La Cuenca del Colorado en grave crisis; preocupación en los EU, indolencia en Baja California
Será en agosto próximo cuando la Comisión Internacional de Límites y Aguas entre México y los Estados Unidos (CILA) establezca con precisión cuál será la nueva reducción en el abasto de agua potable del Río Colorado para Baja California en 2023, cantidad que al terminar junio se ubicó en un estimado de 126 millones de metros cúbicos (Mm3); es decir 123 mil millones de litros lo que a su vez representa 27 mil millones menos que los que se entregan este año.

La Presa Glenn Canyon, en crisis de almacenamiento de agua del Colorado el pasado 4 de julio (Cortesía).
Javier Cruz Aguirre / 4 Vientos
Foto destacada: La presa derivadora Morelos, en Los Algodones, Mexicali, la primera presa de derivación construida por la Secretaría de Recursos Hidráulicos en los términos del Tratado y bajo la supervisión de la CILA, para cumplir los propósitos de riego agrícola de 200 mil hectáreas de los Valles de Mexicali, B.C., San Luis Río Colorado, Sonora, y el abastecimiento a las poblaciones de la región (Cortesía).
Ensenada, B.C., México, sábado 9 de julio 2022.- La decisión forma parte de una serie de acciones que los Estados Unidos impulsa para enfrentar la evolución “preocupante” de las condiciones en la cuenca del Río Colorado, sistema hídrico binacional que al 4 de julio, y desde abril pasado, opera en condiciones históricas de bajo almacenamiento que generan “incertidumbre sobre la factibilidad real de poder efectuar entregas de agua a todos los usuarios”.
Lo anterior cobra toda su dimensión si se entiende que el Río Colorado nace en las Montañas Rocallosas de Estados Unidos, en Colorado, y fluye hacia el sur por Utah, Arizona, Nevada y California; cruza la frontera internacional y atraviesa Baja California hasta desembocar en el Mar de Cortés. Por ello sus aguas se reparten entre Estados Unidos y México.
La preocupación de las dos secciones de la comisión –estadounidense y mexicana- respecto al “claro indicativo” del impacto que tiene el cambio climático en las condiciones de escurrimiento en la cuenca del Río Colorado, provocó que ambos grupos sostuviera reuniones de emergencia con las autoridades federales competentes y estatales de Baja California y Sonora, así como con los usuarios agrícolas de las aguas del Río Colorado, para darles detalles del contexto que prevalece en la cuenca y de las expectativas que se tiene sobre su progreso.
Específicamente, en abril los comisionados platicaron directamente con los usuarios agrícolas de las aguas del Río Colorado, especialmente del Distrito de Riego 014 (valle de Mexicali), sobre la vital importancia de las acciones que se están llevando a cabo en Estados Unidos para atender esta situación, mediante medidas adicionales de conservación de agua en los Lagos Mead y Powell.
Y el 3 de mayo, la Comisionada mexicana Adriana Reséndez Maldonado sostuvo una reunión con la gobernadora de Baja California, Marina del Pilar Ávila Olmedo, a quien se le presentó el estado actual de las condiciones de la cuenca del Río Colorado, además de “las acciones extraordinarias” que Estados Unidos está emprendiendo con la meta de mantener los niveles en el Lago Powell (Presa Glenn Canyon) que beneficiarán a los usuarios en ambos países.
La comisionada enfatizó a la mandataria “la necesidad de que México desarrolle proyectos que generen ahorros de agua y que contribuyan al mantenimiento de los niveles en las presas de la cuenca, en beneficio de todos los usuarios de la misma.”

