VANGUARDIA: Diagnóstico de la indiferencia ensenadense, o por qué no actuamos frente a la violencia
Es fin de año. El frente fío ha llegado a la ciudad, y lo que todo ensenadense quiere es encerrarse en su cama y no saber nada más del mundo. Una lástima es que muchos sigamos teniendo que levantarnos para trabajar y ganar el pan. Otra lástima es que la violencia no acabe con la llegada de la navidad. Veamos un rápido repaso de esto.
Iván Gutiérrez / A los 4 Vientos
Iniciamos la semana con la noticia de que la senadora y ganadora olímpica Ana Gabriela Guevara fue golpeada brutal y cobardemente por 4 hombres durante un embotellamiento en la Ciudad de México. Días después, un indigente fue incendiado por adolescentes en Chiapas: lo rociaron con gasolina y le prendieron fuego.
Eso a nivel nacional, pero hablando de violencias regionales tampoco nos quedamos cortos. Según una columna de Adela Navarro, directora del semanario Zeta, esta semana tuvimos un total de 31 ejecutados en las calles de Tijuana. Por si fuera poco, esta mañana despertamos con la noticia de que una mujer fue asesinada a golpes y e incendiada su vivienda, en donde perdieron la vida sus dos hijas, también en Tijuana. Por último, y para rematar con la violencia local, esta semana se identificó el cadáver de una mujer desaparecida en Ensenada hace 2 semanas, también calcinada.

La violencia en Tijuana repuntó esta semana: 31 ejectuados en 7 días dejados por enfrentamientos entre el Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación y Cártel Arellano Félix
Tenemos, pues, enormes problemas de violencia en el país, tanto a nivel micro como macro. Si continuamos con el mismo guion que hasta ahora hemos venido siguiendo —un esquema de indiferencia, pasividad y apatía frente a la violencia y demás problemas nacionales—, es claro que el crimen no tardará en alcanzarnos a todos en algún momento, si no es que lo hace primero con un familiar, un conocido o amigo.
Sin embargo, la violencia no se va a resolver con más violencia; 10 años de guerra contra el narcotráfico ya no lo han demostrado. No, el primer paso para que los ensenadenses nos involucraremos en la resolución de la violencia en México es quitarnos el velo de la indiferencia y comenzar a cambiar nuestra forma de pensar, porque el problema de la apatía es estructural, ideológico, y a la par de un desencanto con las instituciones y toda la política en general, se deriva de un problema de carácter cultural de implicaciones inmensas: nuestro sistema de valores norteamericano.
Un sistema de valores importados
Tenemos que comprender de inicio que el problema llega a lo más profundo de nuestra cultura, y por lo tanto, de nuestra identidad y de nuestro ser humano. Un diagnóstico breve de nuestra comunidad ciudadana nos arrojará observaciones contundentes, entre ellas, se nos revelará nuestra condición multicultural, y sobre todo, nuestra aculturación norteamericana.
Es en este último punto donde hay que ser más precisos: los valores y creencias ideológicas de Estados Unidos forman parte medular de la fisionomía identitaria del Ensenadense y el Bajacaliforniano, derivados de un proceso de apropiación simbólica y material facilitados por nuestra cercanía con los productos norteamericanos, proceso que se aceleró con la llegada de la globalización.
Muchos lo reconocen y buscan alternativas a esta “agringación”, otros muchos lo ignoran y sólo viven operando bajo la lógica importada del país vecino. ¿Qué consecuencias tiene esta aculturación? Muchas, y de gran y enorme trascendencia.
Los valores y la ideología son dos marcos humanos imprescindibles con los que definimos nuestro diario actuar. La humildad, el respeto, la solidaridad, la honestidad, pero también el egoísmo, la hipocresía, la soberbia y la ambición. El equilibrio y regulación de los valores son los que dictan, en lo más esencial, nuestro comportamiento ético.
Si observamos con atención nuestra cultura ciudadana, caeremos en cuenta de que Ensenada padece una gripe norteamericana muy grave, cuyos orígenes son: la lógica mercantilista, el culto al dinero, el consumismo desenfrenado, el elitismo, la ambición económica, la opulencia, la obsesión por el estatus y el reconocimiento social, todo esto enmarcado dentro de una feroz competencia donde el vencedor se define a partir de quién posee mayor acumulación y acceso a bienes materiales y sociales.
Es a través de éstas prácticas culturales emanadas del mercado y el neoliberalismo económico que los valores gabachos se hacen presentes, dando como resultados ciudadanos obedientes de los códigos y pautas dictadas por la mezcla cultural ensenadense desde su nacimiento, normalizados durante su crecimiento, interiorizados en su juventud gracias al consumo de productos culturales gringos —películas, series de televisión, música pop, alimentos, café, objetos y artículos como juguetes, videojuegos, ropa, y en sí, estilos de vida sacados de la cultura norteamericana—, apropiados en los más profundo de su ser a lo largo de los años y cuestionados nunca jamás de los jamases. El resultado: una burbuja de indiferencia frente cualquier asunto fuera de nuestra realidad directa.
