La vida
No era ni siquiera materia y no era espíritu
Thomas Mann/ El Cuento
Era algo entre los dos, un fenómeno llevado por la materia, semejante al arco iris sobre la catarata, y semejante a la llama. Pero, aunque no sacase nada de la materia, era sensual hasta la voluptuosidad y hasta la repugnancia, el impudor de la naturaleza convertida en sensitiva y sensible a ella misma, era la forma impúdica del ser. Era una veleidad secreta y sensual en el frío casto del universo, una impureza íntimamente voluptuosa de nutrición y excreción, un soplo excretor de ácido carbónico y de sustancias nocivas de procedencia y de naturaleza desconocidas. Era la vegetación, el desarrollo y la proliferación de algo hinchado, hecho de agua, de albúmina, de sal y de grasas, que se llama carne y que se convierte en forma, imagen y belleza, pero que es el principio de la sensualidad y del deseo. Pues esta forma, esta belleza, no es llevada por el espíritu, como en las obras de la poesía y de la música; no es tampoco llevada por una sustancia neutra y espiritualmente absorbida, por una sustancia que encarne el espíritu de una manera inocente, como se manifiestan la forma y la belleza de las obras plásticas. Es, por el contrario, llevada y desarrollada por la sustancia que despierta, de una manera desconocida, a la voluptuosidad, por la misma materia orgánica que vive descomponiéndose, por la carne perfumada…