El Nuevo Guerrero y la vieja marca del PRI
El hecho de que se haya escogido a Miguel Alemán Velasco para presidir el Consejo de Restauración de Guerrero, que formalmente vigilará la honesta aplicación de los 30 mil millones de pesos destinados a la reconstrucción del estado, es una decisión que posee una gran simbología. Porque si hay en México una familia que represente la tradición de los negocios y el enriquecimiento al amparo del poder, es la familia del expresidente Miguel Alemán Valdés.
Tomás Tenorio Galindo / Otro país / El Sur
Alemán Valdés hizo durante su mandato presidencial todos los negocios que quiso y amasó la enorme fortuna que ahora encabeza Alemán Velasco. Incluidos desde luego negocios en Acapulco, los que le crearon la imagen de benefactor del puerto. E

Miguel Alemán inaugurando su línea aérea
El propio Alemán Velasco ha navegado toda su vida adulta entre los negocios y el poder público, sin que existan en sus actividades límites éticos entre uno y otro ámbito. Ha sido militante del PRI desde 1953, director de relaciones públicas y secretario de Finanzas de la dirigencia nacional del PRI. También fue senador y gobernador de Veracruz. Actualmente es el presidente del Consejo de Administración de Interjet y presidente de la Cumbre de Negocios México. En resumen, es un empresario político o político empresario de la vieja guardia priísta, del mismo estilo de Carlos Hank González o, para citar un ejemplo local, de los Figueroa.
El sentido común conduce a preguntarse cómo, con semejantes antecedentes, militancia y abultados intereses económicos, vigilará Miguel Alemán la correcta aplicación de los recursos que el gobierno federal invertirá en Guerrero. Dado ese perfil, que no tiene nada de ciudadano, la designación de Alemán se explica solamente por el propósito de mantener en la discrecionalidad y oscuridad el ejercicio del dinero del Plan Nuevo Guerrero. La consecuencia es que con esa decisión no habrá transparencia sino simulación, y que el Consejo de Restauración –copado por empresarios– será utilizado como un mecanismo para legitimar los gigantescos negocios que facilitará el plan para “modernizar” Guerrero.
Es comprensible que el gobernador Ángel Aguirre celebre con euforia la puesta en marcha del Plan Nuevo Guerrero y la inversión de 30 mil millones de pesos adicionales al presupuesto estatal de 2014 que se estima en una cifra similar, pero en realidad hay pocos motivos para brincar de dicha. No los hay al menos para la población, como lo denunciaron en la Montaña, pues en efecto, el Plan Nuevo Guerrero no es un programa con impacto en la desigualdad social, la pobreza y la marginación. Como sucedió con la Autopista del Sol, más infraestructura carretera en las costas, o aun en la Montaña como prevé el nuevo plan, no supone por sí sola progreso para los pueblos. Al contrario, si no se les imprime a las obras de infraestructura el sello de beneficio social, terminan por acentuar la marginación y la exclusión. Y eso es lo que ofrece el Plan Nuevo Guerrero.
Formalmente hijo de la destrucción de las lluvias de septiembre y creado para reconstruir al estado, el Plan Nuevo Guerrero deja de lado sin embargo las obras lógicas para resolver las causas que originaron el desastre. Como hizo notar un dirigente del PRD, esas obras no se ven en el programa. En cambio, es perceptible que el mayor interés y la mayor carga del gasto está puesta en las autopistas que correrán de la Costa Grande a Chiapas y de Marquelia a Puebla. Un interés similar se depositó nuevamente en la presa La Parota, mencionada por Peña Nieto con la frase “proyecto hidroeléctrico en el río Papagayo”, cuya reactivación al calor de la destrucción de septiembre suscitará sin duda el resurgimiento de la oposición de los pueblos de la zona. Sean 30 mil o 60 mil millones, en esas obras será gastada la mayor parte del dinero.
Si lo hay, el diagnóstico que dio lugar al Plan Nuevo Guerrero desconoce o minimiza la raíz de los problemas y la naturaleza de la desigualdad social en el estado. Esa es la razón de que a pesar de que la proyectada carretera Marquelia-Puebla cruzará la Montaña, la población indígena de esta región no figura casi de ningún modo en los planes anunciados. Lo mismo sucede con la sierra, justamente allí donde la gente resultó más lastimada por las lluvias y donde se requiere un auténtico programa de reconstrucción de caminos.
La euforia discursiva del presidente Enrique Peña Nieto y del gobernador Ángel Aguirre Rivero dan por hecho que el solo disparo de tanto dinero habrá de surtir el efecto de reducir los males sociales que mantienen postrada a la población guerrerense, sin explicar la ruta que seguirá el dinero hasta producir un mayor bienestar a las familias. Lo cierto es que la historia demuestra que el dinero así gastado tiene la mala costumbre de ir a parar a manos privadas, a las constructoras y coyotes políticos, sin generar ni los empleos ni el progreso que se le atribuye, y la Autopista del Sol sigue siendo el mejor ejemplo de ello.

Mítin de campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador en Chilpancingo, Guerrero
Tienen razón quienes ven en el Plan Nuevo Guerrero una intención política del gobierno federal, pues en efecto pareciera que el presidente Enrique Peña quisiera sostener con dinero las ganas del PRI de recuperar el gobierno del estado y aplastar a la oposición. Sobre todo a la oposición que pudiera representar aquí el nuevo partido de Andrés Manuel López Obrador, dada la mimetización en curso entre el PRD y el PRI. Adquiere sentido esta presunción si se tiene presente que las obras empezarán a construirse el próximo año, y que el día de las elecciones en julio de 2015 el gobierno federal, priísta, estará en condiciones de proclamar que el estado es otro gracias a su intervención, como proclamó el 7 de noviembre en un amplio desplegado periodístico que Guerrero está de pie gracias al oportuno auxilio que prestó a la población damnificada por las lluvias (proclama en la que el gobierno del estado fue totalmente borrado, como si no existiera).
Para entonces, Guerrero no habrá cambiado en lo absoluto, pues más cemento y más asfalto no significa necesariamente más bienestar social. La participación de Miguel Alemán como contralor “ciudadano” es una señal inequívoca y muestra de qué se trata todo esto.
Zeferino vs Óscar Mario Beteta
El periodista Oscar Mario Beteta denunció vía Twitter que el exgobernador Zeferino Torreblanca perdió los estribos y lo agredió física y verbalmente mientras cenaba con su familia en un restaurante del sur de la ciudad de México.
Beteta, conductor del noticiero matutino de Radio Fórmula, ha sido un crítico de la gestión de Torreblanca en el gobierno del estado y en la alcaldía de Acapulco, y de tiempo atrás ha dado seguimiento a las acusaciones de la Contraloría del gobierno del estado contra el exgobernador por las presuntas irregularidades financieras cometidas durante su mandato. El interés periodístico de Beteta por las acusaciones contra Torreblanca provocaron en marzo pasado una inusitada reacción del exgobernador, que demandó al periodista por daño moral (expediente 183/2013, juzgado tres de lo civil del Distrito Federal).
En septiembre, Beteta intensificó la cobertura periodística sobre la posible responsabilidad de Zeferino Torreblanca en las inundaciones ocurridas en la Zona Diamante de Acapulco, y en su columna publicada en el diario El Universal ha resaltado la “falta de probidad y enriquecimiento ilegal” del exgobernador. Que el exgobernador perredista haya llegado a los golpes muestra que está intacta su muy conocida intolerancia hacia la prensa.