Preguntas del otro mundo
Ricardo Landa *
¿Sabías que en Brasil,
la Volkswagen
destruyó un bosque del tamaño de Holanda y
cuando le pidieron pagar una multa
no lo hizo
y amenazó con abandonar el país si le cobraban?
¿Y que en la Amazonia
se amontonan los cuerpos insepultos
de miles de árboles mientras los dólares
llegan a pavimentar ahí un estacionamiento
de una oficina de investigación
forestal para la conservación de las selvas?
¿Te habían dicho que suman
150 mil los suicidios
en la India desde que se liberalizó
la economía y la depredación
de territorios y de espíritus?
¿O que uno de los grupos de odio
a los migrantes mexicanos en Arizona
se hace llamar Patrulla Americana y
presume en Internet cada captura,
cada muerte, cada amenaza
cumplida en el campo de la muerte
al oeste de Phoenix?
¿Que se ha documentado por científicos
que unas once mil toneladas de antibióticos
son aplicados en Estados Unidos
en dosis bajas para promover
el crecimiento de cerdos, pollos y ganado
y que su abuso provoca bacterias
resistentes a los medicamentos
como la conphilor,
que afecta la vida animal y humana?
¿Qué 800 bases militares estadounidenses
apuñalan la espalda del mundo
y 450 mil millones de dólares
se dedican este año a aceitar la máquina
guerrera de ese imperio?
¿Que dos y medio dólares cuesta el subsidio
por vaca en Europa,
mientras en América Latina
seis de cada diez personas
malviven con menos de dos dólares por día?
¿Y que son dueños del 80 por ciento
de las tierras en Bolivia
sólo por el 10 por ciento de viejos
y rancios oligarcas, aún cuando allá
gobierna un indígena
gracias al rugir de las multitudes?
Por esas y cien mil informaciones más
que fluyen a la velocidad de la luz,
las Madres de Plaza de Mayo
nos preguntaron, cuando iniciaba
el Foro Social Mundial en Porto Alegre
y el Foro Económico Mundial en Davos:
“¿Es posible que un naranjo tenga
por frutos un racimo de uvas? ¿Y que
a una niña le nazca un perro?
“En el mismo plano, podríamos
preguntarnos sobre la viabilidad
de un capitalismo humano,
y a poco de andar daríamos
con la misma respuesta
que a los otros dos interrogantes: ¡No!”