El año que se fue y la pandemia que viene

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Se ha terminado el año dos mil trece y los problemas sociales están apareciendo como en cascada. En el horizonte, no hay nada que indique que este país cambiará pronto. Platico con mis familiares y con mis amigos y me produce estupor oír su discurso lleno de frivolidad, de basura y de indiferencia.

Jesús Sosa Castro / A los Cuatro Vientos

Viven un paraíso mental cuya constante es una huidiza actitud que corre hacia la nada. No quieren ver lo que pasa en el país ni menos se atreven a emitir algo parecido a la crítica. Su felicidad pasajera se ve en los ojos enrojecidos por el desvelo y el alcohol. En su actitud no hay ni preocupación ni descontento, se han asimilado a la cultura del disimulo, viven en un estado catatónico donde no hay ni alegría ni pasión por la vida. Todo ha sido cedido a la ficción. Caminan hacia un mundo con cimientos de barro

¡Qué difícil situación estamos viviendo! Por un lado, tenemos una oligarquía rapaz, entreguista y traidora que sin recato y sin pudor, está expropiándole a los mexicanos sus riquezas naturales, su bienestar y su tranquilidad. No es casual que ante esta situación harto difícil, esté emergiendo lo que mi amigo el joven Sociólogo Aldo Fabián Hernández Solís llama la “clase pueblo” Un sujeto político contingente, que se conforma en el fragor de la historia, en la articulación y conformación de un bloque histórico de los de abajo para lograr su emancipación (*)

Es verdad que los gobernantes le están sumando artificios a la gente para que viva una felicidad artificial, inexistente y venal. Como ejemplo, hay que decir que la sencillez y la natural convivencia familiar que significaban las fiestas de fin de año, se han convertido en un festín para la engorda y en una ostentosa manía de regalar baratijas que no sirven para un carajo. Somos víctimas de un consumismo deformante y de un espectáculo en el que la comida y el alcohol son los personajes principales. Parece que la gente es feliz aunque sea con esos fingimientos

Todo esto lo ha fraguado el sistema, no nos engañemos. Podemos acusarlo de corrupto, de mendaz, de inepto, de rapaz, pero no de estúpido. Primero nos hace analfabetos, nos empobrece, nos quita las riquezas naturales, nos llama ineptos y flojos y la gente no reacciona, ni se irrita ni se encabrona. Cuando el horno se sobrecalienta empieza a tirar mendrugos, inventa pactos, corrompe a las élites políticas, compra a los medios, adelanta aguinaldos, inventa el buen fin y cierra el círculo induciendo a la gente para que vaya a los centros comerciales a dejar su dinero, a comprar los instrumentos para seguir viviendo en la enajenación y haciendo más ricos a los ricos. ¡Y así, hasta el infinito! El apaga fuegos, hasta ahora, les ha funcionado

Lo más dramático estriba en que la gente no quiere oír otras cosas que no sean aquellas que muestran hasta qué grado los ha ganado la incultura y la indiferencia. Si por alguna razón alguien toca un tema sobre política o economía, sobre lo que están haciendo Peña Nieto y su pupilo Miguel Ángel Mancera, inmediatamente salta alguien por allí para decirte: “Todo tiene su tiempo y su lugar. Hay que disfrutar la fiesta, no hablemos de cosas que no vienen al caso. Hay que disfrutar la vida, el encuentro es familiar. Hoy no hables de política, no seas fanático” ¿No ves que estamos contentos?
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INDIFERENCIABueno, pues ¿de qué les viene esa felicidad? ¿De los setenta millones de pobres que hay en el país? ¿De los ocho millones de desempleados, de los ciento setenta y cinco mil muertos que Calderón y Peña Nieto le han infringido al país, de los sesenta y cinco mil desaparecidos, del alzamiento en armas de pueblos enteros en once Estados de la República contra el crimen organizado porque el gobierno no puede con el problema? ¿Por la entrega de los recursos naturales a las compañías extranjeras? ¿Por la carestía de la vida que está incontenible, por la ineptitud de Peña Nieto y de Mancera, porque somos aún pocos los que andamos defendiendo el petróleo, mientras otros componen el mundo en los cafés, y los diputados y senadores se ceban repartiéndose millones de Pesos? ¿Es esto lo que les produce tanto contento a mis parientes, a mis amigos y a mucha gente que ni sufre ni se acongoja?

¿Pues qué carajos está pasando en este país? ¡Algo grave ha de ser para que esté produciendo este tipo de personas! Es verdad que la gente ya no cree en los partidos ni en los políticos de pacotilla. Estos se han ganado a pulso el descrédito que arrastran. Pero también es cierto que no todos los ciudadanos somos así. Dieciséis millones de personas votamos por un proyecto distinto al que está imponiendo el PRI y sus contlapaches. Miles de ellos andamos defendiendo los intereses de la nación en plazas y calles y no vamos a dejar de hacerlo así nos vaya la vida o la seguridad personal. Puede que estos sueños de ingenuo no los compartan muchos. Pero así como tenemos un pueblo que duerme, también hay registros de que cuando éste despierta y se dispone a luchar por sus derechos, lo sabe hacer, y bien. ¡Yo a eso le apuesto!

Que hay otros que ni les va ni les viene lo que pasa en el país, sí los hay. Pero en la historia no han sido éstos los que hacen los cambios revolucionarios. Existen los comodines, los oportunistas, los que se pegan como lapas a los que tienen el poder sean quienes sean. Esos personajes siempre existirán para desgracia de los que luchan por una nueva Nación. ¡Allá ellos y su conciencia, la historia se encargará de su suerte!

(*) Clase Pueblo. Subjetivación política y grupos subalternos, facebook, 02-01-14

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