LA BELLEZA DEL CAOS ¿Falsas obras de arte y falsos críticos?

Comparte en redes sociales

Pensar que por ver una obra y hacer un juicio de ella a partir de la experiencia te hace conocer sobre arte, es similar a jugar un videojuego o utilizar un sistema operativo y por lo que opinas de él considerarte un experto en el tema.

Armando Cortés* / A los 4 Vientos

Durante el mes de diciembre, estimado lector, pasaron un par de cosas en el mundo del arte que motivaron a esta columna a tomar una reflexión aún más profunda de los fenómenos visuales del arte y el público que le consume o cree consumir.

La aparición de una obra plástica que expone de una forma distinta a un héroe nacional viralizada en redes sociales, y que forma parte de una exhibición organizada por una institución pública que se volvió polémica en sí, por la difusión masiva y descontextualizada de una sola pieza; así mismo, la exhibición de una banana en Art Basel, la cual aprovecharon otros creadores para, de forma oportuna, obtener atención en el mercado del arte, al igual que muchos otros espectadores que buscaron una foto para las redes sociales, y fomentaron el  fenómeno de transmedia que permitió confrontar ambos hechos en el entendido de que forman parte de una descontrolada producción y difusión de imágenes a la que nos enfrentamos a diario como usuarios de plataformas de intercambio de discursos visuales.

Intentaré ser claro con mi postura, la cual se aleja de una crítica a los posibles valores e interpretaciones de las representaciones estéticas que he mencionado, pues su valor estético o la importancia de los temas de cada uno en realidad no es algo que mi crítica busque con interés o trate delimitar en un formato de tan pequeña extensión, además de que considero que la libertad de expresión es fundamental para entender y conformar este tipo de piezas. Así pues, aclaro que mi interés en esta columna es el exponer la fragilidad del fenómeno de la pseudo validación popular a través de las redes sociales producto del consumo de discursos masivos visuales.

¿Qué es el arte, qué es arte y qué no lo es? Es una pregunta que por muchos años se han preguntado filósofos, teólogos, profesionales de las artes, historiadores entre muchos otros, quienes han realizado aproximaciones que permanecen en constante cambio y mutación, pero que actualmente parece que la población en general  y los usuarios de internet han decidido ignorar por tener respuestas inmediatas y tajantes para definirle, entenderle y validarle; la cuestión aquí es si en realidad legitiman una obra de arte o la naturaleza de la imagen en el juicio de su gusto.

La demasía de información visual que consumimos es alarmante, hablamos de millones de imágenes generadas al día por plataforma, cientos de imágenes consumidas por usuario durante cada hora las cuales son aprobadas o ignoradas de acuerdo a la decisión de los particulares, las cuales son arrojadas y controladas por nuestra burbuja de comodidad de amigos en la red o, en el más alarmante de los casos, por algoritmos automatizados que en relación a nuestras preferencias nos complacen continuamente a través de nuestros intereses visuales.

Los vínculos que establecemos con estos intereses actualmente pueden volverse moldeables y restringidos. Al momento de que el gusto y la razón se comienzan a delinear constantemente entre las ideologías y los valores personales, se nos permite vislumbrar como entendemos al mundo, y no como el mundo en realidad podría estar funcionando. Por ello, las afirmaciones o juicios que realizamos sobre nuestro consumo pertenecen más a una postura crítica personalizada que a una verdad comprobable, la cual es totalmente posible y postulable a través del estudio serio y formal de las imágenes y comportamientos a través de las humanidades y las artes.

Mi intención no es demeritar opiniones públicas sino todo lo contrario, que usted entienda que su opinión es de suma importancia, motivo por el cual es urgente que no se sostenga solamente del juicio inmediato que tiene de los discursos visuales que aparecen en la red, y le atienda haciéndose un usuario activo y responsable que no solo al ver una imagen de una pieza que dicen está en un museo, considere entendida la realidad de fenómenos tan complejos e interesantes como lo es el arte.


Javier de la Garza (1954), Cuauhtémoc, 1986.
Óleo y acrílico sobre tela, 222 x 155 cm.

Recurrir a trabajos de profesionales del área que pueden aclarar o vislumbrar las diversas realidades y alteridades de cada uno de los fenómenos visuales artísticos, con el fin de enriquecer su mirada y entender el valor del trabajo de cada uno de ellos, es con premura una de las urgencias para cuestionar el mundo visual en el que nos desarrollamos,  así como también ayudar a evitar afirmaciones banales de lo que es o no es arte, las cuales provengan de la opinión masiva despectiva o de la aceptación ideológica, o peor aún, como parte de la conformación del gusto propio que con la facilidad de masificar dichas posturas y ejercer la presión necesaria en los difusores de arte institucionales, lograr modificarlas de manera servicial pueda resultar más dañino que benéfico.

Esclarecer qué es arte no es una responsabilidad que se pueda tomar a la ligera, al igual que muchas otras cosas que se presentan en la red de una forma sencilla en otras áreas del conocimiento, las cuales algunas veces son cuestionadas por profesionales del área como psicólogos, nutriólogos, mecánicos, físicos, diseñadores entre otros, la versión de la percepción visual y el arte es importante de igual manera.

Julio Galán, Sin Título (Charro)
Óleo sobre tela

Por lo cual, sugiero no solo acudir a especialistas del área, sino ser especialmente cuidadosos con las críticas basadas en términos morales o de gusto, sugiero cambiar el “es arte” por un “me gusta o agrada”, y no confundir un me gusta con es arte.

 Por otro lado se debe tener igual o mayor cuidado con las críticas complacientes hechas por los mismos artistas o especialistas que por temor a perder una amistad o posibles represalias, aplauden falsamente, callan y otorgan en la autocensura la responsabilidad de debatir volviéndose adoradores de las producciones artísticas y las fechas;  y aún más pertinente alejarse de las críticas controladas que se convierten en puntos de beneficio que culminan en catálogos cuasi adoratorios de exposiciones, textos inertes y descriptivos que convierten al museo en lugares de cero debate, donde las autoridades, en su mayoría estatales, controlan las artes.

Estimado creador, consumidor de obras y estudioso del arte recuerde: Lo que no se crítica, no existe.

*Luis Armando Cortés es Lic. En Historia del Arte. Especialista en análisis en medios audiovisuales, maestrante en la Universidad Iberoamericana, apasionado de la música, las artes y las ciencias exactas. Correo contacto: arteluiscortes@gmail.com


Comparte en redes sociales