Obama y Peña en luna de miel
La visita de Obama a México consolida su imagen entre la comunidad latina, y afianza la de Peña Nieto. Mejor imposible. Barak Obama y Enrique Peña se pasaron corriente mutuamente y eso, en estos tiempos difíciles, es oxígeno puro para ambos mandatarios.
Manuel Narváez Narváez/ A los Cuatro
Este nuevo capítulo queda muy lejos de aquel episodio bochornoso protagonizado por el entonces presidente Vicente Fox, cuando en el marco de una reunión de jefes de Estado en la sultana del norte, a medio camino de la primera administración panista, el guanajuatense le pide a Fidel Castro que coma y se vaya, para evitar un incómodo desencuentro entre George Bush Jr. y el dictador cubano.
En esta visita el presidente norteamericano vino a agradecer a los mexicanos, por decirlo de alguna forma, el apoyo recibido en las urnas que le garantizó la reelección para un segundo mandato. Pero también vino a darle un empujón a la imagen de Peña Nieto.
En su discurso de bienvenida, Barak Obama no escatimó en elogios para el presidente azteca, aunque también recordó a su predecesor Calderón. Sabedor de que sus palabras, más si es en tierra del que las recibe, certifican moralmente las reformas constitucionales aprobadas recientemente por el congreso federal.
Por su parte, para responder al gesto y la cortesía de la visita, Enrique Peña midió muy bien sus palabras y evitó transigir en la reforma migratoria que se cocina al otro lado del río Bravo. Tampoco incomodó a semejante huésped con peticiones de control en la venta de armas, tema que polariza profundamente a los norteamericanos.
Los dos mandatarios fijaron la agenda en torno a reforzar la cooperación comercial, relegando a segundo, si no es que a tercer plano el tema del narcotráfico. Impensable tocar el asunto del tratado de aguas, pese a que en México estamos padeciendo la peor sequía en 150 años, marcadamente en los estados fronterizos.
Previo al arribo del Air Force One y su distinguida comitiva, la PGR asestó un “duro golpe” al crimen organizado con la captura “infraganti” del suegro y cuñado del capo más poderoso del mundo, Joaquín “chapo” Guzmán. Fue un obsequio para el visitante, inquirieron algunos. Preocupa a Washington tregua contra el narco en México, editorializaba The New York Times, al inicio de la semana.
Salvados el protocolo y las cortesías, la estancia del presidente norteamericano en la capital azteca debe haberle redituado políticamente a los dos. Ni Obama ni Peña podrán quejarse que les salió como la planearon.
Falta ver si les alcance para sacar adelante la reforma migratoria y avanzar sustancialmente en el control de la venta de armas de alto poder, a uno, y detener la propagación de guardias comunitarias en la costa del pacifico, contener la caída de Rosario Robles de Sedesol, parar el ejecutómetro, apaciguar las protestas contra la reforma educativa y convertir en crecimiento real y sostenido las reformas constitucionales, al otro.
P.D. Cuando gobernó el PAN, se privilegiaron las visitas del sumo pontífice. Con el PRI, se da su lugar al representante de Dios en la tierra, pero al César lo que es del César.
* Manuel Narváez Narváez. Editorialista de diversos medios desde 1988. Ex -Diputado Federal y Local por Chihuahua. Ex Delegado de la Reforma Agraria. Múltiples cursos de Marketing Político y de Seguridad Nacional en USA. Director del periódico digital alcontacto.com.mx (mnarvaez2008@hotmail.com/ Twitter: manuelnarvaez65) mnarvaez2008@hotmail.com
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