Origen y desarrollo de las campañas anti-AMLO (segunda parte)
Seis meses después de la primera gran embestida en contra de Andrés Manuel López Obrador (AMLO), jefe de Gobierno del Distrito Federal, en marzo de 2004, las fuerzas anti-AMLO escenificaron el célebre caso de los “videoescándalos”, en el que a través de los medios, particularmente Televisa, se dieron a conocer tres grabaciones realizadas por un intrépido y vivaz empresario de origen argentino, Carlos Ahumada Kurtz, entonces pareja sentimental de Rosario Robles Berlanga, presidenta nacional del Partido de la Revolución Democrática (PRD). Estas grabaciones le habían sido vendidas en varios millones de pesos a Carlos Salinas de Gortari y a Diego Fernández de Cevallos, quienes eran los verdaderos autores de la nueva embestida.
José René Rivas Ontiveros*
En las grabaciones que dolosamente había realizado Ahumada, se exhibían actos de supuesta corrupción de Gustavo Ponce Meléndez, secretario de Finanzas del gobierno capitalino; René Bejarano Martínez, coordinador de la fracción parlamentaria del PRD en la Asamblea Legislativa del Distrito Federal, y Carlos Imaz Gispert, delegado de Tlalpan.
Y aunque AMLO se deslindó de inmediato de dichas personas, por ser totalmente ajeno a las actividades que ellos habían realizado, el objetivo de difundir masivamente los ponzoñosos videos no era tanto castigar a los infractores de los supuestos delitos —ya que desde el punto de vista jurídico estas acciones no podían ser tipificadas como tales—, sino el de asociar a toda costa al jefe de Gobierno con los autores de estas conductas, a todas luces antiéticas y no propias de un gobierno de izquierda que en todo momento propalaba conducirse con honestidad.
Empero, al igual que en el caso del Paraje San Juan, este nuevo escándalo de las fuerzas anti-AMLO en contra del gobernante capitalino también fracasó, ya que lejos de debilitarlo políticamente, como se pretendía, el gobernante salió todavía más fortalecido y con más puntos a su favor en las encuestas.
Por eso, en mayo de 2004, pero entonces desde la propia Presidencia de la República, se determinó promover una nueva acción anti-AMLO, luego de que la Procuraduría General de la República (PGR) dependiente directamente de Vicente Fox le solicitó a la Cámara de Diputados el comienzo de un juicio de desafuero del gobernante capitalino, por su presunta responsabilidad en el abuso de autoridad por no dar cumplimiento a una suspensión definitiva en la que se le ordenó detener los trabajos en un predio llamado “El Encino”, propiedad de la Promotora Internacional de Santa Fe, para la construcción de un camino que conducía a un hospital privado.
Casi un año después de aquella solicitud, el 7 de abril de 2005, por un total de 360 votos de los diputados de los partidos Revolucionario Institucional, Acción Nacional, Verde Ecologista de México y Nueva Alianza, así como 127 votos en contra de los diputados del PRD, del Partido del Trabajo y de Convergencia (actualmente Movimiento Ciudadano), más los de dos priistas (Pedro Ávila Nevares y Roberto Campa Cifrián) y el de una panista (Tatiana Clouthier Carrillo), la Cámara de Diputados, erigida en Jurado de Procedencia, dejó sin fuero constitucional al jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador y, con ello, la abierta posibilidad de ser aprehendido y juzgado penalmente por desacato.
https://youtu.be/qNmvJq_pZ9A
Un día después del desafuero, desde la ciudad de Roma, Italia, en donde Vicente Fox Quesada, el autodenominado “presidente del cambio (democrático)” se encontraba de viaje, con la trivialidad y el cinismo que siempre lo han caracterizado hasta la fecha, declaró que “con el desafuero México dio un ejemplo al mundo”, aunque el señor nunca se detuvo a explicar en qué consistía este ejemplo.
Para acabar de cumplir con su objetivo, dos semanas después del desafuero, la PGR, a cargo del general Rafael Macedo de la Concha, le solicitó formalmente a un juzgado penal el inicio del respectivo juicio en contra de AMLO, con lo cual se buscaba que el gobernante, ya formalmente desaforado, quedara fuera de las boletas de la contienda electoral de 2006.
Esta, y no otra, era la verdadera preocupación de las fuerzas anti-AMLO ante la eminente posibilidad real de que López Obrador ganara en las urnas la Presidencia de la República.
*Doctor en Ciencia Política. Profesor e investigador de carrera en la UNAM. Miembro del SNI.
Fuente original: Regeneración.mx