La poca memoria y la persistencia del olvido

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Mientras en Japón un anciano es considerado ‘tesoro viviente’ por su sabiduría y aporte a las nuevas generaciones, en otros países son considerados un estorbo.

José Luis Treviño/ A los 4 Vientos

Es doloroso observar a diario un ejército de adultos mayores desempeñando diversos subempleos, desde empaquetadores de mercancía, vendedores de periódicos, barrenderos, ‘chalanes’ o ayudantes, guardias de seguridad con 12 horas laborando de día o noche. También como acomodadores de productos y un sin fin de actividades que los mantienen ‘ocupados’ y percibiendo un modestísimo salario o cooperación voluntaria, sin olvidar a los indigentes que apenas sobreviven en el completo abandono cual fantasmas sociales que a nadie importan.

‘Nadie sabe lo que lleva la olla’ y en tanto hacen interminables filas para recibir una simbólica aportación gubernamental, esperan lo que todo ser humano hace pasando los 70, la muerte.

Don Luis vivió gran parte de su existencia en Samalayuca, un pequeño poblado que quedó fuera de la autopista Chihuahua- Juárez y al igual que muchos otros vieron agotarse la oportunidades y los ingresos. Ahora Don Luis recuerda que alguna vez sembró hortalizas junto a su padre y hermanos, aprendió mecánica y ante la demanda por sostener a la familia estudió poco. El pensamiento neoliberal dirá: ‘todos tienen las mismas oportunidades y a nadie se le impide crecer y alcanzar sus sueños si así lo desean’

Los abismos generacionales  dependiendo del momento histórico, habrán de asumir posturas respecto de los jóvenes para con los viejos y viceversa.

El cuidado y atención del adulto mayor en las diferentes sociedades, se basa desde tradición oral hasta esquemas socioculturales ancestrales; en México muchas etnias asumen la total responsabilidad de sus ancianos sin cuestionar pasado, actos o comportamiento.

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La sociedad mexicana en general habiendo o no recursos adopta a los padres o abuelos sin que esto garantice calidad de vida y en muchos casos se les maltrata o esclaviza. De pronto a todo mundo se le olvida que el abuelo fue joven, trabajó, sostuvo, engendró hijos, peor aún, sentado o recostado en algún espacio todos pasan ignorando su presencia o evitándola, no vaya a ser que se le ofrezca algo o comience a verborrear de su vida y a repetir gastadas historias que aburren a propios y extraños. Ser viejo es pasar a la dimensión desconocida, la soledad y el abandono cual mueble usado y usable mientras aporte materialmente algún beneficio para deshecharlo después.

Por el lado del vecino país antes se observaban contingentes y convoyes interminables de ancianos estadounidenses viajar en sus enormes casas rodantes y estacionarse en las ciudades y paraísos tropicales de México disfrutando de su cesantía, tampoco se observa ya éste fenómeno. Allá fueron desplazados en asilos de diferentes categorías y según la capacidad económica los menos, otros pasan a las mismas condiciones narradas ya”.

¿Por qué la atención a llamada tercera edad? Don Luis no sabe en que momento terminó levantando latas de aluminio en las calles, menciona que antes de que Samalayuca quedara fuera de la carretera su idea era seguir con la tradición de sembrar hortalizas y vivir de la tierra como su padre, dice que todo se vendió a particulares fuera del ejido y de pronto ya no tenían nada. Don Luis no sabía hacer otra cosa además de poca mecánica, ir y venir en diferentes ocupaciones fue toda su vida adulta con la idea de recuperar alguna vez sus hectáreas, -¡Ni cómo!, me hice viejo y lo que sé a nadie le interesa.

¿Que tiene que ver Don Luis con nosotros? ¿Porqué prestar atención a una historia repetida hasta el cansancio a lo largo y ancho del país? ¿Leer otra vez la historia de fracaso de un anciano agricultor que hasta canción tiene? “Jacinto Cenobio”. ¿Ya, no? ¿A quien le importa? Si, seremos viejos… Algún día y no somos Don Luis, nos preocupáremos después.

