DESDE LA IZQUIERDA: Los tiempos del pueblo. Los líderes visionarios

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En cada país la historia se cuenta y se escribe como más conviene a los que se hacen del poder. Ello no es extraño pues quien gobierna siempre quiere dar fundamento y razón de su proyecto político y de los intereses que defiende. Necesita estos soportes para asentarse en la sociedad y controlar a sus gobernados. Y es que los que están en el poder sin el apoyo del pueblo siempre tuercen la historia con el fin de legitimar su dominio.

 

Jesús Sosa Castro* / Edición: 4 Vientos

Foto destacada: Imagen poco conocida de Ricardo en uno de sus múltiples encarcelamientos en la Ciudad de México. Primero al llegar al penal para su fichaje y a la derecha, ya con el uniforme y número de reo en la penitenciaría, rapado y rasurado por sus carcelarios como un método de presión psicológica para tratar de despojarlo de su identidad y dignidad, cosa que el poder contra el que combatía el anarquista nunca logró (Archivo General de la Nación).

 

En el México actual, la clase social que perdió el poder político en el 2018 está desesperada por volver al sitio del que fue desplazada. Tiene la meta de recuperar sus privilegios económicos y sociales. Eso da razón a su rabia, a su locura y a su empeño en descarrilar al líder que apoyaron más de treinta millones de electores.

En muchos casos la historia ha registrado que los cambios sociales logrados fueron mediante el uso de las armas. Porque cuando un pueblo se rebela contra sus opresores es porque éstos nunca lo tomaron en cuenta ni entendieron que el poder está en el pueblo, en su organización, en sus luchas.

Sin embargo, siempre ha habido mujeres y hombres que perciben a tiempo las causas de su pobreza, de su esclavitud laboral, de la pérdida de sus derechos y de sus libertades. Por eso se levantan en contra de las injusticias.

Paso a paso, sus luchas y sus resistencias se van convirtiendo en un torrente incontenible de acciones en las que están presentes las ideas de los líderes más visionarios Este es el caso de Ricardo Flores Magón quien fue uno de esos hombres que vio en las luchas del pueblo el instrumento necesario para vivir y ser feliz.

Tuvo la consistencia ideológica que exigía el México de su tiempo. Su asesinato, ordenado por Porfirio Díaz y ejecutado por los esbirros de los Estados Unidos, tenía la intención de doblarlo o de matar sus ideales y su grandeza.

 

 

Por mucho tiempo los gobiernos de México sólo utilizaron su nombre para identificar calles, escuelas y sindicatos charros. Fue hasta la revuelta estudiantil-popular de 1968, la del 10 de junio del 71, la publicación del libro antológico elaborado por Gonzalo Aguirre Beltrán, y la obra histórica y biográfica de otros estudiosos, cuando con justicia se inició la asociación de su nombre y sus causas con las intensas luchas del pueblo.

El movimiento popular recuperó su nombre y a partir de entonces los campesinos, los obreros, los colonos y los estudiantes hicieron suyas las ideas anarquistas de Ricardo y su hermano Enrique, haciendo de ellas la bandera principal de sus luchas insobornables y enemigas de todo poder.

Ricardo Flores Magón está presente en muchas de las movilizaciones populares en nuestro país. Sus ideales, su ejemplo y su programa de acción política han sido proclamados y defendidos en no pocos espacios públicos, en centros obreros, campesinos, escuelas, colonos, profesionistas, y en el movimiento estudiantil.

Y aunque mucha gente del pueblo desconoce el fondo de su ideología se identifica con su actitud rebelde, irreductible y sobre todo comprometida con las demandas del pueblo. Él repudió el poder y a los gobernantes que explotan al “pobrerío y a los indios patas rajadas”.

La importancia de los ideales magonistas consistió en que fueron más allá de las demandas y prestaciones sociales de los trabajadores. Entendió que el ejercicio del poder no corresponde a las cúpulas doradas ni es resultado de la inteligencia o de la capacidad administrativa de los que se montan en él.

 

En vísperas de su muerte, desde la cárcel, Ricardo explica a su amigo Nicolás Bernal, por qué no puede pedir perdón para ser liberado como se lo habían sugerido las autoridades estadounidenses: “Pedir perdón significaría que estoy arrepentido de haberme atrevido a derrocar al capitalismo para poner en su lugar un sistema basado en la libre asociación de los trabajadores para consumir y producir, y no estoy arrepentido de ello. Pedir perdón significaría que abdico de mis ideas anarquistas; y no me retracto; afirmo, afirmo que si la especie humana llega alguna vez a gozar de verdadera fraternidad y libertad y justicia social, deberá ser por medio del anarquismo. Así pues, mi querido Nicolás, estoy condenado a cegar y a morir en la prisión; más prefiero esto que volver la espalda a los trabajadores, y tener las puertas de la prisión abiertas al precio de mi vergüenza. No sobreviviré a mi cautiverio, pues ya estoy viejo; pero cuando muera, mis amigos quizá inscriban en mi tumba: “aquí yace un soñador” y mis enemigos: “Aquí yace un loco”. Pero no habrá nadie que se atreva a estampar esta inscripción: “Aquí yace un cobarde y traidor a sus ideas” (Archivo General de la Nación).

 

El poder -subrayó Ricardo- lo tiene el pueblo y éste lo puede y debe ejercer. Solo con su anuencia, con su apoyo, su organización y su lucha se pueden y deben mantener, profundizar o hacer los cambios políticos y sociales que el país y su sociedad necesitan.

Cuando el sistema o el gobierno no se apoyan en el pueblo –destacó también-, cuando lo ignoran, no lo ven ni lo oyen. Entonces es cuando el pueblo decide verse, hacerse escuchar y se organiza por sí mismo para ejercer su dominio e imponer su soberanía y sus decisiones.

Justo esto fue lo que entendió y tomó en cuenta AMLO en su vida pública. Pulsó el ánimo de la gente, vio el abandono y el encabronamiento en que ésta vivía, y comprobó que nunca había sido oída y atendida en sus demandas por parte de los gobernantes de la oligarquía. Fue entonces que su origen de clase, sus ideales y su formación política, hicieron de él un caminante contumaz.

Recorrió todos los rincones del país. Lo hizo a ras de tierra, de pueblo en pueblo, recogiendo la sabiduría popular, los sentimientos de los humildes y las propuestas de los olvidados. Y en estrecha comunión, líder y pueblo decidieron ir por la Cuarta Transformación, la que apoyaron más de treinta millones de mexicanos. Todos desafiaron al viejo sistema y lo derrotaron a través del voto.

Hoy el pueblo, por decisión propia, construye su historia y toma en sus manos labrar su esperado porvenir.

 

* Es activista social en Ciudad de México. Comunista, analista político y articulista. Forma parte de la línea congruente y crítica del Partido Morena.

Ensenada, B.C., México, lunes 6 de febrero del 2023.

 


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