DESDE LA IZQUIERDA: En Morena, ¿una dirección de paniaguados y derechosos?

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Empiezo por reconocer que, ante el imaginario colectivo, el partido Morena es considerado como una organización fuerte, organizada y con una capacidad política tal que fue capaz de ganar en el 2018 la presidencia de la República, diecisiete congresos locales, más de dos mil municipios y ahora tiene en su haber veintiuna gubernaturas.

 

Jesús Sosa Castro* / 4 Vientos

Foto destacada: Mario y Citlalli, ¿una dirigencia castrante? (Tabasco Hoy).

Si nos quedáramos anclados en esta visión, no habría causa alguna para que, a estas alturas del fiestón, miles y miles estén manifestando su inconformidad.

Los triunfos fueron del pueblo. ¿Qué ha pasado, entonces, como para explicarnos las declaraciones hechas públicamente por la Convención Nacional Morenista y por un número no menor de miembros de base que expresamos nuestro desencanto por lo que se ha venido dando desde que Yeidkol Polensky se hizo cargo de la dirección del partido?

Mucho de lo que pasaba en lo oscurito afloró en las asambleas del 30 y 31 de julio, así como en el reciente Congreso. En este, aparecieron con mayor evidencia las actitudes antidemocráticas, tramposas y con una falta de escrúpulos políticos de los dirigentes Mario y Citlalli, que están lastimando seriamente al partido.

En los documentos y en sus acciones políticas con las que se fundó el partido se plasmaron los anhelos libertarios, democráticos, participativos de un amplísimo sector del pueblo que aspiraba a salir de la podredumbre del sistema y de la actitud inescrupulosa y politiquera de algunas organizaciones de izquierda.

Estos sectores que se desprendieron de la corrupción, del oportunismo, de la inacción política y de una creciente pérdida de los valores morales y espirituales, ingresaron a Morena porque pensaron que en ella encontrarían otra salida a sus inquietudes partidistas.

Al principio, Morena llamó a sus militantes para que, en cada distrito electoral se eligieran democráticamente consejeros para que, desde abajo, se impulsaran el trabajo de organización, el estudio y análisis de los problemas del país y hacer posible que todos los esfuerzos de la gente fueran puestos al servicio de la lucha por los derechos y demandas del pueblo.

Se crearon, así, los espacios para discutir los asuntos de la política y la participación democrática de todos los militantes. Generamos entusiasmo, respeto y apoyo entre los vecinos, los trabajadores y entre los ciudadanos que nunca antes habían tenido la oportunidad de discutir sus problemas, pero llegó la orden de los chipocludos de la nomenclatura de que debemos salir del partido porque ejercemos nuestro derecho de crítica a todo tipo de desviaciones, por la ausencia total de democracia interna y por el canibalismo político que se da en contra de todo aquel que no piensa y actúa como ellos.

 

¿Dos presidentes nacionales “derechosos”, “paniaguados” y “gandallas”? (Foto: La Crónica).

 

Solo que el partido no es suyo, es de muchos miles de ciudadanos que hemos dado nuestro trabajo por convicción Defendimos los intereses de los trabajadores, fuimos por el país con nuestros propios recursos mientras muchos de los gandallas de ahora están acabando con la participación democrática de los militantes.

Estos paniaguados y derechosos están dando entrada a la imposición de delegados para que apoyen las decisiones que se elaboran desde arriba, con el insano propósito de descafeinar a un partido de izquierda.

Se acabó la democracia, se desconoció al Comité electo que encabezaba Eduardo Cervantes Díaz Lombardo en la CDMX y, desde entonces, el partido Morena anduvo y anda sin rumbo, sin programa de trabajo, alejado de las bases y de las necesidades y demandas del pueblo.

Mario Delgado y Citlalli Hernández, elegidos por el TEPJF y no por las bases, mañosamente se ampliaron el plazo por dos años más sin el aval de las bases. Ellos no solo modificaron los estatutos sin el respaldo de los congresistas.

Convocaron, primero, a la realización de las asambleas de julio, a efecto de que todos aquellos que desearan adherirse a las filas de Morena pudieran inscribirse sin mayor requisito que dar su anuencia y su voto para elegir a los consejeros que decidirán el futuro político de Morena. Y luego permitieron las irregularidades que se dieron en más de veinte distritos electorales con la consiguiente ilegitimidad de los acuerdos del congreso.

Lo que hoy vemos es un partido sin rostro propio, sin propuestas que fortalezcan la estructura y las políticas de Morena en favor de la gente. Los paniguados y derechosos salieron favorecidos por el poder y por las relaciones políticas con la nomenclatura. Integraron un comité con políticos descoloridos, intentaron quitarle la denominación de partido de izquierda a Morena y armaron el Caballo de Troya para que entren a la organización todo tipo de malandrines.

El partido se está llenando de aquellos en los que Martín Luther King nunca confió. “El pueblo -dijo- necesita de líderes que no estén enamorados del dinero y del poder, sino de la justicia y de la humanidad”. Pero esto no sucedió en Morena. ¡Lástima, Margarito!

 

* Es activista social en Ciudad de México. Comunista, analista político y articulista. Forma parte de la línea congruente y crítica del Partido Morena.

Ensenada, B.C., México, lunes 26 de septiembre del 2022.

 


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