Justicia, poder, teatralidad y medios.
Los testimonios del caso Góngora Pimentel presentados en Noticias MVS revelan que quien fue presidente de la SCJN es “hombre sin escrúpulos, carente de sentido de la justicia y la empatía humanas”, escribe la articulista de ‘Excélsior’.
Luz Emilia Aguilar Z / Excélsior
Debido a su voto a favor de la despenalización del aborto y a la prensa favorable a su imagen que solía acompañarlo, hasta la semana pasada Genaro Góngora Pimentel me parecía un hombre valioso. Las denuncias que ha vertido desde la cárcel Ana María Orozco, su ex pareja, han cambiado mi percepción. Los testimonios de Orozco en el programa de Carmen Aristegui dan a conocer que quien fuera presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ha incurrido en graves abusos de poder, de discriminación en contra de sus propios hijos, que muestran a un hombre sin escrúpulos, carente de sentido de la justicia y la empatía humanas, y que cuenta con la complicidad de funcionarios de distintos rangos en el aparato de justicia.
Góngora promovió el encarcelamiento de Ana María Orozco por un acto que parece coincidir con un delito tipificado en nuestras leyes, pero que no puede considerarse una falta a la luz del sentido común. Se le acusa de fraude genérico por haber puesto a su nombre, y no de los hijos que procreó con Góngora, una casa comprada con dinero del ex ministro. David y Ulises Góngora Orozco son menores de edad y autistas. ¿Qué otra cosa podía haber hecho Ana María sino poner la casa a su nombre, cuando por añadidura el padre de los hijos no quiso ir a la firma de escrituras? La acusación tiene las características obvias de un acto de venganza, derivado de que Orozco demandó al poderoso doctor en derecho la pensión alimenticia en favor de sus hijos. También con las prerrogativas de su poder, Góngora Pimentelpuso en marcha un juicio para quitarle a su ex pareja a los niños y darlos en adopción a desconocidos. Para ganar este juicio ha intentado sobornar a la madre de Ana María y abuela de los niños —quien se sostiene como empacadora en un supermercado y quien los cuida— para que declare que Orozco maltrata a sus hijos.
En este país donde permanecen sin atender miles y miles de denuncias por asesinato, secuestro y demás, la jueza Nelly Ivonne Cortés Silva mostró una eficiencia milagrosa y a una semana de la demanda penal interpuesta por Góngora, obsequió la orden de aprehensión contra la acusada por el ex ministro de la corte. Ana María fue enseguida encarcelada.
Los niños son de “estatus social medio bajo”, dijo el ministro en su contrademanda por alimentos, por eso merecen poco dinero, a lo que se suma que por ser autistas no tienen capacidad para gastar en diversiones. A unos días de que salió a la luz el caso Góngora Orozco, el ex ministro no había aceptado la invitación a dar su punto de vista de viva voz y acabó por enviar una carta en la que no desmiente las acusaciones de intento de soborno, ni niega su abuso de poder. En cambio, ofrece disculpas a la madre de sus hijos, a su familia, a Ulises y a David, en términos que hicieron pensar que se retractaría de sus demandas, lo que significaría la inmediata liberación de su ex pareja. No ha sido así. La sentencia para dejar en la cárcel o liberar a Ana María Orozco por el delito de fraude, está pendiente. La jueza Nelly ahora se toma su tiempo para definir la situación legal de la madre acusada, quien está por cumplir un año en prisión. A lo anterior se suma el inquietante signo de que después de leída la carta se ha girado la orden para un nuevo peritaje sobre el maltrato a los menores. La solución que se tomará es incierta. ¿Qué sería de este caso si no se le hubiera dado curso en el noticiero?
El programa de Aristegui con frecuencia se vuelve escenario de intensos dramas humanos. Su costumbre de dar espacio amplio a las distintas voces involucradas consigue variaciones de un teatro documental de enormes vitalidad y pertinencia. Lo que está en juego es la vida, la libertad, el dolor de seres humanos arrollados por nuestro sistema económico, político y judicial. Confieso que en casos como los del general en retiro Tomás Ángeles y el deMarcial Maciel he pospuesto citas para seguir escuchando el noticiero. Aristegui tiene un talento muy superior al de muchos dramaturgos y directores de escena en la utilización del suspenso y la tensión dramática para presentar realidades complejas.
Ante los excesos como los de Góngora, si aspiramos a poner un alto a la impunidad, los ciudadanos no debemos quedarnos cruzados de brazos. ¿Cuántos abusos habrá en la trayectoria deGóngora que permanecen sin denunciarse? ¿Merece el ex ministro recibir la jugosa mensualidad de jubilado, luego de hacer uso de su poder en sentido tan contrario a la justicia?