El repaso de los (D)años: dictadura militar, una siniestra posibilidad (VIDEO Y CARRUSEL FOTOS)

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“…los baños de mar habían sido suprimidos y la sociedad de los vivos temía constantemente tener que dejar paso a la sociedad de los muertos. Esa era la evidencia. Claro que siempre podía uno esforzarse por no verla. Podía uno taparse los ojos y negarla, pero la evidencia tiene una fuerza terrible que acaba siempre por arrastrarlo todo. ¿Qué medio puede haber de rechazar los entierros el día en que los seres que uno ama necesitan un entierro?” — Albert Camus, La Peste

Daniel Arellano* / A los 4 Vientos

Como periodista la metodología que suelo utilizar para la elaboración de esta columna semanal implica la acumulación y organización de noticias en una base de datos, integrada por los hechos que yo considero fueron los más importantes y trascendentales de los últimos 7 días. Para mayor precisión, dividido las notas en 4 grandes áreas: Notas internacionales, notas nacionales, notas regionales y notas locales.

Estas áreas se dividen a su vez en los diferentes temas que según mi criterio periodístico deben conformar la agenda noticiosa: en Internacionales la Muerte de Fidel Castro y la victoria de Donald Trump; en nacionales la participación de militares en la desaparición de los 43 y Cartsens huyendo de la tormenta económica que se avecina; en regionales el acoso de la PGJ a periodistas tijuanenses por orden de Kiko Vega; y en locales el cambio de Ayuntamiento y la mediocridad con que gobernó Gilberto Hirata Chico.

Pues bueno, les explico todo esto para ilustrar un punto extremadamente alarmante. Resulta que la semana pasada agregué a la categoría de notas nacionales un tema cada vez más concreto en la realidad de nuestro país: la posibilidad de sufrir una dictadura militar en México.

Golpe de Estado: el último recurso del PRIANRD

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El escenario es fácil de imaginar: ante la amenazante política exterior de Donald Trump, la creciente crisis económica, la corrupción de todas las instituciones políticas del país, la urgencia de reactivar el nacionalismo mexicano y la falta de una figura presidencial firme y honrada, en 2018 AMLO gana —finalmente— las elecciones. Muchos festejan el triunfo del morenista en las calles, otros tantos auguran que se acerca un periodo de populismo y censura de la oposición; a pesar de las diferencias de opinión, la mayoría celebra con alivio el destierro del PRI de los Pinos.

Por desgracia, la izquierda no llega nunca a la silla presidencial, porque ante la predicción de los resultados que le conceden la victoria a AMLO, el PRI ha asegurado que su régimen autoritario continúe. Siguiendo esta línea, López Obrador es rápidamente derrocado por un Golpe de Estado, liderado por los altos mandos militares.

Al frente del siniestro está el General Cienfuegos, máxima autoridad de la SEDENA y colaborador de Peña Nieto durante todo su sexenio, ocultando la infiltración del crimen organizado en las fuerzas castrenses y facilitando el ascenso de mandos involucrados en actos de corrupción, a cambio, claro, de cederle cada vez más poderes y facultades a los órganos militares —por ejemplo, con la Ley de Seguridad Interna propuesta por el PRI—.

Discreto Golpe de Estado en México

Ya con la dictadura militar en curso, ocurre todo lo que ya ocurrió en Latinoamérica el siglo pasado tras la intervención de Estados Unidos en gobiernos izquierdistas: desapariciones forzadas, asesinato de estudiantes, activistas y militantes de la oposición, acoso a periodistas e intelectuales, censura de imprentas y medios de comunicación, torturas, fabricación de delitos, vigilancia masiva, prohibición de sindicatos y partidos políticos, y en sí, la suspensión de múltiples derechos humanos elementales.

En pocos palabras, sufrimos todo lo que implica un régimen autoritario de mano firme como el que vive México bajo la “dictadura perfecta” del PRI, sólo que ahora sin aparentar ser un país con instituciones democráticas.

Con la información del C4 y el Cisen a disposición de las fuerzas castrenses, todas las telecomunicaciones de los grupos que representan una “amenaza para la paz y el orden de la nación” —y los intereses económicos de los Estados Unidos, el Grupo Atlacomulco y el resto de nuestra oligarquía mexicana— son rápidamente intervenidas, con lo que se facilita imponer un régimen de terror con increíble rapidez: conversaciones telefónicas, cuentas de redes sociales y correos electrónicos, geolocalización, invasión de equipos de cómputo y otras violaciones a la privacidad quedan a disposición del ejército.

Se disparan secuestros, asesinatos, robos, desapariciones, violaciones, y toda la catástrofe que ya tenemos en materia de derechos humanos se incrementa en un 1000% ¿Ya fui demasiado lejos? No lo sé, no sé qué tanto temer.

