El sueño de mi país, es un sueño todavía
En estos tiempos de cólera, de frustración y encono social, la lectura se convierte en algo así como un bálsamo para apaciguar a ese monstruo que quiere salir corriendo. Leer hoy, es un derecho que debiera convertirse en una obligación. Necesitamos hacer de la lectura una herramienta, un instrumento de lucha que ayude a transformar este país que se zarandea en la ignorancia y en la decadencia cultural. Los libros y su lectura, contribuyen, en cambio, a entender lo que pasa en este desolado mundo, tan revuelto, tan podrido y tan carcomido por la mediocridad. Es verdad que hay muchas, muchísimas personas que han caído víctimas de la cultura panfletaria, reaccionaria y ensalzadora del sistema en decaimiento. Esta cultura amarillista y procaz, mantiene entretenidos y castrados a sus lectores. Pero si eso sirve a los adversarios del pueblo, éste requiere de un proceso civilizatorio que lo libere, que transforme su mentalidad y lo induzca hacia la lucha por su libertad. Queremos romper con la mediatización y con el esclavismo cultural que sólo sirven a los intereses del sistema.
Jesús Sosa Castro/ A los Cuatro Vientos
También es verdad que hoy, en el inicio del siglo XXI, la lectura de buenos libros, revistas y periódicos, está abriéndose paso. Está convirtiéndose en un instrumento liberador, crítico y libertario. Aquellos que miran con desdén los libros y que han hecho de la televisión, de los pasquines su mayor realización, son los que acríticamente poyan el sistema político vigente, son los indiferentes y apáticos, son los que siempre votan por el PRIAN. Sus fuentes de información son los medios de comunicación al servicio de los oligarcas. Su fuente nutricia está en la basura que se contiene en las revistas y pasquines, libros y periódicos que circulan impunemente por el país
Hay, por otro lado, quienes por ignorancia tienen desprecio por la lectura. Los libros los consideran un estorbo, como algo que no sirve para nada. Se puede ser presidente -dicen- siendo un analfabeto. Hay otros que aseguran que las redes sociales son tan importantes, que ya los han sustituido. Incluso hay quienes se preguntan entre nostálgicos y aprehensivos si no hemos llegado ya al punto en que están desapareciendo. ¿Habrá alguien que quiera ver montañas de libros en los entrepaños de las librerías, en las bibliotecas públicas o privadas, y se regocijen de tamaña ofensa a la cultura? ¿Creerán que ese espacio que supuestamente dejarían puede ser fácilmente cubierto por el Internet y/o la televisión?
¿Acabaremos entrampados en esa historia lúgubre que ha recreado el escritor español, Carlos Ruiz Zafòn en su libro La Sombra del viento, al hablarnos de ese escalofrío que recorre los cuerpos cuando se entra al Cementerio de los libros Olvidados? ¿Viviremos ajenos al encanto de poseer un libro entre las manos y abrevar de él la esencia del ensayo, de la novela, de la poesía o de la historia que, hacen fecundo el patrimonio universal, que en los libros nos ha dejado la humanidad? José Emilio Pacheco decía que “la literatura es la única clarificación de la abrumadora experiencia humana y el único lugar donde los vivos hablan con los muertos” ¡Son los libros los que rescatan las cosas bellas que los escritores imaginan y describen con su talento!
Los lectores crecen porque han encontrado la importancia de los libros como armas de lucha. Observar las colas en Donceles treinta y seis donde Andrés Manuel presentara su décimo primer libro, es algo insólito. Nunca antes ningún escritor y político, tan criticado por los medios al servicio del sistema, había logrado tal concentración de personas como lo hizo AMLO el día de ayer diecisiete de marzo en el Teatro de la Ciudad. Más de mil personas esperaron horas y horas para comprar Neo porfirismo, Hoy como ayer
Elena Poniatowska y Lorenzo Meyer hicieron los comentarios de rigor. Su elocuencia y profundidad que les da la historia y la militancia en las filas de la izquierda democrática, hicieron que el auditorio les prodigara caudales de aplausos por la brillantez conque expusieron sus opiniones. El elogioso encuentro de estos tres escritores, expresaba los conceptos de Ernesto Cassirer que en su tiempo afirmaba que en los buenos libros, al “lado del lenguaje conceptual, hay siempre un lenguaje del sentimiento, al lado del lenguaje lógico o científico, está el lenguaje de la imaginación, poética” Y AMLO, hay que decirlo, escribe sus libros con ese sentido y con esa sencillez que el pueblo aprecia y valora como si estuviera leyendo libros de poesía
No es casual que esto ocurra. La gente valora sin límites el trabajo y la capacidad intelectual de su líder. Porque no sólo es un personaje de la política, de esa actividad honorable, que hay poca en este país. ¡AMLO para el pueblo es otra cosa! Es la compleja suma de un trabajo que por años viene haciendo a favor de su pueblo. Es la honestidad, capacidad intelectual, talento como escritor y es trabajo político al servicio del pueblo. Todo esto, junto, es lo que hace irrompible ese lazo entre Andrés y sus seguidores
Cuando uno lee un libro, se recrean nuestras fantasías adormiladas, hacemos abstracción de lo que está destruyendo al país y por un momento, por lo menos, entramos en el cuerpo y el alma del mundo del escritor. Elena Poniatowska, Elenita, esa escritora que ha sabido escribir para el pueblo, la que ha rescatado la palabra y ha hecho de sus textos un símil de la poesía, ha puesto en Amanecer en el Zócalo algo que encaja en este gran acontecimiento “Soñé / que soñando estaba/ un sueño que yo soñé/ y en el sueño desperté/ que soñando no soñaba/ aunque al soñar sollozaba/ porque soñando quería/ que aquel sueño que tenía/ fuera ensoñación feliz”!/ ¡ el sueño de mi país, es un sueño todavía”! (*)
Los libros, esos libros que tanto aportan en la transformación de un país, recogen también, aquellas palabras de Gabriel García Márquez “Si la poesía no sirve para apresurarnos la sangre, para abrirnos de repente ventanas sobre lo misterioso, para ayudarnos a descubrir el mundo, para acompañar a este desolado corazón en la soledad y en el amor, en la fiesta y en el desamor, entonces, para qué sirve la poesía” (**) Esto es lo que ha descubierto Andrés Manuel López Obrador con sus libros. Sobre ellos están inscritas las palabras de dos grandes de la literatura y de la historia: Elenita y Lorenzo Meyer. Bien por los tres y por los libros. ¡Tenemos armas para el cambio!