El derecho a tener una vida digna
Tuve la fortuna de estar presente el día domingo 29 de marzo en las instalaciones del Centro Cultural Tijuana (CECUT).
Alan Risk / Facebook
En la explanada de dicho lugar, un grupo de tijuanenses se organizaban desde horas antes para recibir a los jornaleros agrícolas de San Quintín y servirles desayuno.
Esto para asegurar que los trabajadores agrícolas al menos hubieran recibido la comida del día.
Durante la recepción, los compañeros jornaleros decidieron conectar un micrófono y un par de bocinas, a través de las cuales levantaron la voz de protesta y reclamo para, de esta forma, hacernos saber su sentir.
Entre dichas voces hubo una que llamó por completo mi atención; era la voz de una pequeñita de aproximadamente siete años de edad, quien leyendo algunas frases que ella había escrito en un viejo cuaderno, ante el micrófono y en forma muy valiente dijo:
– “¡Señores del Gobierno! ¡Señores empresarios! Ustedes saben muy bien que todo ese dinero que han acumulado, que todas esas casas que se han comprado, con todos esos lujos que contienen y todos esos carros último modelo que poseen, todo eso que ustedes llaman riqueza, la han obtenido con el sudor de la frente y con esfuerzo del trabajo de mis padres, pues mis padres son jornaleros y yo veo como mis padres entregan la vida para darnos a nosotros sus hijos la posibilidad de comer.
“Por eso les pido que comprendan que también los jornaleros, al igual que ustedes, también tienen derecho a tener no solo salarios dignos, sino también tienen derecho a tener una vida digna”.
Me parece que el mensaje de la pequeñita tiene completo sentido y es por demás claro, pues lo único que los compañeros jornaleros exigen es ser tratados como lo que son: seres humanos.