La Reunión de Gabinete en Michoacán. El eterno retorno de lo mismo.
El presidente Peña Nieto presentó en Morelia el Plan de Desarrollo para el Estado de Michoacán. Largamente esperado el proyecto federal para la restauración de la vida democrática e institucional, la región recibirá una nada despreciable inversión de 45 mil 500 millones de pesos que se distribuirán mediante la aplicación de 250 acciones articuladas en cinco ejes. Se supone que con estas medidas se logrará la recuperación del estado. El gabinete en pleno se dio cita en el Centro de Convenciones de Morelia y ante la prensa nacional dijo Peña que “juntos (Estado y Federación) pretenden revertir las condiciones de debilidad institucional y el deterioro social que propiciaron un ambiente de inseguridad en distintas regiones del territorio estatal”.
Alfonso Bullé Goyri/ A los Cuatro Vientos
En su alocución, con un cierto tono triunfalista, el Mandatario precisó que para hacer valer la ley y recobrar el orden en todos los ámbitos de la vida es indispensable el uso “legítimo de la fuerza pública”. En síntesis, para el buen entendedor, la nueva administración mantendrá el esquema militar y policíaco diseñado por Felipe Calderón, quizás con algunos ajustes, pero dentro de un enfoque de desarrollo sostenido y de mediano plazo, que no lo tuvo el anterior régimen. De este modo Peña Nieto apuesta a que su proyecto favorecerá la transformación de un estado tradicionalmente sometido por las fuerzas del crimen organizado y por la presencia de cacicazgos que han puesto contra la pared a la sociedad michoacana.
Si se analiza con detenimiento la propuesta presidencial, coincidiremos en advertir el innegable carácter “desarrollista”. El primer eje de la acción se orienta a la capacitación y los apoyos productivos de las familias; el segundo, hace referencia a la educación y la cultura; el tercero, pretende desarrollar la infraestructura regional y el fortalecimientos de los proyectos de vivienda digna en las zonas más deprimidas; el cuarto incide el campo de la salud y la seguridad social; y el quinto, pretende un desarrollo social sostenido y que busca proyectos productivos sustentables que eviten el deterioro ambiental.
El proyecto parece bien delineado, no se le escapa ningún tema ni se ahorra nada que pueda menoscabar la argumentación de los economistas más diligentes y sin duda experimentados —ya nacionales o bien extranjeros del FMI. Nada parece estar fuera del esquema “economicista” de los expertos que están persuadidos de que con pan y un poco de ingenio se puede resolver el problema de una entidad vuelta de cabeza gracias a la acción virulenta del crimen organizado que se ha apoderado de todos los espacios hasta hace algunos años reservado al Estado. Suena espectacular la cifra que podría sacar del marasmo aún al pueblo más atrasado y conservador. Con semejante cantidad de efectivo hasta el gobernador Vallejo levantó la oreja y excitó sus ambiciones de administrar tan abultada bolsa. Pero Fausto Vallejo ya no cuenta. El ponderado Comisionado, Alfredo Castillo, siempre guardando las formas y dando el lugar que corresponde a todos los funcionarios, no se extravía con los números y mejor pone manos a la obra.
La parafernalia fue delirante. Los abrazos se sucedían, las entrevistas y comentarios llenaron las páginas de la prensa local. Las primeras planas de los diarios de mayor circulación también cubrieron el acto. Los políticos de siempre se exhibieron, los diputados y senadores mostraban sus mejores caras y los funcionarios locales parecían estar asistiendo a una fiesta de gala rodeados de tantas personalidades federales que nunca antes se habían decidido a visitar el Estado. Están seguros que ahora sí, en Michoacán, las cosas serán muy distintas. Por eso las sonrisas de satisfacción. Concluyó la ceremonia y todos regresaron apresurados a la ciudad de México para otros asuntos.

Michoacán, estado militarizado
Las buenas noticias se desvanecen cuando se asume que no sólo de pan vive el hombre. El origen del problema no está en los planes del gobierno federal, como tampoco en el del estatal ni en el del Comisionado. Ya veremos si lo que dicen que invertirán llega a quien debe llegar y que en un año no volvamos a reconocer que la cuarta estrategia es un fraude. Mucho ruido y pocas nueces. El Presidente se anda por las ramas. Habla de desarrollo, lo cual está bien; de educación, que también es loable; de salud que nadie le regatea, pero, ¿y la justicia? ¿La impartición de justicia? Se sospecha que las autoridades locales han sido complacientes por omisión con el crimen organizado y esa la causa por la que proliferaron las autodefensas y las policías comunitarias, el crimen organizado y el fabuloso negocio de pasarle la factura a la población que por miedo sostiene a los mafiosos.
El caso de Michoacán es un caso extremo del terrible lastre que significa la corrupción que vive el país. Por eso cualquier proyecto democratizador o el más ambicioso y bien estructurado plan de desarrollo económico tropieza con este fenómeno que echa por tierra toda buena intención. La política reformadora del actual gobierno se ve menoscabada por los agentes mismos de su gobierno. Los priistas así han operado desde la fundación del Partido por Calles y durante sus 70 años en el poder no han permitido un desarrollo sostenido y de largo plazo porque quienes operan los destinos de la nación corrompen todo lo que tocan. Los sindicatos, las empresas como PEMEX o la CFE; los altos funcionarios del gobierno, los diputados, los senadores, los jueces, las autoridades policiacas todos, en mayor o menor medida, están corridas por una corrupción vergonzosa. Es de todos conocidos el desvergonzado enriquecimiento de los funcionarios. Cada seis años se levantan imponentes fortunas y nadie tiene la capacidad de contener ese proceso que se repite fatalmente cada seis años.
La reunión de gabinete de resonancia nacional no puede ser tomada muy en serio y mucho menos cifrar esperanzas de un resultado satisfactorio. Es lamentable, pero cierto. La sociedad pide soluciones, mismas que no llegan y cuando llegan, aterrizan fragmentadas, distorsionadas, comprometidas. La historia se repite, y ese “eterno retorno de los mismo”, impone las condiciones de todo fracaso y de la mayor de las desilusiones.