El show de las palabras fallidas
No hay nada más falso que un político invocando el estado de derecho. Como si la sola mención de la palabra abriera de manera mágica un mundo de posibilidades de justicia para los ciudadanos de a pie como nosotros.
Ramiro Padilla Atondo / A los Cuatro Vientos
Estado de derecho, constitución, revolución, imperio de la ley son palabras que murieron de muerte natural hace mucho tiempo. No entiendo cómo se siguen usando de manera extensiva si ya no significan nada. Es algo así como las especiales de un supermercado. Vas a comprarlas y te dan un vale. Nunca te dicen cuándo va a llegar. Te tienes que contentar con la promesa. Pero las ofertas están en grandes espectaculares. Vote usted por mí y le vendo justicia y democracia expedita.
Como el famoso Pedro de la película de Napoleón Dinamita. Vote usted por mí y haré todos sus sueños realidad:
http://www.youtube.com/watch?v=6DmH30Vmsso
Pero el tiempo pasa y nada cambia. Nuestras instituciones están podridas y no hay visos de una mejoría. Parece que cambiamos para empeorar.
Los políticos han tomado el rol de estrellas de cine o de telenovelas. El vacasagradismo sigue rampante y el título vale más que el mono. Recuerdo el encuentro entre dos enemigos políticos jurados al encontrarse en la calle;
—Señor contador.
— Señor licenciado— le contestó el otro. Se tiraron los títulos por enfrente. Quizá los mexicanos tengamos cierto fetichismo por los títulos rimbombantes que al final no significan nada. Y al igual que los títulos, las leyes, las frases, las palabras antes mencionadas.
Todo suena tan hueco que si hiciéramos un lexicón politicón de palabras que se deberían prohibir al menos que fuesen precedidas de acción, la clase política moriría de muerte natural en pocos días. Las palabras huecas se les atorarían en la garganta y morirían asfixiados.
Pero para la supervivencia de los políticos hace falta quién vote por ellos. Quién sea receptivo a sus mentiras. Y para eso nos pintamos solitos. Y nos vendemos baratos. Lo más parecido a un reality show pasa en las tribunas del país. Políticos que se declaran enemigos jurados, pero que después del “debate” salen a echarse unas copas juntos.
Los panistas deben estar orgullosos. Sus propuestas al fin han sido retomadas por los priístas que a una velocidad inusitada las han aprobado (con los perros perredistas fingiendo que se oponen), mientras la mayoría de la población mira con desdén.
Mi pregunta desde hace tiempo es, ¿para qué chingados quieren tanto dinero los políticos? Si con lo que hacen en un periodo pueden vivir bastante cómodos. La respuesta es, falta de consecuencias. Lenguaje hueco y acomodaticio. Binarismo. O estás conmigo o estás contra mí. Se nos trata como niños que no entendemos. Pero para su información, hay un gran segmento de la población que está harto de sus triquiñuelas. No hay mal que dure cien años. Imagino la caída de este sistema político como la caída de Mordor: http://www.youtube.com/watch?v=ITj-DtId5NY
Se olvidan los “señores” políticos de reformas al vapor, que México es un país de jóvenes. Y que en cinco años, no importa cuánto intenten cubrir sus fechorías, tendrán que pagar el precio. Porque los últimos desmemoriados votaron en estas elecciones. Lo que sigue es un cambio generacional del que se ven los primeros movimientos. No más lenguaje hueco. Pasarán al basurero de la historia como lo que realmente son. Gente sin clase.
La batalla apenas empieza.