Por algo desaparecen
Y nadie nos llama para seguir adelante
y nada nos hace cerrar los ojos.
nadie habla y nadie intenta
nadie vuela alrededor del sol.
Pink Floyd.
Hace algunas semanas el gacetillero de finanzas David Páramo vivió sus 15 minutos de fama en las redes sociales. El motivo de las nutridas “menciones” no fue alguna de sus constantes provocaciones y patanerías sino, por desgracia, el asesinato de sus hijos Alfredo David y Diego Alejandro Páramo González, de 20 y 21 años, en la ciudad de Chihuahua.
Juvenal González González / La Jornada Oriente
Porque los omnipresentes tuiteros se encargaron de recordar las nefastas declaraciones que, con motivo del asesinato del joven Juan Francisco Sicilia, hijo del poeta Javier Sicilia, hizo Páramo en aquel momento: “Por algo los matan”, se atrevió a decir el infame. Así que cuando sufrió en carne propia una pena similar, se ensañaron con él en las redes sociales, al grado que, con la gallardía que a Páramo le falta, Javier Sicilia llamó a respetar su tragedia personal.
La frívola irresponsabilidad de Páramo coincide, como es su costumbre, con la postura oficial tendiente a desviar la atención para tratar de ocultar su incapacidad para enfrentar a la delincuencia y abatir la terrible inseguridad que ensombrece al país, acentuada con el arribo del PAN al gobierno de la república. Él siempre se reivindicó como calderonista incondicional.
Pues fue precisamente bajo el régimen de Calderón, cuando se generalizaron los usos y costumbres contrarios a los más elementales derechos humanos y principios jurídicos, a saber: presentando a los detenidos como culpables antes de pisar una celda; insinuando groseramente que los asesinados son parte del “crimen organizado” y, por tanto, víctimas de venganzas o disputas internas; generando la percepción de que los desaparecidos “de alguna manera” tienen responsabilidad en su infortunio; o bien, sosteniendo que, en el mejor de los casos, son víctimas colaterales de la “heroica” guerra del gobierno contra los criminales.
Pero al final el hecho inocultable es que los delitos nunca se aclaran o se aclaran a medias. La impunidad prevaleciente pone en evidencia la incapacidad, que raya en la complicidad, del enorme y costoso aparato judicial mexicano.
Desde las policías municipales, estatales y federales, los ministerios públicos, procuradurías y hasta las mismas cortes, la Suprema incluida por supuesto, han sido rebasadas, infiltradas y corrompidas por toda clase de delincuentes, ya sean contrabandistas, narcotraficantes, secuestradores, industriales o banqueros.
No se explica de otra manera que miles de millones de pesos mal habidos, circulen tranquilamente por todos los circuitos financieros y comerciales, sin que se investigue algo, empezando por las misteriosas fortunas exhibidas sin pudor en zonas residenciales y comerciales, surgidas como hongos en los últimos tiempos por todas las ciudades del país.
Por eso no sorprende, y ya casi ni indigna, el informe presentado por Amnistía Internacional, en relación al inexplicado problema de las desapariciones forzadas en México en el sexenio anterior, que ha alcanzado niveles de escándalo mundial. Enfrentarse a una pesadilla se llama el documento que acusa: “De un total de 152 casos de desapariciones forzadas estudiadas en siete estados del país, en 85 estuvo involucrado uno o más funcionarios públicos”.
Y agrega que, “A pesar del número escalofriante, las autoridades han fracasado de manera sistemática en investigar y aclarar la gran mayoría de los casos, incluso en situaciones en las que hay evidencia de detención o privación de la libertad por parte de agentes del Estado o bandas de delincuentes… El fracaso sistemático por parte de las autoridades federales y estatales de tomar en serio las crecientes denuncias de desapariciones ha contribuido a crear un clima de tolerancia hacia estos crímenes”.
El informe, se puede consultar en www.amnistia.org.mx, se da a conocer en medio de la increíble desaparición de una docena de jóvenes en la mismísima Zona Rosa del Distrito Federal, sin que nadie tenga maldita idea de lo ocurrido.
Lejos de conocer un reporte oficial que apunte al esclarecimiento del misterioso suceso, se filtran afirmaciones que, como apunté antes, pretenden criminalizar a los desaparecidos y desviar la atención del hecho principal. Así, se dice que “son de Tepito”, que los padres de algunos están presos, se cuestiona por qué andaban de parranda en la madrugada o el hecho de que algunos eran menores y hasta que alguna muchacha andaba con ellos.
Son las mismas premisas que “justifican” las violaciones porque la víctima usaba minifalda o había bebido de más. Las mismas que se oponen a los apoyos a las víctimas del sida o al uso del condón “porque promueven el libertinaje”.
Por eso los familiares de las víctimas se desesperan frente al silencio cómplice de las autoridades y su incapacidad para investigar y aclarar los hechos. Por eso son tan ofensivas las expresiones imbéciles como la usada por David Páramo, solo falta que con sus escasas y dañadas neuronas salga a decir: “Por algo desaparecen”.
Cheiser: Ahora resulta que la publicitada indignación provocada por el apagón analógico en Tijuana, fue una estrategia montada por las televisoras para revertir la decisión gubernamental y seguir transmitiendo su basura sin mayor competencia, lo que finalmente lograron con el apoyo del IFE. Qué cosas suceden con el apagón.