Todo, absolutamente todo tiene que ver con Don Luis, la autosuficiencia alimentaria de México pudo haber sido el ejido, ni siquiera producimos ya los alimentos básicos y dependemos de las importaciones. Ese ejército de viejos que lo perdieron todo pudieron haber significado una gran parte de la independencia económica del país.

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Nunca se trató de posturas paternalistas del estado, tampoco de dádivas en apoyos tecnológicos al agro, mucho menos una apertura a precios de garantía, todo fue la ciega ignorancia y ambición de una clase política con pensamiento feudal. Los años pasan y para Don Luis que trae en una bolsita una lata de granos de elote se pregunta: –¿Con qué la revuelvo?, ni para huevos hay.

Hoy por hoy, Samalayuca, el último bastión agricultor de la región norte ejidal sigue con la misma problemática de altos costos en insumos, semillas y fertilizantes, pese a cierto incremento en turismo de aventura en la zona de médanos y El Ojo De La Casa con una brecha de petroglifos que datan de una antigüedad de 12,000 años, el INAH durante la construcción de la carretera permitió la demolición de gran parte de la pequeña cordillera. Los caminos vecinales se tornan peligrosos ante el trasiego de drogas y ya no hay lugar para Don Luis allá, sólo las calles de Juárez, un cuartito prestado por una sobrina y lo que ‘Diosito disponga’, dice”.

Según un informe del Consejo Nacional de Población (Conapo), en México hay 10.5 millones de personas mayores de 60 años, lo que representa a 9 de cada 100 mexicanos. De ese grupo de población, 82 por ciento vive algún grado de pobreza, ya sea monetaria o alimentaria. Conapo estima que para 2030, en México habrá más adultos mayores que jóvenes menores de 15 años y para 2050, un 30 por ciento de la población tendrá más de 60 años.

Ser productivo por necesidad a edad avanzada, es muy diferente a ser productivo por experiencia y autodeterminación, jubilarse con júbilo ya no es ni siquiera una alternativa, el ahorro para el retiro es una triste opción de medio comer.

Las nuevas generaciones deben prepararse para el maquiavélico plan del neoliberalismo dónde se muere trabajando, sin la opción de crear antigüedad, sólo contratos a destajo y con la libertad de cambiar de patrón antes del vencimiento contractual y sin importar el nivel educativo”.

El transcurrir del tiempo se percibe diferente dependiendo de la edad y tal parece que la mercadotecnia lo sabe vendiendo a niños y adolescentes, así cómo a los adultos jóvenes a través de modelos hedonistas y mensajes megalómanos una postura de desprecio por los ancianos.

La geografía cambia según la región, aquí son cordilleras lastimadas, hortalizas malogradas y agricultores sin tierras, mas al sur es igual pero con otro clima.

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Se habla en los discursos oficiales de la urgente necesidad de prepararse para un futuro con un alto porcentaje de adultos mayores, pero las acciones percibidas y la cotidianidad nos ofrece una visión de descuido y abandono, tanto de los ancianos citadinos como los campiranos.

“Las expectativas adversas que existen hoy sobre la vejez, casi siempre están basadas en la ignorancia o en premisas falsas”, dice el psiquiatra e investigador Luis Rojas Marcos

 Además y por mucho cada cosa que pasa y nos frustra de sobre manera o no nos logramos explicar pueda ser tal vez por esta reflexión:

Existen límites fraguados desde esferas de poder muy por encima de nuestra comprensión, hay  fronteras para las que no existe pasaporte alguno, decisiones que jamás podremos cambiar. El poder, el verdadero poder, es un inimaginable ente retorcido de absoluta crueldad sin moral, sin empatía, que con facilidad extrema   prescinde de lo que sea y de quien sea. La cúpula, la mandala única e intransgredible, está protegida bajo códigos también impenetrables. ¿Quiénes ostentan tal poder? Seguramente jamás lo sabremos y para cuando los vinculados a su salvaguarda se perciben frágiles, es muy sencillo prescindir”

Mas no hay que olvidar lo que dice el refrán popular: “cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”.

José Luis Treviño Flores1*José Luis Treviño Flores, Coordinador Académico en el subsistema de secundarias técnicas. Escritor, dramaturgo.

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