Migrantes felices
Cuatro alegres centroamericanos abordando ‘la bestia’ son captados por la lente de la fotógrafa y documentalista Christina Simons y cuya exposición se inauguró esta semana en el Museo de Arte de Guanajuato, en la ciudad de León. (1)
Myrna Pastrana/ 4 Vientos
En un viaje tan incierto como azaroso se volvieron amigos de infortunio y de que le echan ganas, salta a la vista. La foto muestra las pertenencias de uno de ellos contenidas en bolsas de plástico, el primero de derecha a izquierda sostiene un costal y el que le sigue de camiseta blanca y pantalones a la rodilla seguramente va más cómodo porque la mochila que carga en su espalda le da movilidad de manos libres.
Según el ángulo desde el que se mire, pero de este cuarteto, tres están volteando a ver a alguien o algunos que se acercan al mastodonte de fierro, por ello se explica la actitud corporal del último de la izquierda, el que tiene atravesado su costal en un peldaño de la escalinata, con el cuerpo inclinado y la mano extendida como para ayudar a trepar al siguiente pasajero. Algo hay en común de estos migrantes y los que vayan subiendo: viajan con la bendición de Dios, poco dinero y a merced en una gran mayoría de casos, de traficantes de personas.
La historia de los migrantes se repite a diario, después de días o semanas de atravesar por tramos el territorio mexicano para llegar a la frontera norte, escondiéndose, sometidos a grandes períodos de sed y hambre, llegan por fin al lugar de destino convenido: el Muro de Trump como se le conoce.
El siguiente capítulo de su peregrinar inicia en el momento que cruzan la línea divisoria internacional y se entregan voluntariamente a los agentes de la patrulla fronteriza. Luego son alojados algunos días en un cuarto frío o en una carpa, en tanto que un agente de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos (CBP) da fecha para presentarse a Corte en los próximos meses y determinar su status.
Mientras llega el día, el regreso a la frontera mexicana es inevitable, recuperan fuerzas en alguno de los albergues que para ellos tiene habilitados el gobierno de México y en sus pláticas la especulación es invitada de honor: Que si aceptan solo a quienes hablan lengua indígena, o a las mujeres embarazadas, o a quienes traen niños pequeños.
Bien decía Machado: “el que espera desespera, ¡qué verdad tan verdadera!” Después de haber transcurrido dos o tres meses de haber iniciado la aventura y cansados de esperar, algunos deciden el regreso anticipado, los más, se convencen hasta que les niegan la entrada.
Por ello, es probable que el periplo de los cuatro alegres centroamericanos de la foto, no haya tenido el final deseado, más cuando al final del día se enteran que son admitidos entre tres y cinco migrantes por cada cien solicitantes. En el mejor de los casos ya están de regreso contando su historia.

Migrantes en la frontera sur de México, de la serie “Huyendo hacia ninguna parte”. Foto: Christina Simons
(1) La expo puede visitarse en calzada de los Héroes 308, en León, Guanajuato; de martes a viernes desde las 10:00 y hasta las 17:00 hrs., sábados y domingos de 11:00 a 18:00 horas: https://www.elsoldemexico.com.mx/cultura/ulises-castellanos-en-la-mira-huyendo-hacia-ninguna-parte-migrantes-exposicion-christina-simons-4338904.html
Imagen de portada: “Huyendo hacia ninguna parte” de la documentalista Christina Simons. Exposición de la obra fotográfica en el Museo de Arte de Guanajuato, en la ciudad de León. Publicada por El Sol de México/internet.
Myrna Alicia Pastrana Solis, antropóloga, escritora, periodista y consejera electoral chihuahuense.