La culpa, lugar común en las madres profesionistas y trabajadoras‏

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– En mayor o en menor grado la culpa (por lo hijos) es una constante en madres laboralmente productivas o profesionistas.

– Es uno de los principales motivos de consulta psicológica.

– Se vuelven consentidoras de sus hijos y no imponen límites, con los consabidos problemas emocionales que vivirán sus pequeños a futuro.

Centro de Especialización en Estudios Psicológicos de la Infancia

“Cuando acuden a terapia psicológica no se conciben como buenas mamás. Sienten que le están fallando a sus hijos porque no están presentes durante gran parte del día. Piensan que sus pequeños son hijos de las guarderías. Esto les genera remordimiento, y en ocasiones, promueve que las mujeres sean demasiado consecuentes con sus pequeños: no les ponen límites y eso a futuro es una bomba emocional. Véase el Síndrome del Emperador”, explicó la Maestra Claudia Sotelo Arias, directora del Centro de Especialización en Estudios Psicológicos en la Infancia (CEEPI).

La especialista afirmó que por un lado, las mujeres no pueden ni quieren (y ni es recomendable) renunciar a su vida profesional o laboral, pero por otro lado desean estar más tiempo con sus hijos.

“Existe otro grupo de mujeres que sí optaron por renunciar a su trabajo. Lo que sucede, en muchísimas casos, es que sienten sacrificadas y eso generará frustración en ellas y transmitirán culpas en los niños, porque sabemos que ‘el sacrificio’ de las madres produce chantajes a futuro a los hijos”, dijo.

¿Qué hacer entonces? A decir de Sotelo Arias es necesario que las mujeres que tienen el privilegio de ser madres comprendan que en la vida hay tiempos para realizar todo lo que está a su alcance.

“Por las etapas del desarrollo psicológico infantil sabemos que los primeros cinco años de vida son fundamentales. De ahí se construirá la personalidad que regirá al ser humano el resto de su vida. En esta etapa las madres deben estar presentes sino con tiempo, sí con calidad. Después de ese lapso los niños se vuelven más autónomos y es el momento para que las madres emprendan nuevas metas y tareas”, comento la maestra Morales, miembro de CEEPI, psicoanalista y especialista en Evaluación y Perfiles de Riesgo e Intervención en Crisis Familiares.

En ese sentido, Morales Carrillo precisó que los especialistas y profesionales de la salud mental (psicólogos, pedagogos e incluso maestros) deben estar atentos para detectar estos conflictos en las madres e intervenir a tiempo, ya que de lo contrario los niños podrían desarrollar trastornos emocionales.

Mamás trabajadoras: ¿qué tan costoso es ‘mantener’ un empleo?

Trabajar no siempre es un dilema moral, sino una decisión financiera obligada, ¿puede ser más costoso trabajar que cuidar a los hijos?

Georgina Navarrete / CNN México

En un país como México, que cerró 2011 con un crecimiento económico de 3.7% y una inflación de 3.82%, la idea de que una familia sobreviva con un solo ingreso y construya un patrimonio es casi un sueño. Esta situación obliga a muchas madres a ser cada vez más creativas para conciliar su desarrollo profesional con la atención de los hijos.

La carga es muy pesada. Además de la doble jornada y la discriminación en el mercado laboral -en México los hombres ganan en promedio entre 4% y 12% más que una mujer en puestos de responsabilidad similar, según datos del INEGI-, también deben asumir la carga financiera que implica buscar un ingreso y cuidar a los hijos.

MADRE VOTANDOEs decir, a los gastos de transporte, comida, ropa adecuada, lavandería, tintorería, estacionamiento y gasolina que todo trabajador tiene en su condición de empleado, las familias con hijos deben sumar el costo de una guardería o una niñera que garantice el bienestar de los pequeños.

Aracely Sánchez, ingeniera y arquitecta, decidió retirarse del medio laboral luego del nacimiento de su segundo hijo. “Mi mamá me ayudaba con la niña, pero ya es mayor y dejarle la responsabilidad de dos era demasiado. Pagar una guardería privada para el bebé y el colegio de la niña definitivamente salía de nuestro presupuesto”.

