REFICCIONES: Mañana todo será distinto
Han transcurrido dos semanas del salvaje atentado que las autoridades de Cerro de San Pedro y la minera San Xavier realizaran contra un conjunto de esculturas que se instalaron el pasado mes de septiembre junto a la Casa de Cultura que organiza el Patronato Pro Defensa del Patrimonio Cultural e Histórico de Cerro de San Pedro, y ante tamaña agresión el pusilánime secretario de cultura no ha dicho una palabra al respecto.
Ignacio Betancourt/ A los 4 Vientos
Pero a todo esto ¿qué debería decir un funcionario a quien se le paga por propiciar y difundir la creación artística y la cultura en el estado? Podría decir, al menos, que se va a pedir una investigación al respecto, que hablará con los afectados y con los presuntos agresores, que es un insulto a la creación artística que se hace en San Luis Potosí, que se rehabilitarán las piezas dañadas. Sin embargo el silencio y la indiferencia es la única reacción de la llamada autoridad cultural.
¿Cuáles podrían ser las razones para tan flagrante incumplimiento de las responsabilidades por las que se le paga a Armando Herrera, nombrado Secretario de Cultura? ¿Temor a que la minera San Xavier se pueda molestar porque se le reclame el enviar grupos a destruir obras de arte? ¿Porque sabe que el hacer nada es la más funcional actitud para mantenerse en el puesto? ¿Por estar de acuerdo con la agresión? ¿Y el gobernador del estado qué hace ante tan brutal agresión a la cultura? ¿Y la multitud de funcionarios estatales o municipales? ¿Y los artistas?
Que el funcionario obligado a velar por los intereses artísticos nada haga, es lo normal, pero que la sociedad civil, sus instituciones, simplemente sean indiferentes indica un grave deterioro del tejido social y un preocupante diagnóstico sobre la salud social de hombres y mujeres que con su silencio avalan y propician futuras agresiones. Si hoy sólo es un conjunto de esculturas lo agredido, mañana serán cuadros o fotografías los destruidos, y también las representaciones teatrales o la danza y la música podrán ser vulneradas impunemente.
No se necesita ser artista o funcionario para sentirse ofendido por los agresores de obras de arte; bastaría con ser simplemente seres humanos para entender lo peligroso de tolerar el tipo de agresiones como las que con toda impunidad realizan las autoridades municipales de Cerro de San Pedro y la minera canadiense San Xavier.

Minera San Xavier destruye el icónico Cerro de San Pedro de SLP
La convivencia social es un valor fundamental en todo lugar, sean capitales de los estados o municipios o rancherías. El respeto, que habría que señalar que cuando no es recíproco no es respeto, es el elemento de cohesión principal entre ciudadanos y todo tipo de instancias colectivas y socializadas. Cuando el llamado respeto es unilateral sólo es autoritarismo disfrazado, pues ¿en qué situación puede resultar lógico o admisible respetar y no ser respetado?
Es entonces que resultan inadmisibles las actitudes lacayunas de un funcionario como Armando Herrera, quien sabedor de las cínicas agresiones a la ciudadanía en Cerro de San Pedro, y olvidando desvergonzadamente que ha sido nombrado Secretario de Cultura de un Estado, se muestre omiso y podría decirse hasta complaciente con los conocidos y explícitos trasgresores de las más elementales normas de convivencia civilizada y pacífica.
Lo preocupante no solo está en la brutalidad de destruir a marrazos un conjunto de esculturas abstractas, la vulgaridad del poder económico lo entiende como su derecho y por ello lo ejerce; lo grave es que las autoridades estatales y municipales se coludan con los agresores, sea por acción o por omisión, y se manifiesten absolutamente incapaces de impedir o por lo menos señalar, lo inadmisible de tal proceder.
Han transcurrido dos semanas del atentado sin precedentes en la vida artística y cultural del estado, y como en la mayoría de los problemas del país, quienes deberían actuar institucionalmente se niegan a hacerlo, sea por la protección de sus propios intereses o en defensa de los intereses de a quienes les deben el empleo. Pareciera que lo mejor que el funcionario puede hacer es no actuar pues de esta manera se pone a salvo de incomodar a cualquier superioridad administrativa o partidista. En la jerga popular a dicha actitud se le conoce como “nadar de a muertito” y es recurso inevitable de los más mediocres o más cobardes.
A propósito de complicidades y omisiones, no puede dejar de señalarse la indiferencia del gobierno federal (y estatal y municipal) a las exigencias de la ONU respecto a las recomendaciones que el alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos hizo al gobierno mexicano, a quien se acusa de: “no mostrar la suficiente voluntad de avanzar para resolver la profunda crisis de Derechos Humanos que se vive en México.”
Multitud de Organizaciones no Gubernamentales (ONG) exigen al Congreso que den prioridad al cumplimiento de las recomendaciones y le recuerdan que: “la ley general contra la tortura está pendiente de aprobación en la Cámara de Diputados, mientras la ley general contra las desapariciones forzadas sigue pendiente en el Senado.”
Y mientras se acumulan las fosas clandestinas, y los asesinatos, y las desapariciones forzadas, y los secuestros, y los atentados culturales, diputados y senadores ignoran las recomendaciones de organismos internacionales y se van de asueto y reciben altísimos viáticos. Total qué pueden importar algunas leyes que todos saben que no han de cumplirse pues ¿qué funcionario va a condenarse a sí mismo?
Aunque el mes de septiembre resultó el mes con el mayor número de denuncias por homicidio doloso en el país en lo que va del sexenio de Peña Nieto, la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Gobernación y la Procuraduría General de la República simplemente señalan como disco rayado que: “han puesto en marcha políticas y acciones concretas” (es importante constatar que ante la ausencia de soluciones específicas se multiplican las declaraciones verbales).
Del poeta nicaragüense Edwin Castro (1930-1960) su poema “Mañana, hijo mío, todo será distinto”:
Mañana, hijo mío, todo será distinto./ Se marchará la angustia por la puerta del fondo/ que han de cerrar, por siempre, las manos de hombres nuevos.// Reirá el campesino sobre la tierra suya/ (pequeña pero suya)/ florecida en los besos de su trabajo alegre./ no serán prostitutas las hijas del obrero/ ni la del campesino;/ pan y vestido habrá de su trabajo honrado.// Se acabarán las lágrimas del hogar proletario.// Tú reirás contento con la risa que lleven/ las vías asfaltadas, las aguas de los ríos,/ los caminos rurales…// Mañana, hijo mío, todo será distinto;/ sin látigo ni cárcel, ni bala de fusil/ que repriman la idea./ Pasarás por las calles de todas las ciudades,/ en tus manos las manos de tus hijos,/ como yo no lo puedo hacer contigo.// No encerrará la cárcel tus años juveniles/ como encierran los míos:/ ni morirás en el exilio,/ temblorosos los ojos,/ anhelando el paisaje de la patria,/ como murió mi padre./ Mañana, hijo mío, todo será distinto.
Ignacio Betancourt Robles. Poeta potosino. Investigador literario en el Colegio de San Luis Potosí. Premio Nacional de Poesía Punto de Partida (UNAM, 1974); Premio Nacional de Cuento (INBA, 1976)