REFICCIONES: el arte en la protesta social, un invisible exorcismo contra la destrucción
La existencia humana es un guiño, algo tan fugaz que merecería mayor atención. 28 mil muertos, 30 mil desaparecidos, “sin identificar 400 cadáveres en Acapulco, Chilpancingo e Iguala”, y nos quedamos como si nada y nos olvidamos que cualquiera de nosotros indiferentes podemos ser la próxima cifra
Ignacio Betancourt/ A los 4 Vientos
¿Por qué tiene que ser el país de esta manera? ¿Por qué hasta que el horror nos devore nos daremos cuenta de que las cosas deben ser diferentes? La memoria histórica de las colectividades no desaparece, crece hacia abajo, forma raíces. Ni 2 de octubre, ni las mujeres de Atenco, ni Ayotzinapa se olvidan, son semillas en la tierra.

“Puedes vivir una mentira hasta que te mueras,/ pero lo que no puedes ocultar/ es que estás jodido por dentro”: John Lennon
El próximo domingo 9 de octubre, si John Lennon aún viviera (si no hubiera sido asesinado en New York en 1980), el próximo 9 de octubre cumpliría 76 años. Miembro fundador de un grupo inglés de los años sesenta llamado The Beatles ¿será necesaria la presentación?… Pues bien, ese John Lennon muerto a balazos en la cúspide de su poder creativo, escribió y grabó en 1971 (disco Imagine) una canción llamada “Jodido por dentro” (Crippied Inside), que por cierto, muy bien les viene al engominado gabinete gubernamental en turno, a ese luminoso conjunto de funcionarios dizque mexicanos que hoy vuelve insoportable la existencia de millones de seres humanos en nuestro país:
Puedes bolear tus zapatos y ponerte un traje,/ puedes peinarte y verte muy lindo,/ puedes esconderte detrás de una sonrisa,/ pero algo que no puedes ocultar/ es que estás jodido por dentro.// Puedes ponerte una máscara y pintarte la cara,/ puedes llamarte representante de la raza humana,/ puedes usar cuello almidonado y corbata,/ pero algo que no puedes ocultar/ es que estás jodido por dentro.// Ahora sabes que tu gato tiene nueve vidas, nene,/ nueve vidas para él solo/ pero tú tienes sólo una/ y para nada es divertido una vida de perro./ Mamá, echa una mirada allá afuera.//Puedes ir a la iglesia y cantar un himno,/ puedes juzgarme por el color de mi piel,/ puedes vivir una mentira hasta que te mueras,/ pero lo que no puedes ocultar/ es que estás jodido por dentro.
Y regresando a la música cotidiana, esa que suena en las calles y en las plazas y en las oficinas y en las fábricas todos los días y a todas horas, no deja de ser significativo el auge de creatividad artística y de todo tipo que en un momento de la más cabrona crispación social como el que hoy nos atosiga, muchos ciudadanos, muchísimos, salgan a las plazas y a todo tipo de lugares públicos para manifestarse creando, haciendo arte, bailando, cantando, actuando, pintando, leyendo poesía, haciendo infinidad de cosas creativas de las más diversas maneras, como en un invisible exorcismo contra la destrucción que hoy devora al país por culpa de ineptitudes y corrupciones sin fin.
Frente a la destrucción y la muerte, la creación y la existencia humanizada pues sólo el arte en tal contexto de aniquilación y horrores sin cuento puede hacer que la habitual represión pierda piso ante la gratuidad de lo inasible ¿cómo encarcelar lo artístico? ¿Qué es lo real? se preguntarán los potenciales verdugos ¿la actuación de la hipocresía institucionalizada (llámese policíal o funcionaril) o el reclamo popular airado y creativo?
Por si alguien no se ha dado cuenta, en estos tiempos hasta para ser funcionario se requiere lo creativo, quien sólo apueste a la impunidad se equivoca espectacularmente.
Cuando la ciudadanía se vuelve creativa en la defensa de sus legítimos derechos, cuando en el límite de lo soportable debe recurrir a la imaginación, la tradicional depredación deja de ser funcional.
