HACER GRILLA O HACER POLÍTICA, ESE ES EL DILEMA
Quienes como yo venimos de la izquierda comunista, siempre trabajamos por la construcción de una fuerza que lograra la transformación del país. Con esa decisión en nuestro haber, dimos los pasos necesarios para abrir las puertas a todos los partidos, movimientos y personas que estuvieran de acuerdo en la democratización de la vida nacional.

Mario Delgado y Yeidckol Pelevnsky, dos dirigentes que han bloqueado la democratización participativa del partido Morena (Foto: López-Dóriga Digital).
Jesús Sosa Castro* / 4 Vientos / Foto destacada:
Nuestro objetivo era acabar con la corrupción, la violencia, la impunidad y los privilegios de personas y grupos que vivieron por décadas, dilapidando los recursos públicos y llevando a la miseria y a la frustración a más de la mitad de los mexicanos. Estas fueron las causas y razones para convertir esa decisión en una fuerza que hoy es el Movimiento Regeneración Nacional, Morena
Cuando en 2014 Morena se convierte oficialmente en partido político nacional, se produjo un influjo multitudinario que cimbró los cimientos de un sistema político corrupto, ineficaz y generador de una violencia social que aún estamos padeciendo. En los centros de trabajo, en las colonias, distritos electorales, pueblos y rancherías surgieron comités que pusieron en juego su creatividad, su trabajo, organización y combatividad para crear la estructura que en el 2018 llevara al gobierno a quien hoy es el presidente de la república.
Al término de su liderazgo partidista arribaron a su dirección muchos oportunistas, claramente ajenos al proyecto de gobierno y de partido por el que se trabajó
El líder que hizo posible que el pueblo despertara y tomara en sus manos la decisión de ir por un cambio verdadero, dejó la organización en manos de personas inexpertas e ignorantes del proyecto de transformación social. Hoy, esos “dirigentes” son un mazacote que ni huele ni hiede. No tienen ni idea de lo que está pasando en el partido ni mucho menos lo que pasa en el país.
Resultado de esta situación, están presentándose una serie de cuestionamientos por parte de la militancia y de ciudadanos que apoyaron el programa político que desde décadas atrás, vino empujando con toda fuerza y razón el actual presidente de la república.

Un presidente sin líderes que lo suplan (Facebook).
Sin embargo, a la vista de todos hoy hay dos visiones sobre lo que está sucediendo en el país. Por una parte, es evidente la creciente autoridad política y moral del presidente López Obrador. Su trabajo, sus logros, su relación con el pueblo y su capacidad de gobernante, lo han colocado como el líder indiscutible y el jefe de Estado que estaban exigiendo las circunstancias. Los niveles de aprobación de su gobierno son los que recorren el país y una buena parte del mundo. Lo que es lamentable, es la ausencia de un liderazgo de partido tan necesario como urgente. Los dirigentes de Morena, no entendieron nunca el sentido de su función.
El organizador colectivo, el que propone ideas, organiza a la gente, defiende el proyecto, encabeza el debate y da impulso a la transformación y a la democrático, simplemente no existe. ¿Acaso no es importante que también al partido llegue la democracia para que su gente tenga la oportunidad de hacer efectivas las frases de que con el pueblo todo sin el pueblo nada y de poner y quitar a sus líderes venales y buenos para nada?
A decir verdad, lo que ven los ojos de millones de mexicanos respecto del ejercicio gubernamental es un crédito al trabajo, a la fuerza moral y al apoyo popular que le están dando al jefe del ejecutivo federal.
Pero quien observa y valora la conducta de los órganos de dirección de Morena, está comprobando que los dirigentes perdieron la perspectiva, no entendieron jamás lo importante del proyecto de transformación y se dedicaron a la grilla política en lugar de organizar, debatir, explicar y dirigir su fuerza para sacar adelante la consulta de ratificación del mandato del presidente, la elección de seis gubernaturas en el próximo año, sacar adelante las reformas eléctrica y electoral que faltan, ganar la elección del 2024 y convertir a Morena en el bastión político que garantice la profundización de las reformas sociales que se vienen impulsando por López Obrador.
Lo que pasó en el reciente Consejo Nacional del 30 de octubre, mostró no solo la falta de convocatoria de los “líderes” que regentean al partido. El cruzamiento de intereses personales y el oportunismo de quienes tienen en sus manos su conducción, dejaron en la militancia y en la opinión pública la sensación de que Morena como organizador colectivo, no cuenta con la capacidad necesaria para conducir al país. ¡Y eso, si calienta!
* Es activista social en Ciudad de México. Comunista, analista político y articulista. Forma parte de la línea congruente y crítica del Partido Morena.
Ensenada, B.C., México, lunes 8 de noviembre del 2021.