Si observamos los valores que rigen el actuar del ensenadense común, no es de sorprender que le importe tan poco la violencia en Tijuana, los 30,000 desaparecidos en el país o la privatización del carnaval ensenadense. Siguiendo el orden del “¡Todo para mí, selfie por aquí!”, llegamos a un abismo donde el individualismo ha pasado a ocupar un espacio tan amplio en nuestra cosmovisión del mundo, que ya no sólo no nos importa lo que le ocurre a terceros, sino que muchas veces nos resulta indiferente el sufrimiento y las dificultades de nuestros propios seres queridos.
El aislamiento de nuestras relaciones sociales y la dedicación exclusiva al trabajo se convierten entonces en nuestra pauta de vida, con la que dejamos de frecuentar buenas amistades para sumergirnos en una rutina laboral cuyo único alivio que nos brinda es tener dinero para la borrachera del fin de semana, y el placer de llegar a casa todos los días y navegar en soledad por el infinito mar del Internet, los memes y “el Netflix”.
Con el narcisismo y el egoísmo como valores predominantes, poner al yo ante todo es una receta segura para ignorar lo que le pasa a los demás, y terminar en un bucle existencial paradójico donde el vacío y la indiferencia están más que asegurados. Irónico es que por ello terminemos angustiados y sintiendo pena, aunque de nuevo, sólo por nosotros mismos…
Recuperar humanidad a través de ayudar
Ante este mal que nos aqueja a tantos ensenadenses, tenemos que hacer una revisión crítica, racional e inteligente de nuestros valores, una estimación que nos lleve a revaluar nuestro actuar y replantear nuestra visión moral del “buen vivir”. Si sufrimos por la soledad, buscar compañía; si sólo pensamos en nosotros mismos, tener empatía con nuestros seres queridos y hacer por algo por ellos: dar un abrazo, unas palabras o un favor; si somos oportunistas, ayudar sin esperar nada a cambio; si estamos ahogados en el “tenerlo todo para mí” del paradigma consumista, crear algo desde cero con nuestras manos y regalarlo.
La forma de aliviar nuestro malestar es a través de una introspección profunda que nos ayude a detectar esos valores importados y reprogramarnos a partir de valores más nobles: la humildad, la solidaridad, el amor, la confianza, la honestidad, la justicia, todos permeados por una fundada ética humana. Ello no significa irse a los extremos de no consumir en absoluto ni acabar con nuestras ambiciones de una mejor calidad de vida, sólo implica dos palabras clave: moderación y compromiso social.
Conforme comencemos a realizar acciones bajo la guía de estos valores el cambio se hará presente poco a poco. Ante la presencia o noticia de una injusticia no aflorarán la indiferencia, la burla o la reproducción de la violencia, sino la empatía, la indignación y una consecuente acción para resolver el origen del problema.
Un primer paso para comenzar a tejer lazos ciudadanos bajo los valores de la solidaridad, la empatía y el apoyo mutuo es el 4to Comedor Solidario, un evento que se realizará el próximo domingo 18 de diciembre en el Parque de la Obrera. El objetivo de esta acción será brindar una comida caliente y un kit de ropa invernal para la gente en situación de calle, todo esto con un solo fin: ayudar a los que menos tienen. Acudir no sólo hará reflexionar a los participantes sobre las grandes obras que se pueden lograr cuando trabajamos juntos, sino que también los hará ver que ayudar a otros equivale a ayudarse a uno mismo.
El siguiente paso para solucionar el problema de la violencia sería comenzar a dialogar con nuestro círculo cercano sobre las maneras de involucrarse e intervenir en las condiciones que generan la violencia, como pueden ser: la pobreza, la falta de acceso a la educación, salud y trabajo dignos, la incompetencia del estado, la drogadicción, la falta de oportunidades.
Arreglar el país no implica militar políticamente en un partido, ni buscar un puesto en el ayuntamiento. No, es a través de construir un tejido social sólido, comunitario y solidario que nuestras acciones pueden tener un impacto en la mejor de la vida de todos nosotros.
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Por último quisiera dejar claro que este fue sólo un análisis parcial de toda la problemática sobre la relación entre nuestros valores e indiferencia, pues los mexicanos también tenemos tareas pendientes con el machismo y la discriminación: es innegable la relación entre la violencia contra la mujer, su cosificación sexual como objeto de consumo y el papel de sumisión que la religión le impone a la mujer.
Además, tenemos múltiples asuntos pendientes en áreas de injusticia, corrupción, impunidad y demás problemas político-estructurales cuyas consecuencias todos hemos sufrido de una u otra manera. Pero bueno, con algo debe iniciar el combate contra la indiferencia, una lucha donde la reflexión ética y la acción social directa deben ser nuestras armas contra el mal gobierno. Ya lo dijeron en España: Juntos podemos. Acabar con la violencia es y será una tarea de todos.
* Licenciado en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Autónoma de Baja California. Reportero y columnista en 4 Vientos. Interesado en el periodismo de investigación, la literatura, la poesía, el estudio de las redes sociales y el desarrollo político del país.
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