La justicia en tiempos del coronavirus

Comparte en redes sociales

“Cada persona posee una inviolabilidad fundada en la justicia que incluso el bienestar de la sociedad como un todo no puede atropellar.”

John Rawls. Teoría de la Justicia (página 17, Primera edición 1971 . ISBN 674-88014-5)

Hay algo que no alcanzamos a vislumbrar estando en medio de una crisis mundial derivada a causa de la pandemia que ha azotado a la humanidad desde hace unos meses, aturdiéndonos el lapso que lleva el año 2020.

El empleo “no escencial”: ¿Justicia, legalidad, sobrevivencia? (Foto: Reuters)

Osvaldo Medina Olvera / 4 Vientos

Todos estaremos pensando que la pandemia por la que atravesamos, genera tan sólo un paréntesis en el desarrollo de nuestras vidas.

Muchas formas de pensar se evidencian ahora: desde el escéptico que cree que no existe tal cosa y que es inventada por políticos que aprovechan los medios de comunicación formales, informales o los influencers, por lo que resulta innecesario tomar alguna medida al respecto.

Así como los que creen que si existe el virus, pero que es una exageración y que no pasara más allá de malestares que el cuerpo resistirá y, por lo tanto, las medidas sanitarias recomendadas no son para tomarse tan en serio.

Los hay también que creemos en la seriedad y severidad del virus y no podemos evitar sentir temor e inseguridad no solo por nuestras vidas, sino también por nuestro proyecto de vida, por nuestras posesiones.

Somos -toda la humanidad- una sociedad que fue adoctrinada desde la cuna para pensar en el progreso traducido en la seguridad económica que significa el buen vivir, sin importar el costo que ello conlleve, aunque éste precio sea dejar de ser dueños de nuestra propia vida para empeñarla por un empleo, por un proyecto de vida que hay que alcanzar aunque ello nos cueste salud propia y hasta la muerte.

Por eso es que todos los grupos antes mencionados tenemos un signo común: todos creemos que la pandemia es tan solo un paréntesis en nuestras vidas (paréntesis que la tierra, la naturaleza -Gaia misma- nos obligó a tomar para no destruirla y destruirnos) y que una vez terminada toda esa pesadilla, las cosas volverán a ser justo como las dejamos antes de que esto iniciara.

“Uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio”(https://youtu.be/cej0uSvOcyE Sinceramente tuyo. Voz, letra y música de Joan Manuel Serrat).

Nada más falso en aseverar que las cosas serán igual de nuevo. Perdemos de vista que mientras se acrecienta éste paréntesis, y de ésa manera se va perdiendo, se va diluyendo todo lo materialmente atesorado para quedarnos en la proporcional miseria que está significando esas pérdidas graduales que aqueja a todos, independientemente del caudal personal o corporativo.

No todos tendrán la oportunidad de reanudar su vida (Foto: Comunidad de Madrid / D. Sinova)

Y si los caudales materiales se van deteriorando lentamente mirando inclusive la fragilidad de la salud y de la vida, no nos percatamos a plenitud que algo similar ocurre con los valores morales. Y reflexionamos un poco para percatarnos también que esos valores morales muchas veces han adquirido el carácter de moneda de curso moral, paralelo a los valores materiales.

Y, en este caso, no es que diluyan esos valores, sino que se corrompen o reconocemos la verdadera naturaleza que les hemos concedido. En fin, se transfiguran hasta reconocer lo que con ellos hemos hecho.

Es innegable que cualquier valor moral que ahora invoquemos -la ética y la corrupción, por ejemplo- son palabras que de igual manera sólo se le conoce si se le empata al aspecto material, económico, como sinónimo de enriquecimiento del avaro a costa del cualquiera y sin remordimiento, hasta del paupérrimo; o si se quiere ejemplificar a la cosa pública, del gobernante en contra del gobernador.

En esta época de pandemia se sigue pensando en rescatar la riqueza aun a costa de la salud (de la propia y de la ajena) para reclamar cada uno desde su trinchera, una riqueza que vemos diluirse lentamente, pues en el mismo proceso se van diluyendo igual los sueños, los deseos, los placeres todos; desde los fatuos hasta los merecidos.

Esa guerra nos tiene ocupados ahora y hay un valor que también parece sufrir esa devaluación: La justicia.

¿Qué significa la justicia en tiempos del coronavirus? La justicia – nos ha escrito John Rawls en el desarrollo de su Teoría de la Justicia- es meramente procesal, pues es el resultado de respetar en un proceso las reglas y principio que rigen el propio procedimiento. Y hay que entender que la justicia -como resultado procesal- puede ser que coincida o no con la realidad; luego entonces, nos daremos cuenta si las reglas y principios que rigen el procedimiento fueron diseñados para obtener una justicia acorde a la realidad que vive una sociedad.

Esas reglas y principios deben contenerse en leyes y de ahí la importancia de que los legisladores busquen reglas o leyes cuyo objetivo sea la justicia acorde a la realidad que vivimos.

A tono de paréntesis, también resulta importante elegir a legisladores que tengan conciencia para comprender lo que implica la justicia social y comprender la importancia de los procesos legislativos, y no solamente legislar las ocurrencias de campaña.

El coronavirus y su presencia en los congresos legislativos del mundo (Foto: El País).

