Migración y economía es un binomio
Con un coraje encabronado por las 10 horas que hizo fila, solidario con los miles de compatriotas, adultos mayores, mujeres y niños que sufrían la espera bajo un frío inclemente, viento, llovizna, escasez de comida, bebidas y servicios sanitarios insuficientes, en diciembre pasado Fausto Cantú Peña logró cruzar hacia Estados Unidos por Nuevo Laredo; al hacerlo, su ánimo como el de sus compañeros se encontraba lesionado, e indignado se preguntaba ¿Dónde está nuestra diplomacia, servicios consulares y esa “eficiencia operativa de la mayor potencia del mundo”? ¿Será acaso deliberado este trato indigno hacia los mexicanos?
José Sobrevilla / Forum
El incidente desencadenó que el lunes 12 de enero el también responsable de Constitución y República (espacio de análisis y reflexión) que sesiona los lunes en El Café de Fausto, programara el tema Derechos humanos, agenda migratoria y frontera con Estados Unidos, con Humberto Hernández Haddad, quien fue presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de la República y cónsul General en San Antonio, Texas, como ponente, a quien acompañaron dos trabajadores migrantes.
Puntuales, uno a uno arribaron los contertulios. “Cuando llegue Hernández Haddad empezamos” había advertido Fausto. Una vez que llegó, saludos previos de rigor, el otrora cónsul dibujó un panorama preciso de cuál ha sido el lugar de México ante las economías del mundo, lo que nos permitiría comprender las razones del flujo migratorio y sus consecuencias sociales y culturales.
Cuando llegó el tema, el antes funcionario público exclamó “¡Qué herida más dolorosa, hablar de derechos humanos en México!”: En 2014, en su oficina de derechos humanos, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) gastó 85 millones de dólares; y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la Organización de Estados Americanos (OEA), 10 millones de dólares. Juntas erogaron 95 millones de dólares; sin embargo, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, CNDH, en México, gastó ¡120 millones de dólares el año pasado!
El dato dejó fríos a los asistentes: “Es el ombudsman más rico del mundo y con resultados más dolorosos; pero eso no es nada, agregó Hernández Haddad; para vernos en el espejo de la realidad internacional, el costo per cápita del sufragio mexicano, visto el presupuesto del antes IFE (Instituto Federal Electoral) ahora INE (Instituto Nacional Electoral), lo pone como el número uno a nivel mundial”.
Impávidos, los participantes escuchaban las palabras del político mexicano en un silencio de indignación; no era para menos porque, a la cifra lanzada recientemente por Emilio Álvarez Icaza (secretario general de la CIDH) en Washington, había que considerarle que el organismo de la OEA atiende 35 países del sistema interamericano; no obstante que el año pasado 30% de las quejas por violaciones a los derechos humanos las concentró México.
En derechos humanos nos pasa lo mismo que en educación, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) los países que gastan en educación menos que México (per cápita) como Polonia, Turquía y Egipto, obtienen mejor calificación en la evaluación anual internacional en educación pública. Lo que quiere decir que el de México, en materia educativa, no es un problema de recursos presupuestales; lo que evidencia una desviación de recursos con implicaciones políticas que podría cruzarse con la conflictividad regional electoral (Guerrero, Michoacán, Oaxaca y Chiapas, por ejemplo) en los meses próximos, argumentó Haddad.
La expulsión migratoria es un problema interno; sin embargo, el único componente externo podría ser sugerir ante las agencias de administración financiera internacional (Fondo Monetario Internacional –FMI–, Banco Mundial y Departamento del Tesoro) ajustes de política económica para crear un seguro social para trabajadores migratorios mexicanos con cobertura de servicios médicos y garantías pensionarias, sugirió Hernández Haddad.
México ante el fenómeno migratorio
La expectación de los contertulios ante los argumentos del político tabasqueño se mantenía viva; inclusive cuando aseguró que hay una estrecha conexión entre la situación económica que ha enfrentado el país y la migración, lo que ha llevado a que hasta medio millón de connacionales al año salgan en busca de trabajo. Todo ello –agregó– ha creado al interior de EU un sector demográfico de enorme potencial que el Estado mexicano no puede ignorar y está obligado a apoyarlos defendiendo sus derechos civiles, laborales y políticos.