Por todo eso, uno de los errores más graves de los prepotentes es imaginarse invulnerables o eternos, suponerse indestructibles mientras a su paso todo lo destruyen es una omisión que inevitablemente se ha de saldar.
El olvido de la condición humana implica a la totalidad de la especie independientemente de condiciones sociales y culturales. ¿Quién anula a la muerte? ¿Quién se encuentra a salvo de la enfermedad? ¿Quién no envejece?
Aunque el tiempo social sea un tiempo más lento que la prisa de nuestras urgencias, tarde o temprano toda estructura revela el desenlace de su circunstancia finita. Y obviamente no se trata de hacerle al profeta, simplemente quien no esté atento a la llamada a transformarse y a transformar puede ser sorprendido. Aplastante o liberador, lo porvenir nos pondrá a prueba a todos, por supuesto incluidos funcionarios y grandes empresarios y todo la ridícula élite que se concibe eterna; aunque el tiempo social sea más lento que nuestros hartazgos a cada capillita se le llega su fiestecita.
Han transcurrido muchos años de la masacre en Tlatelolco un 2 de octubre, y de la represión en Atenco, y del 26 de septiembre y la desaparición de los 43 de Ayotzinapa, los culpables de tales atrocidades siguen flotando en el anonimato ¿cuánto tiempo habrá de transcurrir?
Y para todos aquellos creyentes de que no se cuenta lo bueno, se puede replicar que aunque no todo lo malo se cuenta, cuenta mucho. O qué concluir a partir de las declaraciones de los propios subordinados gubernamentales como el titular de la Auditoría Superior de la Federación (Juan Manuel Portal), quien sostiene que los niveles de corrupción alcanzados generan una crisis en la imagen del sector público (y también una crisis que atraviesa a la totalidad de la sociedad mexicana), además el descrédito social “puede poner en riesgo la estabilidad de la democracia (sic). Al llegar al límite tras muchos años de complacencia y omisión en el combate a la corrupción, se han agotado los espacios para la pasividad y el aplazamiento.”
Es cosa de tomar muy seriamente tales advertencias en un país en donde las recientes tres décadas ha disminuido cerca del 80% el poder adquisitivo de la mayoría de la población. Ante tamaña devastación ¿serán suficientes las declaraciones optimistas de los funcionarios gubernamentales? ¿Será suficiente “una familia como la de Nazaret”? Ahora recuerdo una sugerente caricatura de Rocha publicada hace algunos días en La Jornada, en ella se ve un hombre ensotanado a quien oculta la cara una manta sostenida por Margarita Zavala (con el infaltable logotipo del PAN) y atrás de ella un pequeñito Felipe Calderón (con su logotipo de El Yunque), la manta dice “Frente Nacional por la Familia”.
Para concluir, por supuesto la letra de otra canción de John Lennon “Solo la gente” (Only people), canción del disco Mind gam, es de 1973:
Sólo la gente sabe cómo hablarle a la gente,/ sólo la gente sabe cómo cambiar el mundo,/ sólo la gente se da cuenta del poder de la gente. Un millón de cabezas son mejor que una,/ así que ven, llégale.// Yo sé cómo lo hemos intentado,/ los millones de lágrimas derramadas,/ ahora somos más maduros,/ hemos estado en el viaje y no podemos ser ignorados./ Hombres y mujeres unidos no cometeremos errores,/ es nuestro futuro el que estamos construyendo,/ hagamos el pastel para comérnoslo./ No queremos la visión de los cerdos.// Bueno, es largo el retraso,/ no hay nada mejor que hacer,/ ahora somos más maduros,/ hemos estado en el viaje/ podemos volar directamente,/ no hay nada en la Tierra que no podamos hacer,/ pescar o poner el cebo,/ es nuestro futuro el que estamos construyendo./ Todos juntos, ahora, a jalar la cadena./ No queremos la visión de los cerdos./ Sólo la gente sabe cómo hablarle a la gente.