MUSA VERDE: El Viento de Santa Ana y sus drásticos cambios
Los vientos de Santa Ana que acosan a las Californias impulsan incendios que destruyen construcciones y, en ocasiones lamentables, acaban con vidas humanas y de mascotas.
Horacio de la Cueva / 4 Vientos / Foto principal: Omar Martínez / Cuartoscuro

La autopista Tijuana-Ensenada presentó problemas constantes en el tramo de La Misión a Jatay (Foto: Hiptex)
Al Oeste de las montañas del Sur de California y el Norte de Baja California, hay desiertos bañados por la corriente oceánica fría de Alaska. Esta combinación crea climas mediterráneos donde los veranos son secos y calientes y los veranos templados y húmedos.
Estos climas son malos para la descomposición bacteriana y fungal que requiere un clima húmedo y caliente. Como esa no es la normalidad en climas mediterráneos, la descomposición se da de otra forma. Esa otra forma son los incendios, componentes esenciales de los ecosistemas mediterráneos.
¿Qué está pasando con los vientos de Santa Ana? En las Californias la mayoría de los fuegos de verano se inician por rayos. Los vientos Santa Ana, calientes y secos, ayudan a la propagación de incendios y a la descomposición natural.
Sabemos que los nativos de las Californias manejaban incendios acarreando a codornices y venados a trampas o encierros.
Desde la llegada de los europeos han cambiado varias cosas. Tal vez la más importante sobre la cultura del fuego es que pasamos de una política de manejo a una de supresión. La consecuencia principal de la supresión de fuegos ha sido la acumulación de plantas en el suelo y árboles jóvenes, ambas excelentes formas de propagar y mantener incendios. Sin la supresión de incendios, como es el ejemplo del Parque Nacional San Pedro Mártir, tenemos un bosque abierto con pocos juveniles, muchos adultos y vegetación baja (sotobosque) mínima. En estas condiciones, la probabilidad de incendios catastróficos, como los del estado de California, son minúsculas.

Ante la gravedad del fenómeno natural, la SEDENA implementó el Plan de Emergencia DNIII (Foto: UnoTV)
Otro gran cambio ha sido la entrada de especies invasoras. Los europeos trajeron consigo plantas de cultivo como la vid y el trigo que requieren de cuidado para su cosecha.
También llegaron plantas como las avenas y anuales silvestres que llenaron los espacios desplazados por la agricultura o ganados, por ser competidoras sin enemigos naturales contra la vegetación nativa.
Las plantas invasoras, tanto por su número como por su longevidad, han cambiado los ciclos naturales, acortándolos, y la intensidad del fuego, aumentándola.
Con la quema de gasolinas, la cantidad de nitrógeno que llega al suelo ha aumentado y también la fertilidad de los suelos que es aprovechada por las especies invasoras. Tal vez con la entrada de vehículos sin emisiones, energía solar y eólica se suprima esta fuente de nitrógeno y reduzca la biomasa combustible de especies invasoras.
¿Y por qué ahora son devastadores los vientos de Santa Ana? Ellos se daban en un ecosistema con densidad de población humana baja y en ecosistemas prístinos donde existía la biodiversidad adaptada al régimen natural de incendios.
Hace 400 años empezamos a alterar los ecosistemas mediterráneos y en los últimos 200 aumentamos gradualmente el aporte de nitrógeno al suelo.

Los vientos Santa Ana en Rosarito, donde los incendios forestales provocaron serios estragos en las colonias marginales (Foto: Alfredo Álvarez).
En los últimos 100 años nuestra población urbana ha crecido más rápidamente que la rural; al mismo tiempo, en California, los suburbios han invadido las áreas naturales y se han acercado peligrosamente a los bosques y chaparrales en los que el fuego se ha suprimido.
A esta combinación de nuevos desarrollos suburbanos inmersos en vegetación acumulada debemos agregar una nueva característica ambiental: el cambio climático.
En esta temporada, los vientos de Santa Ana han sido los más intensos que se han registrado -superiores a los 90 kilómetros por hora- gracias a una atmósfera más caliente. La combinación es exacta para la presencia de grandes incendios catastróficos que acaban con los ecosistemas, por lo caliente, y destruyen propiedades por la cercanía de estas a los fuegos naturales.
Es triste, pero no sorprendente, que estos vientos de Santa Ana destruyan tanta propiedad particular.
¿Qué podemos hacer? Para los dueños de propiedades campestres, limpiar las plantas alrededor de la casa con la esperanza de que las chispas se mantengan alejadas de la casa. El resto de nosotros, reducir nuestro consumo de combustibles fósiles para detener el cambio climático global.
Además, pido que se encuentre y castigue a los culpables intelectuales y materiales de los asesinatos de Miroslava Breach, Javier Valdéz y el secuestro de los 43 normalistas de Ayotzinapa. ¡Viva la Comisión de la Verdad! Que beba Mexicali, dejemos a Constellation sin agua. Sólo dos años de Gobierno en BC. Apoyo a G Sheridan y H de Mauleón.