¿No hay chance de bajarles el sueldo? ¿Qué tal si les subimos los impuestos?
Joaquín Bohigas Bosch / 4Vientos
Ni modo, para arrancar la Cruzada contra el Hambre había que ir a un Municipio que estuviera bien jodido. Una posibilidad era San Juan Petlapa, campeón de la marginación oaxaqueña (CONAPO, 2010). Pero Petlapa está tan retirado, que solo al Peje se le ocurre ir. Aunque está bastante menos fregado, Santa Inés del Monte ocupó un respetable lugar 155 entre los municipios con más carencias y está a tan sólo 32 kilómetros de la ciudad de Oaxaca. Suficientemente pobre y a una distancia conveniente. Como el camino a Santa Inés es angosto y toma cerca de una hora llegar, nuestros funcionarios prefirieron irse por la vía aérea y descender en el pueblo luciendo una sonrisa descansada, cada pelo en su lugar y ni una arruga en la ropa.
Adornados con collares de flores, la sonriente jefa de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) y el adusto gobernador de Oaxaca se sentaron junto a unos niños recién bañados, para verlos comer la torta de chorizo que el DIF les trajo. Una buena foto. Luego develaron la Placa Conmemorativa del Primer Piso Firme en el Municipio y terminaron su visita inaugurando la lechería de Liconsa, urgentemente instalada en la oficina donde despachan tres regidores, y dando el banderazo de salida a cuatro unidades móviles de Diconsa. Antes de que se fueran, el presidente de un comité comunitario solicitó luz, agua, drenaje y un médico. Atentos, los funcionarios tomaron nota, consideraron la posibilidad de develar una placa conmemorando la primera llave de agua, prometieron estar en contacto y se fueron con los paquetes de leche que trajeron para inaugurar la lechería. Solo dejaron un letrero con la leyenda “Lechería 2038810200 Santa Inés del Monte” y otro con fotos de Enrique Peña Nieto y Rosario Robles. Sucedió el 19 de julio. Como los funcionarios, las unidades móviles volaron y no volvieron. Y según el alcalde de Santa Inés, la lechería de Liconsa es una “vaca muy flaca porque no da leche”. Al pueblo le quedó el recuerdo de la torta de chorizo, que ni estaba buena (ver NSS Oaxaca y Proceso).
Por su perseverante y eficaz combate al hambre y etcétera, Rosario Robles recibe un sueldo mensual gravable de más de $276 mil o 150 salarios mínimos o los ingresos de todas las familias de la cabecera municipal de Santa Inés. Sin contar con las prestaciones que, en lo oscurito, quizá duplican los honorarios de la Lic. Robles y no aparecen en su declaración fiscal. Sería mucho pedir que Chayito fuera como la madre Teresa de Calcuta, pero … Tampoco pasan hambre los otros 277 funcionarios de la SEDESOL que cobran más de $100 mil al mes y que, en conjunto, nos cuestan $500 millones anuales (más prestaciones). Pero esta secretaría es un dechado de austeridad comparada con otras dependencias. Si solamente consideramos salarios gravables superiores a cien mil pesos mensuales, en 2012 la Secretaría de Hacienda distribuyó $4,314 millones entre 2,446 funcionarios y PEMEX, siempre generoso, le dio $8,039 millones a 4,612 empleados. Donde los sueldos llegan a niveles estratosféricos es en el Poder Judicial, con 18 magistrados cobrando $491 mil o 270 salarios mínimos mensuales. Ésta aristocracia del gobierno federal la integran de 30 a 40 mil funcionarios, cuyas percepciones anuales gravables suman de $50 a $70 mil millones.

Foto de los once magistrados de la Suprema Corte de Justicia de la Nación después de cobrar otra quincena.
Un candidato presidencial propuso reducir el costo del gobierno bajando los salarios. Algunos lo calificaron de loco y la propuesta está olvidada. Si no hay chance de bajarles el sueldo, ¿por qué no subirles los impuestos?
Hace una semana, Peña Nieto propuso una reforma fiscal que, en mi opinión, contiene varios puntos positivos (los que disgustan a los grandes empresarios). El ejecutivo señaló que en los últimos 30 años la economía creció muy poco, la productividad bajó y la pobreza siguió en el mismo nivel. No lo mencionó, pero la desigualdad social y las utilidades de las empresas han ido en aumento. En 1976, el trabajo recibía 43% del ingreso nacional y la utilidad bruta de las empresas era 53%. En 2010, el trabajo recibió 30% del ingreso y la utilidad fue 69%. Además de ser un mal social, la desigualdad económica reduce el tamaño del mercado interno, afectando negativamente el crecimiento, la dinámica del empleo, la inversión para la producción y la productividad. Al menos, eso es lo que opina Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía.
Entre los países de la OCDE, México tiene el menor impuesto sobre la renta (ISR). Según CNN, en Suecia, Dinamarca, Bélgica y Holanda, el ISR está entre 52 y 60% si el ingreso mensual es superior a $60 o $70 mil, mientras que en Francia y Chile es 52 y 40% cuando es mayor que $225 mil. En la propuesta fiscal de EPN hay una tímida propuesta redistributiva, subir el ISR a 32% a personas con ingresos superiores a $41 mil o 23 salarios mínimos al mes. Esto significa que los salarios netos de Robles y los magistrados de la Suprema Corte serán de “apenas” 102 y 184 salarios mínimos ($190 y $350 mil mensuales). No son afectadas sus generosas prestaciones. ¿Les alcanzará para vivir? Sin duda ¿Invertirán su fortuna en empresas que generen empleo en Santa Inés del Monte? Lo dudo.
Por todo lo anterior, considero que casi todos nos beneficiaríamos con una mayor diferenciación del ISR en los niveles más altos, como se hace con los de menor ingreso. Me llamarán loco, pero va mi granito de arena a la reforma fiscal: minimizar las prestaciones no gravables y establecer un ISR de 60% a ingresos superiores a 250 salarios mínimos, 55% si están entre 200 y 250 y así sucesivamente hasta llegar a 30%, cuando ganen entre 20 y 25 salarios mínimos. Quizá sirva para que ya no haya más cruzadas contra el hambre, ni secretarías dedicadas a medio mitigar la miseria de la mitad de los mexicanos para comprar sus votos. Se vale soñar.