“Al poner en la balanza ese gasto contra mi ingreso y mi horario de 8 a 8, la ganancia real era tan mínima que no valía la pena encargar al bebé en manos extrañas y perderme sus mejores gracias”, cuenta Sánchez, quien aprovecha toda oportunidad de conseguir ingresos adicionales, casi siempre como vendedora de productos por catálogo.

¿Por qué fue Aracely quien renunció a sus sueños profesionales y no su esposo? “Hay que ser realistas y prácticos. Más allá de las críticas y el peso social, en ese tiempo no ganaba ni la mitad de lo que Jaime –su esposo, también ingeniero- traía a casa”. Con todo, ella corrió con suerte, pues no todas las familias pueden financiar que papá o mamá se retiren del mercado laboral.

Tal vez por eso, la tasa de participación de la mujer en el mercado laboral en México ha pasado de 17% en 1970 a 43.5% de la Población Económicamente Activa total al cierre de 2011, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Mamitas tras la “chuleta”

Tras ocho meses “malabareando” entre su trabajo como profesionista independiente con cinco clientes y el cuidado de su recién nacido, Laura Escamilla recibió una oferta laboral a la que no podía ni quería renunciar: un puesto ejecutivo de tiempo completo, “con un buen sueldo y prestaciones”.

Más allá del problema que significó encontrar la mejor opción de cuidado para su hijo, que pasó desde las guarderías de estado, donde el niño siempre estaba suspendido por enfermedad, a pagarle a familiares y a guarderías privadas, el descalabro económico ha sido constante. El niño ya tiene cuatro años.

“El rollo económico pesa. En estos años las vacaciones han sido cortas y a lugares no muy caros; no hemos cambiado de coche en cinco años y nos restringimos en ciertos gastos que consideramos superfluos, pero sin duda valió la pena tener un sueldo fijo y mis prestaciones… Me siento más tranquila con mi futuro”.

Mejor sola…

El abandono del empleo también es impulsado por la inequidad de género en las condiciones laborales generales, y los bajos salarios, hasta 20% menores para las mujeres, según el Informe sobre Desarrollo Mundial 2012: Igualdad de Género y Desarrollo, elaborado por el Banco Mundial.

Sin embargo, es importante aclarar que dejar el trabajo asalariado y dejar de buscar ingresos económicos son cosas muy diferentes. En México existen cerca de 26 millones de madres, y de ellas casi 11 millones trabajan, según datos del INEGI y del Consejo Nacional de Población (CONAPO) a 2010. Más de 6.5 millones no tienen pareja y son el único sostén de su hogar.

Es el caso de Angelina García, madre soltera de una pequeña de 5 años. Sin seguridad social ni un familiar que pudiera apoyarla, durante el primer año de vida de su hija echó mano de sus ahorros para quedarse en casa y cuidarla.

“Todavía arrastro deudas de ese entonces. Mi alternativa fue buscar opciones de trabajo en casa mientras mi niña asistía a una guardería de Sedesol (Secretaría de Desarrollo Social), que me cobraba 800 pesos al mes. Hoy vivo del freelance y mi niña va en un jardín de niños público con jornada de cinco horas. La rutina es estricta y mi vida social inexistente, pero funciona”.

Un gran porcentaje de madres trabajadoras laboran en el sector informal, lo que las deja sin la opción de dejar a sus hijos en una guardería del estado, que sólo atienden a unos 500,000 niños de los más de 3 millones de pequeños menores de 4 años con necesidad de este servicio.

Y aunque el Programa de Estancias Infantiles que la Sedesol lanzó en 2007 atiende a más de 220,000 niños, una gran mayoría de las madres con o sin seguridad social deben recurrir al sector privado, en el que los precios van de los 1,500 a los 5,000 pesos por mes, pues suelen cubrir casi todo el horario que ellas trabajan, con comidas incluidas.

Angelina sueña con conseguir un empleo de tiempo completo y prestaciones, como el de Laura, pero su situación económica y familiar es incompatible con esa posibilidad.

“En estos años perdí dos buenas ofertas de trabajo, porque en ambas me aclararon que alguien tendría que responsabilizarse del cuidado de mi niña. En uno de ellos iba a gastar casi todo mi sueldo en pagar la guardería de 7 a 7, sin contar transportes y comidas… decliné.

“Me gustaría que los empleadores incluyeran la palabra ‘flexibilidad’ en sus políticas laborales”, remata.


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