El Contenedor: en la carne del migrante

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“La función inicia a partir de este momento”, comenta la directora de la obra mientras apunta hacia la puerta que da al patio trasero de Cearte. Los asistentes, cautivados, avanzamos unos metros y al descender un par de escaleras aparece un gran contenedor.

“¡Súbanse, rápido!”, grita “El Agente” mientras atravesamos un halo de luz rosada que divide el afuera del adentro. Ya rodeados por los muros de metal se oye un estruendo fuerte detrás: la puerta del contenedor se ha cerrado. A unos metros un par de hombres sollozan en la oscuridad; se respira desesperación. Ha iniciado la función, y el espectador es parte de ella; no estamos más en Ensenada.

Iván Gutiérrez

Desde hace poco más de dos décadas la región de medio oriente se ha convertido en una zona de constantes conflictos bélicos, tanto de carácter interno como de intervenciones foráneas. Una de las consecuencias más atroces de la guerra es el desplazamiento de miles de familias, quienes se ven obligadas a migrar con el sueño de encontrar un mejor futuro en otro lugar. Sin embargo, los caminos que atraviesan los desplazados en su viaje hacia la esperanza están plagados de minas.   

“El Contenedor”, obra teatral de la dramaturga Clare Bayley y dirigida por Marisol Ibarra en Ensenada, retrata de primera mano la realidad de estos individuos. En la obra participan 5 migrantes de origen afgano, kurdo y somalí: Fatima, Asha, Ahmad, Jemal y Mariam atraviesan mares, países y carreteras a bordo de un contenedor que los lleva a Inglaterra, destino que miran con sueño e ilusión.

Durante el trayecto los personajes van pasando calamidades como la falta de comida y agua, la incertidumbre de no saber si lograrán llegar a su destino (o serán atrapados en el intento), la desesperación de no saber su paradero, el miedo a caer enfermos y la histeria colectiva por la desconfianza mutua.

La tensión inunda la atmósfera desde la primera escena, algo que se agudiza conforme transcurre la obra y las diferencias culturales de los pasajeros comienzan a chocar. Si a esto le agregamos condiciones de escasez de agua y temperaturas como las que se viven en Baja California, tendremos el caldo de cultivo perfecto para la consternación.

Refugiados kurdos sirios permanecen fuera de sus tiendas de campaña en un campamento de refugiados cerca de Suruc, Turquía. Foto D1: AFP.

Mentiras, engaños, prepotencia, misoginia, pero también solidaridad, apoyo mutuo, sueños compartidos y actos de bondad van aflorando conforme transcurren los diálogos que tejen el trasfondo de los personajes, quienes han experimentado campos de concentración, pérdidas de seres queridos, violaciones, migraciones frustradas y otras dolencias, costos a pagar por una guerra indeseada por quienes la sufren. Desgracia y rayos de esperanza es lo que transporta el contenedor, en un ambiente que recuerda a la obra de “A Puerta Cerrada”, pieza teatral del filósofo Jean Paul-Sartre.

La cuarta pared fluye, se rompe y se reestructura a lo largo de la obra, sumergiendo de manera absoluta al espectador en una situación de encierro que expande la mente, el corazón y el espíritu. En la obra los actores interpretan sus papeles con audacia, reflejando con sus miradas las emociones de personajes construidos con relatos verdaderos.

Detrás de cada interpretación hay una documentación profunda que implicó leer testimonios de migrantes, investigar la problemática bélica en medio oriente, consultar archivos fotográficos de las atrocidades de la guerra y entrar en contacto directo con los abusos que sufren los desplazados. “Las mujeres allá no tienen voz, por lo que son víctimas constantes de agresiones y abusos que se acumulan con aquellas que emanan de la guerra”, comenta Alejandra Yáñez, actriz que interpreta a la joven Mariam.

Un reto para los actores de “El Contenedor” es interpretar a sus personajes en un espacio reducido y donde la oscuridad engulle la luz.

Así, “El Contenedor” es una obra de gran mérito, pues a la vez que retrata una situación que se experimenta de forma análoga en la frontera de Baja California, obliga al espectador a que se adentre vivencialmente al sufrimiento que los migrantes deben padecer antes y durante su trayecto a una nueva vida.

A la par, la obra interpretada por actores del “Colectivo Paralelo 32” pone el dedo en la política migratoria de Inglaterra, misma que Estados Unidos lleva replicando desde hace décadas con Latinoamérica y que se ha agudizado con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

“Los inmigrantes que viajan por México en La Bestia (y otros medios de transporte) y que cruzan por Tijuana también sufren situaciones como las que interpretan los personajes, son secuestrados, violados, torturados. Entonces uno de los propósitos de la obra es sensibilizar a los espectadores para que no discriminen a los migrantes, quienes arrastran historias de vida terribles”, comenta la directora de El Contenedor.

En Latinoamérica las causas de la migració son múltiples y van desde la falta de oportunidades de trabajo al desplazamiento por conflictos entre cárteles del narcotráfico

Las siguientes funciones programadas para “El Contenedor” serán los sábados 10 y 17 de Junio a las 20:00 horas en las instalaciones de Cearte. Para más información sobre precios y disponibilidad de entradas consultar el siguiente enlace.

Obra de teatro: El Contenedor


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