El Lago Mead y su dramático abatimiento al pasado 4 de julio (Cortesía).
La respuesta del gobierno morenista llegó esta semana cuando el secretario para el Manejo, Saneamiento y Protección del Agua, José Armando Fernández Samaniego, anunció en medios de Mexicali que se reunió “con algunos usuarios agrícolas e industriales –no los identificó por nombre y fechas de plática- para trabajar en la redistribución del agua”.
Agregó de manera escueta que “se va a tener que hacer una reasignación entre los usuarios agrícolas y los de las ciudades”, y que su dependencia emprenderá –no dijo cuándo, por qué canales de difusión ni por cuánto tiempo- una cruzada de concientización del consumo de agua “para cuidar el 10 por ciento del agua que consumimos.”
“No es algo imposible ni complicado”, remató con petulancia el funcionario que el 4 de septiembre del 2020 concedió una entrevista al noticiero local de Televisa, en su calidad de director de la Comisión Estatal de Servicios Públicos de Mexicali –una dependencia aliada a la transnacional Constellations Brands en los gobiernos de Francisco Vega de Lamadrid y Jaime Bonilla Valdez-, en evidente estado de ebriedad.
Otra visión, ética y acción se tiene en la Comisión Internacional de Límites y Aguas, organismo internacional que se estableció en 1889 para facilitar los tratados sobre el agua entre ambas naciones.
El pasado martes 4 de julio, el organismo informó que a esa fecha el almacenamiento conjunto de las presas Glen Canyon y Hoover se ubicó al 27.39% de su capacidad, “lo cual representa el almacenamiento mínimo histórico de que se tenga registro.”
Los pronósticos de ingreso al Lago Powell (Presa Glenn Canyon) son de apenas del 50%, aún y cuando la capa de nieve fue superior al 90%, “lo cual es un claro indicativo del impacto que está teniendo el cambio climático” en las condiciones de escurrimiento en la cuenca del Río Colorado.
Y el pronóstico de un estudio especializado de 24 meses que concluyó en junio, es de que al 1 de enero de 2023, la elevación en el Lago Mead (Presa Hoover) se encuentre en 1045.95 pies (318.81 metros), lo cual, “de continuar con esta tendencia, implicaría ahorros y reducciones para México durante 2023 por 126 Mm3, de conformidad con lo estipulado en el Acta 323 de la CILA”.

El preocupante pronóstico para el Lago Mead hasta junio del año 2024 (Cortesía).
Por eso, la Comisión espera que en agosto próximo se determine el volumen de ahorros y reducciones que se aplicarán a los usuarios de la cuenca.
Pero independientemente de los ahorros y recortes establecidos en el Acta 323, resulta de especial preocupación el hecho de que el sistema del Río Colorado se encuentra en niveles históricamente bajos.
Cabe destacar que en 2022 entró en vigor una reducción de suministro de agua del Colorado a Baja California de 99 millones de metros cúbicos (99 mil millones de litros).
Al respecto, el Doctor Alfonso Andrés Cortez Lara, experto en Gestión y Manejo de Recursos Hídricos e investigador titular en del departamento de Estudios Urbanos y Medio Ambiente de El Colegio de la Frontera Norte (Colef), manifestó hace un mes a 4 Vientos que ese recorte equivale al consumo de agua de todo un año en Mexicali, o similar a la cantidad que se utiliza para regar 10 mil hectáreas de cultivo en el Valle de Mexicali.
Además, que tan solo Mexicali y Tijuana, donde vive el 79 por ciento de la población de Baja California, dependen en más del 85% del agua que les llega directamente de esa fuente binacional de suministro.
De ese tamaño es el problema que plantea la dramática caída del caudal proveniente de Las Rocallosas, reducción que es provocada por efecto directo del cambio climático mundial.
Siempre se habla del problema del agua para el Valle de Mexicali, la ciudad y Tijuana. Pero pocas veces se habla del impacto ecológico que está ovacionando la falta de agua dulce al alto golfo de California. A finales del siglo antepasada y principios del pasado llegaban al alto golfo de California cuando menos 30 millones de metros cúbicos al año. Hoy en día el Río Colorado es uno de los pocos ríos del mundo cuyas aguas ya no besan el mar.