Juan Gabriel, La Negra Tomasa y la destrucción de la Polis
“Ahora hay más trabajo Hay más libertad Ahora es más moderno, Ahora es más amigo. Ahora hay más gente Ahora es más limpio Ahora es diferente Ahora es más grande. Tiene más baluarte Ahora hay más confianza Gracias César Duarte Ahora es más valiente” (Extracto de la canción “Ciudad Juaréz, Yo”, de Juan Gabriel)
Víctor M. Quintana S.* / A los Cuatro Vientos
Qué tan pobre estará el PRI de recursos que tiene que acudir a carretadas de dinero, Carmen Salinas, al PVEM, y en Chihuahua, a Juan Gabriel y la Negra Tomasa para cubrir, distraer, o de plano golpear a quien se atreva a cuestionar sus gobiernos o constituya una amenaza a su forma de dominar a la ciudadanía.
Los priístas de espesor ideológico –cada vez más escasos- los que creyeron y se comprometieron con aquel “nacionalismo revolucionario”, que aun con corrupción y autoritarismo logró la modernización económica y social del país, estarían verdes de coraje, si no fuera porque ese color también está corrompido ahora por las transas del partido del niño José Emilio González.
Hay tantos lugares comunes en la estrategia de los gobiernos tricolores, que es difícil analizarla, cuestionarla, sin caer también en los lugares comunes, como el ya milenario “Pan y circo”.
De entrada quiero decir que me gusta la música de Juan Gabriel, no así sus letras, muchas veces rimadas o verseadas con calzador. Estoy muy lejos de ser un melómano ilustrado, pero la disfruto. También he de decir que me tiene sin cuidado su vida privada y respeto profundamente su o sus preferencias sexuales. Nunca haré escarnio de ellas ni de su forma de moverse o de conducirse.
Lo que sí critico es su connivencia, su falta de carácter para ser usado por quien hace mal uso del poder. Antes lo hizo en alguna campaña desesperada del PRI por retener votos, ahora lo hace para respaldar-obviamente, no en lo moral ni en lo intelectual- a un gobernador no sólo cuestionado, también denunciado penalmente.
Uno se pregunta, entonces: ¿qué tendrá más peso: la nueva canción a Duarte o las denuncias fundamentadas y el recuento cotidiano de daños de la ciudadanía? ¿Su opinión musical de que todo está mejor en Juárez pasando por alto el repunte de la delincuencia y las masacres en varias otras partes del Estado? ¿Hemos de ver, hemos de leer, el desastre social y político de Chihuahua transfigurado por la letra pegajosa de “No tengo dinero” o compararlo con el sexenio de su antecesor priísta al son de “¿La diferencia?”
Muy perseguido por la Hacienda de Videgaray ha de estar Juanga para que tenga que apoyarse en el acto apoteótico, de inicio de campaña priísta –con dineros públicos- para quedar bien con el fisco. “Pero, ¿qué necesidad?” tendríamos que preguntarle citándolo, si para ser admirado y querido por su público chihuahuense, conocedor o no conocedor, no tiene que echarse en brazos, figurada o literalmente, del gobernador más cuestionado en la historia contemporánea de Chihuahua.
Decididamente, a falta de rendición de cuentas, de transparencia, buenas son las baladas.
Pero el uso político de Juan Gabriel no es lo que más revela el bajísimo nivel de la política actual del PRI en Chihuahua. Sino el uso de una mujer, la Negra Tomasa para tratar de reventar el acto de la Unión Ciudadana el pasado 28 de febrero. Que al Gobierno del Estado no le basten los millones con los que compra espacios impresos, digitales, en las ondas electrónicas para enfrentar los cuestionamientos de la ciudadanía crítica y tenga que echar mano de grupos de choque de la gente necesitada de despensas o de ínfimos cargos municipales, revela que se debate en una carencia total de intelectuales orgánicos. Que al gobierno le valen un cacahuate los militantes priístas que defienden las posturas con planteamientos, no con desplantes y con moquetes.
Todo eso también revela un profundo desprecio por las y los ciudadanos chihuahuenses. A nosotros no se nos deben explicaciones, argumentaciones, sólo canciones y mentadas de madre.
El grado cero de la política. Eso es lo que ha traído la restauración del PRI, desde los gobiernos estatales y más aún con quien ocupa Los Pinos. Dos muestras más a nivel nacional: la candidatura a una diputación para Carmen Salinas. No tengo nada contra nuestros cómicos, pero fui compañero de Legislatura de Eleazar García, alias “El Chelelo” y creo que en el diario de debates no consta ninguna intervención del mismo en tribuna, ni mucho menos la presentación de alguna importante iniciativa de ley. A no ser que se hayan agotado todos los argumentos para defender las reformas peñistas y ahora no quede más que acudir al albur para contrarrestar el alud de críticas a las mismas.
Por desgracia, todo esto no es cosa chusca. A mayor incapacidad de Peña, sus legisladores, sus gobernadores y sus partidos, para generar consenso y legitimidad, ninguna política como acción de bien común y más arrogancia. Menos dirección y más dominación. Más represión y más privilegios a los socios de negocios.
Así va permeando todo el cuerpo social la dictadura por goteo. El PRI restaurado en el poder y aliado a los plutócratas está acabando con la polis, es decir, con la comunidad de gobierno y sociedad para debatir y llegar a consensos sobre lo público. Se clausuran los espacios de discusión, de cuestionamiento, de exigencia de cuentas. Así lo acaba de declarar el politólogo holandés Will G. Panters, experto en México en la Universidad de Groningen:
– “Una de las cosas que me preocupa del México actual es la forma en que se está minando o erosionando los espacios públicos para debatir el rumbo político, el proyecto socioeconómico. El caso de la libertad de expresión, el debate público y todo ese debate”
Por eso, el problema no es el de las y los activistas hartos que quieren cancelar las elecciones; el problema son quienes desde el propio gobierno están cancelando la democracia.