PISCOPOLÍTICA. Baja California: voluntad de vivir (+video)
Hemos llegado a la culminación de la inversión de la política.
– Enrique Dussel.
La partidocracia está podrida. No tiene sentido responsabilizar al PRIAN o al PRD o a (la Virgen) MORENA de lo que sucede en el país. Lo que ya no cabe es el sistema de partidos.
Guennadi Búrquez Urías/ A los 4 Vientos
Lo absurdo es la democracia secuestrada por los partidos políticos.
Partidos: fragmentos, pedazos de una nación posible.
Los fragmentos políticos dividen al país, rompen la (posible) unidad de pensamiento y de corazón, la unidad ciudadana.
Política es el acto de ser ciudadano. Ingenuo aquel que crea que política es la lucha de los partidos a la López Dóriga. La política se hace entre ciudadanos y por ciudadanos.
Vocación política es vocación de ser ciudadano. El ciudadano es el ser humano consciente de vivir en comunidad; aquel consciente de compartir un espacio con otros sujetos vivos.
Aquí, la clásica y neurótica división de la filosofía europea entre sujeto y objeto desaparece: siempre hemos sido sujetos entre sujetos, cara a cara, vivos de corazón a corazón.
El gran defecto del actual sistema neocapitalista: ver en los seres humanos “cosas” o mercancías que producen, como engranaje de maquiladora, y que producen… ¡para que siga vivo el capital! Este sistema está condenado al fracaso desde su origen: antepone el capital a la vida humana. Salinas y el TLC antes que los mexicanos; neoliberalismo o muerte.

Detroit Industry (1932-33), obra magistral de Diego Rivera, en los muros del patio Rivera del Instituto de Arte de Detroit (DIA)
Hay que matar el monetarismo dogmáticamente materialista, según el cual, la riqueza es consustancial al dinero: siendo el capitalismo una religión (Ver: Walter Benjamin, Max Weber, Giorgio Agamben), el dogma dinero igual a riqueza permanece incuestionado. La conciencia crítica dice: el trabajo vivo es la riqueza de un pueblo. Hay que volver a Marx, y volver a Marx para entender que el trabajo vivo es la sangre que el trabajador derrama, como Sísifo sin dioses, para mantener un aparato burocrático inservible y a una policía asesina pro-gringa.
La inversión de la política: un aparato político-policial en guerra contra el pueblo (si alguien duda, revise la investigación de Anabel Hernández sobre los 43 de Ayotzinapa titulada “La verdadera noche de Iguala”). El colmo del absurdo: que los varones corruptos en el poder pretendan que las medidas neoliberales son a favor del pueblo, de los necesitados (hay que escuchar la sarta de pendejadas de la momia Peña Nieto).
Esto es el populismo en su más degradado nivel: cuando los opresores del pueblo juran y fingen ser del pueblo.
Junto con el gasolinazo, lo que debe terminar es este régimen basado en partidos: hay que volver al futuro y recuperar el Poder obediencial. “Aquí, los que mandan, mandan obedeciendo”. La enajenación de la política es ceder el poder a quienes menos pertenece: la clase política y sus negocios (Kiko Vega y el agua, Peña Nieto y el petróleo; Calderón, Mouriño y los contratos jugosos por debajo del agua más la guerra contra el narco).
El PRI, el PAN, la partidocracia, Kiko Vega, La Gaviota, Carmen Salinas Ataskeitor, Ruffo, el Cuau, la Tetanic, Televisa… Personajes delirantes que nos invitan a pensar que la política no es un noble oficio y que al paso que vamos (si continúa la entropía nacional) en el 2018 llegará a Los Pinos algún gurú New Age, Santa Margarita Zavala, el papá de Rubí, Chabuelo, el filósofo Jordi Rosado o Ludovico P. Luche.
Una vez más, Enrique Dussel, dice que la política “(…) es responder a lo que la gente necesita” y que “(…) el que es autoridad está al servicio“. Vaya definición, que nos remonta a los usos y costumbres de los pueblos originarios de América: allá, en ese espacio mágico-tempórico, donde el líder de la comunidad es médico y legislador (ideal nietzscheano, por cierto). Un sabio que sana los males del cuerpo, del corazón y del alma; un sabio que comprende la enfermedad de la comunidad y puede llevarla a su curación (para otro punto de vista que armoniza con éste, hay que leer a Wilhelm Reich en Psicología de masas del fascismo).
Algunos le llaman a este responder a lo que la gente necesita ser de “izquierda” o “populismo”. Y yo, desde un bache lodoso de Ensenada, concuerdo con Ortega y Gasset cuando dice que ser de izquierda o de derecha es una de las múltiples maneras que tiene un hombre de ser un imbécil (aunque uno, en lo íntimo de sí, no pueda resistirse a la sabiduría de Silvio Rodríguez: “Yo quiero seguir jugando a lo perdido, yo quiero ser a la zurda más que diestro, yo quiero hacer un congreso del unido, yo quiero rezar a fondo un hijo nuestro”).
Me explico: también hay que romper esta distinción entre izquierda y derecha y volver a la esencia de la política que tomo también del maestro Dussel: “El poder viene de una voluntad de vida”. Y hay que romper esta distinción porque es parte de la herencia política europea donde el político es opresor, es aquel que manda mandando y que se ve a sí mismo como una fuerza ante obedientes. Aquí culmina la discusión y aquí comienza la Ética: toda política que no esté a favor de la vida debe ser desechada.
La Ley del Agua, el gasolinazo, la subida impuestos: medidas en contra de la vida. Peña Nieto y Kiko Vega son necrófilos.
Medidas a favor de la vida, los principios más fundamentales de toda ética: tener qué comer, tener qué vestir, tener dónde habitar. De ahí, redirigir nuestros impuestos: riqueza para construir escuelas, elevar bibiliotecas, hacer hospitales y casas dignas (y no pienso en el INFIERNAVIT).

Manifestación multitudinaria en Mexicali del 12 de enero 2016 contra el gasolinazo, la Ley de Aguas, el reemplacamiento y el aumento a las tarifas de servicios públicos.Foto: Twitter
Cuando Baja California protesta, los gritos y la ira son manifestación de la fuerza de vivir de una comunidad.
La solución ha de ser pacífica, es decir, creativa. Las grandes revoluciones han demostrado su fracaso histórico: la gente se mata entre sí y al final termina en el poder un grupo igual o peor que el que se derrocó (la historia del PRI y Porfirio Díaz o, más lejos, Stalin y la URSS).
La gente fuerte necesita paz; desde esta aventura se construye el futuro de un país.