Muerte dieciochesca
Tembló una vez. Y luego otra más.
Jesús Abascal/ El Cuento
Y aún tuvo fuerzas para estremecerse por tercera y última vez, antes de que su luz se extinguiera definitivamente. Entonces su viuda, desde el otro brazo del candelabro, pensó que el pobre se había apagado como una vela.