Datos de la ONU arrojan que, producto de esa migración, México pierde alrededor de 5 millones de horas de escolaridad anual; o sea que los mexicanos que recibieron una determinada instrucción básica, por lo menos, terminan trabajando para la economía estadunidense sin reflejar la inversión educativa que su país hizo en ellos.
El fenómeno migratorio va en ascenso a grado tal que no es extraño encontrar mexicanos migrantes con formación de licenciatura, maestría y doctorado. “Si los mexicanos no defienden su cultura nacional, gradualmente la pueden perder como resultado de una práctica de consumo asequible al modo de vida americano. La dieta, las previsiones culturales y festividades estadunidenses pueden terminar por sustituir o distorsionar a las de México”.
En 2001 el número de mexicanos sin empleo formal era de 24 millones 890 mil personas; 12 años después sumaban 30 millones 470 mil los mexicanos que carecían de empleo formal. Esto implica que en el lapso de 12 años hubo un aumento de 5 millones 586 mil desempleados, según el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).
¿A cuánto asciende el déficit en la creación de empleos formales?
El INEGI dice que a 72.4%. Frente a este cuadro social es necesario voltear hacia la demografía, ya que México sigue siendo país de jóvenes y apenas estamos a la mitad del camino del cobro del llamado bono demográfico que en el 2030 vencerá.
Esto quiere decir que, entre 2000 y 2030, México deberá cobrar un bono demográfico consistente en que el contingente de población joven productiva será mayor que el de tercera edad no productiva, ya retirada. La pregunta es: ¿Podrá México cobrar este bono demográfico a tiempo? ¿O se volverá un pagaré social que alterará un concepto básico de la seguridad social y de la gobernabilidad que se llama justicia intergeneracional?, se pregunta Haddad.
Esto significa que, en el relevo generacional, los jóvenes empiecen a asumir los pasivos de la generación que se retira y que generalmente va acompañada de un costo ascendente en gastos médicos por enfermedades crónico-degenerativas cada vez más elevadas.
¿Podrán los institutos de seguridad social de México prever los mecanismos y reservas de mecanismos de atención para ese sector de la población que ha entrado a la curva de envejecimiento, ahora que el país tiene todavía un sector joven que permite el cobro de un bono demográfico?
La pregunta se dispersa entre el humo de los cigarrillos y el olor a café, mientras las cifras sobre el nivel de competitividad que México tiene en el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza, sacude las conciencias.
Los números caen como cubetazos de agua fría. En 2001 México ocupaba la posición 39 en el nivel de competitividad mundial. En 2013 esa posición llegó a 61, lo que implica que perdimos 22 posiciones. En la calidad de gestión de las instituciones públicas, en 2001 ocupábamos el lugar 56, pero en 2013 se nos asignó el lugar 102; o sea que perdimos 46 posiciones en tan sólo 12 años.
En producto interno bruto, por ejemplo, nuestra ubicación en 2001 era del noveno lugar a nivel mundial. 12 años después, en 2013, ya ocupábamos el décimo cuarto, según el FMI. La misma institución reporta que en 2001 la participación de la economía mexicana en el PIB mundial era de 2.21%, y en 2013 ocupábamos el 1.81%, o sea que tuvimos un descenso de .20%.
La ubicación por exportación per cápita en 2001 ponía a México en el lugar 51; y en el 2013 pasamos al 65, lo que indica que tuvimos una pérdida de 14 posiciones según el FMI y la Organización Mundial del Comercio. Las empresas, reportó Promexico, tuvieron exportaciones de 37,745 millones de dólares en 2001; pero en 2013 bajaron a 37,570, lo que implica un descenso de 275 millones de dólares.
Y ¿cuál es nuestro papel como destino de inversión extranjera directa, (IED)?
El total de la IED a nivel mundial, según la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, en 2001 fue de 29.9 billones de dólares; en el 2013 fue 38.3, lo que implica un crecimiento de 28%. ¿Cuál fue la participación de México en la IED mundial en el 2001? Los datos dicen que era de 2.14; y en el 2013 de 2.64, según la misma institución.
Con este panorama, este año nuestro país tendrá un importante proceso electoral que se mueve entre una inseguridad que ha carcomido las esferas públicas, una economía que en el papel fija datos alentadores pero en la realidad deja ver lo contrario; pero sobre todo con una crisis de credibilidad institucional que, negarla no hace menor sus efectos. La población busca respuestas y ante ellas, la clase política ha evidenciado su fracaso.