Empoderar al ejército: la Ley de Seguridad Interior

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General Cienfuegos, a cargo de la Secretaría General de Defensa Nacional (SEDENA)

Bueno, hasta aquí el ejercicio de especulación, ahora vayámonos a los datos. Comencemos con una nota de Animal Político: “El Ejército esconde el número de civiles muertos a manos de militares”. Así es, el ejército mexicano ha decidido que no tenemos el derecho a conocer cuántas personas ajenas al crimen organizado han fallecido por culpa de las fuerzas castrenses, aun a pesar de que el INAI les ha solicitado la transparencia de esta información en más de 2 ocasiones.

Iniciativa para militarizar la Seguridad Pública

Sin embargo, el dato más alarmante es el correspondiente a la Ley de Seguridad Interior — presentada por el PRI en la Cámara de Diputados por orden de Peña Nieto y el General Cienfuegos—, que entre otros asuntos, tiene el objetivo de normalizar la participación inconstitucional de las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad pública y de control social interno”.

Soldiers attend an event with Mexico's Defense Secretary Gen. Salvador Cienfuegos Zepeda at the Number 1 military camp in Mexico City, Saturday, April 16, 2016. Cienfuegos formally apologized to the country for a video-recorded incident of torture involving two soldiers and a federal police officer. He urged soldiers and citizens to come forward to report other abuses. (AP Photo/Marco Ugarte)

De aprobarse esta ley, los militares tendría “permiso” para involucrarse de lleno en el resguardo de la “seguridad interna” del país, entiéndase por esto cualquier asunto que “ponga en peligro la estabilidad, seguridad o la paz pública”. Foto: HuffingtonPost

¿Se imaginan que el próximo año el operativo Diciembre Seguro incluya a las fuerzas armadas “patrullando” la ciudad? Militares vigilando las 24 horas las calles de Ensenada. No sé ustedes, pero a mí pensar en esa posibilidad me da más miedo que seguridad.

Crece el riesgo de una dictadura militar en México

De aprobarse esta ley, los militares tendrían “permiso” para involucrarse de lleno en el resguardo de la “seguridad interna” del país, entiéndase por esto cualquier asunto que “ponga en peligro la estabilidad, seguridad o la paz pública”.

Como ya lo señaló el académico John Ackerman en su artículo Golpe de Estado Silencioso, con la Ley de Seguridad Interior “se autorizaría formalmente la persecución castrense de la oposición política y los movimientos sociales en todo el país […] y se abriría la puerta para un sistema de espionaje político-militar generalizado, al permitir a los soldados utilizar cualquier medio de recolección de información”.


A todo lo anterior habría que agregarle la corrupción e impunidad de varios mandos militares —por ejemplo, en los casos de Tlatlaya y Aguas Blancas—, la infiltración de esta institución por el crimen organizado —documentada en investigaciones como La verdadera noche de Iguala y el documental Mirar Morir—, y la complicidad del gobierno federal por encubrir a autoridades castrenses —siendo la última muestra de esto el ascenso que Peña Nieto hiciera del General Alejandro Saavedra Hernández, quien era responsable del 27 Batallón de Infantería en Iguala, Guerrero, cuando desaparecieron los 43 estudiantes de la Escuela Normal Raúl Isidro Burgos—.

Por último, está el caso de la Ley reglamentaria del artículo 29 constitucional —ya aprobada por el Senado y a la espera de su aprobación por la Cámara de Diputados—, que en pocas palabras permite que “a solicitud del presidente, el Congreso de la Unión pueda aprobar la suspensión de garantías o un estado de excepción en el país en situación de emergencia”.

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Quisiera concluir mi columna de esta semana con una reflexión personal. Cuando inició la “Guerra contra el Narco” yo tenía 14 años. La última de mis preocupaciones era la política o el crimen organizado, sobre todo siendo Ensenada una ciudad tan buena para ignorar la violencia y el resto de los problemas nacionales.

Ahora, a diez años de aquella lejana adolescencia, y después de 150,000 muertos y 28,000 desaparecidos en todo el territorio mexicano, la situación es súmamente crítica. La violencia en Guerrero, Veracruz, Tijuana y el resto estados bélicos del país no ha parado por más intervención militar que ha habido en el asunto. A pesar de ello, el ejército no parece estar muy dispuesto a regresar a los cuarteles; al contrario, yo lo veo muy decidido a pasar a ocupar la silla presidencial. 

Sólo un tejido social nacional cohesionado y conectado, con activa participación política de los mexicanos en los asuntos de su comunidad y su país, puede tener la fuerza suficiente para exigir que esta ley no se apruebe, para después manifestar con un grito nacional que queremos ver al ejército de vuelta en sus cuarteles. Ya tenemos los medios (redes sociales) a nuestra disposición, un clic basta para crear una cadena de información. Ahora más que nunca hay que crear un México más solidario, comprometido, activo y participativo; hagámoslo ahora, antes de que sea demasiado tarde…

 

DANIEL ARELLANO* Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la
Universidad Autónoma de Baja California. Reportero y columnista en 4 Vientos. Interesado en el periodismo de investigación, la literatura, la poesía, el estudio de las redes sociales y el desarrollo político del país.


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