MUSA VERDE: MUSAS Y MUSITACIONES

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En la mitología griega las Musas son las nueve hijas de Zeus y Mnemosínelas y las inspiradoras de las artes. En esta su columna busco inspiración y motivación en la naturaleza y en la búsqueda de un mundo sustentable. Un mundo tan verde como podamos mantener y lograr.

 

Las Musas, en un sarcófago griego (Pintura y Artistas).

 

Horacio de la Cueva* / 4 Vientos / Foto principal: Las 9 musas griegas que inspiraron e inspiran a músicos, danzantes, cantantes, filósofos, poetas, historiadores, actores y astrónomos (Acrópolis).

La primera acepción de musitar es hablar en voz baja, susurrar. También cuando musitamos hablamos con nosotros mismos para pensar—casi en voz alta.

Todo momento es bueno para reflexionar sobre nuestro quehacer diario y nuestra satisfacción (o no) con la vida. También hay momentos y lugares para reflexionar sobre nuestro impacto en el mundo. Esta reflexión es impostergable ante la evidencia diaria y directa del cambio climático en nuestra vida.

Las noticias de huracanes cada vez más potentes, incendios incontrolables, sequías extensas, inundaciones devastadoras con las consecuentes pérdidas en vidas humanas, hambrunas, destrucción de ecosistemas y de las contribuciones que estos hacen a nuestro bienestar.

¿Podemos atacar las causas del cambio climático? Mas allá, ¡debemos! Para hacerlo hay que identificar por quién y cómo ha aumentado la concentración de los gases de efecto invernadero (GEI), causa del cambio climático. Los “culpables” son el bióxido de carbono, producto de la quema de combustibles fósiles, el metano, producto de la digestión del ganado y de los cultivos de arroz, y otros más.

Los GEI son esenciales para la vida en el planeta. Sin el efecto invernadero provocado por estos gases, guardando el calor generado por la luz del sol sobre la tierra, impidiendo su escape al espacio, tendríamos temperaturas extremas altas y bajas diarias. Bajo diferentes concentraciones de GEI la vida pudo evolucionar.

 

Los huracanes son cada vez más frecuentes, fuertes y devastadores en el planeta (Pixabay).

 

La concentración de los GEI ha cambiado durante la historia del planeta, así como la temperatura ambiente media. Los cambios en la concentración actual de GEI es consecuencia de una economía basada en la quema de combustibles fósiles. Las grandes petroleras y las industria que dependen de los estos combustibles no cambiarán hasta que se acaben todo el carbón, gas y petróleo aún bajo el suelo.

Todas estas musitaciones nos dejan con un futuro pesimista y fuera de nuestro control. Poco queda por hacer más que esperar que reuniones como la próxima Conferencia del Cambio Climático de las Naciones Unidas 2021 en Glasgow, conocida como COP 26, solucionen la crisis.

A esta reunión llegarán jefes de gobierno o ministros del ambiente para discutir qué se puede y debe hacer para reducir los efectos de los GEI y mantener el aumento de temperatura promedio abajo de 1.5 oC en lo que queda del siglo — queda poco tiempo y mucho trabajo.

Desafortunadamente, muy cerca estarán representantes de la industria del petróleo (señores son poderosos, ricos y con gran peso político), tratando de convencerlos, contra toda evidencia científica, de que el cambio climático actual sólo es consecuencia de la variabilidad climática natural.

Muy alejados pero presentes estarán muchas Organizaciones de la Sociedad Civil e individuos exigiendo un futuro sustentable para todos —no serán recibidos con los brazos abiertos.

 

Las grandes petrolera tienen apetitos insaciables (BlogSpot).

 

Dejemos las musitaciones y busquemos a las Musas para inspirarnos. No tenemos ni debemos esperar que la COP 26 resuelva el calentamiento global y tome todos los pasos correctos para disminuir la concentración de GEI en la atmósfera a niveles que nos lleven a temperaturas globales aceptables.

Pueden cambiar leyes, obligar a las industrias petroleras a disminuir la extracción de combustibles fósiles o restringir y regular el uso de combustibles fósiles. Con todo eso, nada puede cambiar.

 

El único cambio efectivo será el que cada uno de nosotros haga en sus patrones y costumbres. Pudiéramos comprar un auto eléctrico o híbrido, construido a un costo energético muy alto de metales, plásticos y baterías.

Podemos -¿debemos?- usar transporte público (aunque tiene los mismos costos de producción, pero repartidos entre todos los usuarios). Podemos usar la bicicleta o caminar cuando las distancias lo permitan.

Debemos cambiar nuestro estilo de vida, consumir local, reducir el consumo de carnes rojas (las alimentadas con grano con mayor razón). Podemos restringir la huella de carbono de nuestros viajes, ropas y alimentos.

Debemos entender que todo esto no es disminuir nuestra calidad de vida, sino una forma mínima de promover igualdad, desarrollo sustentable, uso apropiado de los bienes naturales y de mantener los procesos ecológicos y evolutivos. Un deber inspirador al que nos llama la Musa Verde.

 

* Es Doctor en Filosofía (Zoología) por la University of British Columbia, Canadá. Investigador titular del Departamento de Biología de la Conservación en el CICESE. Especialista en Biomecánica, Conservación de especies y ecosistemas. Es coordinador del programa de Maestría en Administración Integral del Ambiente por parte del CICESE y el COLEF.

Ensenada, B.C., México, viernes 15 de octubre del 2021.

 


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