¿Pero qué hay entonces de la justicia en época de coronavirus? Significa buscar un resultado acorde para sobrellevar la crisis de una emergencia sanitaria como la que vivimos actualmente, y con miras a obsequiar un esquema de equidad para la época que surgirá una vez que sea sobrellevada la misma. Eso es algo que no se comparte por todo mundo.

Si bien es cierto que nuestras leyes han contemplado el ajuste a la época, como lo es el hecho del que el gabinete del ejecutivo federal haya dado un giro de timón para que el Presidente de la República y la titular de la Secretaría de Gobernación solo tengan presencia visual para que la ciudadanía los note presentes, lo cierto es que nuestra nación, en este momento, se encuentra necesariamente gobernada por el experto en materia de salud, haciendo notar que es la Secretaría de Salud la que toma la rienda de las políticas públicas del país ya que todas las acciones del resto del gabinete deben sumarse a las políticas de salud emergentes, para atender la situación que nos aqueja.

No está presente el presidencialismo de antaño, sino que su lugar aparece actuando el estado democrático de derecho.

No es el poder judicial el que ha desaparecido, sino que éste ha dejado de poner atención en los asuntos cotidianos para fijar su atención en las actuaciones del ejecutivo y vigilar que ése actuar de la autoridad sanitaria, y las demás dependencias del gobierno federal, se sujetan a respetar los derechos humanos con énfasis en seguridad humana. Es ponderar el Estado Democrático de Derecho.

Pero no todos pensaremos del mismo modo y es curioso que la pandemia empiece a generar sopor a mis amigos colegas del gremio de abogados, y dado que la actividad litigiosa nos ha dejado en suspenso, empezamos a hacer ejercicios mentales para poner a prueba a las autoridades que ahora vigilamos más por necesidad que por deseo.

Buscamos el ejercicio de descubrir qué tanta sagacidad hay en los expertos jurídicos de las dependencias de gobierno en una situación tan atípica, como las neumonías que nos aquejan desde hace meses; pero no importa la justicia, dejamos de ver a la distancia y centrémonos tan sólo en conceder una exorbitada importancia a la legalidad: Justicia versus legalidad

“¡Venga! Vamos y pongamos a prueba el conocimiento jurídico del gobierno”, pensarán muchos abogados que, pasando del ejercicio mental, lo llevarán a la práctica. Que si la autoridad sanitaria dice que hay que permanecer en casa y no salir a centros de diversión o de recreo, desde el ciudadano de calle hasta el estudiante de derecho, pasara por su mente que eso significa un toque de queda.

Que si hay que cerrar los centros de trabajo que no desarrollen actividades esenciales, entonces pensaran muchos abogados libres -y más aún los abogados corporativos obligados a pensar en defender un interés económico de la empresa-, que hay que demostrar lo autoritario y ambiguo que implica terminar lo que es esencial o no.

Por la pandemia, ¿justicia laboral en las plantas maquiladoras del país? (Foto: Línea Directa)

Y ya de plano encontrar algún vicio del procedimiento -como argucia legal- que le permita al dueño de una fuente de trabajo recurrir al amparo para ganar un tiempo de producción. No importa la justicia, pero si importará una legalidad atemporal porque se pretende la vigencia de una legalidad que imperaba antes de la pandemia, pretendiendo su validez sin importar el alcance de la justicia como objetivo final.

En los ejemplos que se han observado en lo que va de abril se observó que muchos empleadores recurren a artificios jurídicos por consejo de sus asesores en la materia, para continuar con labores no esenciales; Con ello sacrifican la salud del trabajador, con la directa o velada amenaza de dejarlos sin empleo y, en el mejor de los casos, obligándolos a tomar vacaciones no solicitadas o hacerlos laborar sin las medidas sanitarias que exige el momento.

Ante esa aventura del ejercicio para probar la sagacidad de la autoridad, el litigante no se percata de que esas acciones rebasan los límites tolerados y exponen al empleador a la responsabilidad penal por exposición del trabajador a ambientes de alto peligro de contagio y muerte.

Cualquier fuente de trabajo que continúe sus labores después de la declaratoria de la emergencia del 31 de marzo de 2020, tendrá responsabilidad criminal por peligro de contagio colectivo y si alguno de sus trabajadores se enferma de coronavirus, o en el peor caso, en responsabilidad por homicidio simple intencional si se provoca la muerte a causa del mismo.

¿Y quiénes serían los sujetos a quienes se fincaría tal responsabilidad? No solo al dueño de la fuente de trabajo, sino también a sus gerentes y particularmente al responsable del área de recursos humanos.

Es tiempo de vislumbrar el rol de la justicia en ésta época, de identificar el lugar que deberá tener la ética profesional de quienes se encuentran alrededor de las actividades no esenciales que aún siguen operando.

El ejercicio jurídico no debe ser uno que ponga a prueba las habilidades argumentistas del abogado, como si fueran preguntas de un examen profesional. Honestamente, éticamente, moralmente, La pandemia es un mal que debe ser combatido con inteligencia, con estado de derecho y con la participación de la sociedad en miras a salir todos bien librados de ella.

Solidaridad, ante todo, abrazando un fin común y ponderar los derechos que debemos priorizar. Hago votos porque así sea.

Abogado por la Universidad Autónoma de Baja California. Magister en Seguridad Humana y Derechos Humanos por la Universidad Milano Bicocca, de Milán, Italia. Desde enero de 2020, el autor es miembro adherente de la Asociación Latinoamericana de Derecho Penal y Criminología. (ALPEC).


Comparte en redes sociales