia del quehacer pedagógico.
Si bien la calidad del servicio es urgente, éste debe aferrarse a una visión humanista e interdisciplinaria, nunca a la individualización, además y por mucho, la calidad no depende de exámenes estandarizados o de una postura de vigilar y castigar.
En palabras de Foucault:
“(…) El examen combina las técnicas de la jerarquía que vigile y las de la sanción que normaliza. Es una mirada normalizadora, una vigilancia que permite calificar, clasificar y castigar. Establece sobre los individuos una visibilidad a través de la cual se los diferencia y se los sanciona”.
Las instituciones educativas son obsoletas no por su material humano que las conforman, sino por una obtusa, desesperada y torcida política por desaparecer un gremio que lastima el avance de un neoliberalismo recalcitrante y absurdo“.
El maestro no debe olvidar jamás que el ánimo presencial, el santuario de comunicación y formación que el aula permite para transformar un ser humano en crecimiento hacia una explosión de creatividad y libertad es su verdadera misión. Pero primero tendrá que sacudirse el yugo de una rectoría punitiva.
El proceso educativo es reinventar día con día la realidad por una más hermosa, no un proceso de estandarizar espíritus y machacar voluntades.
Además y por mucho, todo estado debe garantizar una adecuada nutrición a sus niños y adolescentes dentro de las escuelas, por un mínimo costo es obligación de todo país asegurar que las futuras generaciones asuman en corresponsabilidad e inclusión y sin importar el estatus una convivencia armoniosa que permita el desarrollo sustentable de su territorio, donde viven, se forman, crecen, se reproducen y dejan legado genético para continuar dignificando una raza una historia, un origen.
Muchos grupos humanos ya maduraron éstos principios de trascendencia y permanencia, aquí, la clase política y oligárquica aún piensan que pueblo es sinónimo de explotación y abuso. Podrán continuar así, pero llegará un momento en el que se conviertan en millonarios sin tierra y políticos sin gobernados ya que no sólo es la reforma educativa, existen otras reformas estructurales que están vendiendo al mejor postor éste nuestro trozo de mundo, pero es tema de otra reflexión.