Del crimen de Anna a Miroslava Breach
Con aprecio, a Olga A. Aragón Castillo
Rael Salvador* / A los 4 Vientos
Parto de hechos tocados por mi subjetividad y, en sus claroscuros, observo que las experiencias guardan puntos de correspondencia: amenazas ejecutándose y detonaciones que se inmiscuyen con lo artero: 8 heridas de muerte y, una vez más, la convulsión del medio periodístico, la desestabilización social y la remarcación de los excesos de la clase política encarnizada en el poder.
Parto de una meditación: Transcurrieron 11 años del crimen de Anna Politkóvskaya, en su momento escribí un largo y dolorido ensayo, “Anna de Rusia, el asesinato de una periodista”, que posteriormente se transformó en el documento central de mi libro “Obituarios intempestivos. Vida y muerte de Albert Camus, Anna Politkóvskaya y Facundo Cabral” (Colección Palabra, 2014).
Miroslava Breach, como Anna Politkóvskaya, ha sido tiroteada, liquidada. No cayó, a mansalva la derribaron… ¿Profesionales del crimen? ¿Calculado el propósito? Sí, con disparos de control, para asegurase que han asesinado a la objetivo señalado.
Tomo mi “Obituarios…” y repaso: «Se dice que se trata de “un hombre joven, de 1,80 metros y de complexión delgada”. De vestimenta oscura, como el alma perdida, llevando una gorra en la cabeza…». Lo anterior lo escribí hace una década, en el apartado de Los ejecutantes, del ensayo ya citado y, hoy por la mañana, al sustraer más datos sobre el homicidio de la corresponsal de La Jornada, observo la imagen del presunto asesino de Miroslava Breach.
Las similitudes son abrumadoras: advierten que el tiempo es un “a través” y no sólo algo del pasado. Los crímenes pugnan por su léxico y terminan traficando con un áspero intercambio de móviles y culpabilidades.
También parto de la literatura a secas, y de ella extraigo el pasaje de “Limónov”, novela-reportaje de Emmanuel Carrère: «Es extraño que a Politkóvskaya se la carguen, como por casualidad, el día del cumpleaños de Putin. ¡Como por casualidad! ¿Te das cuenta del grado de estupidez al que hay que llegar para escribir con todas las letras eso de como por casualidad? ¿Te imaginas la escena? Reunión de crisis en el FSB (Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa). El jefe dice: chicos, habrá que devanarse los sesos. Pronto será el cumpleaños de Vladímir Vladímirovich (Putin), hay que encontrar un regalo que le guste. ¿Alguien tiene alguna idea? La gente se exprime el coco, una voz se alza: ¿y si le lleváramos la cabeza de Anna Politkóvskaya, esa mosca cojonera que no hace más que criticarle?».
Una personalísima guía del crimen y la sordidez, que va más allá de las palabras.

Luto y repudio en Rusia por el asesinato de la periodista Anna Politkóvskaya (Internet).
Admiro, desde hace más de 30 años, el trabajo literario y periodístico de Olga Alicia Aragón Castillo (nacida en Chihuahua, radicada en Ensenada y Coordinadora Editorial de “A los 4 vientos”, con Javier Cruz Aguirre), tiempo y espacio en función de una amistad que ha vivido experiencias similares: enriquecedoras las más, entre libros, publicaciones y conferencias, y, desde luego, devastadoras, como el amanecer del jueves 23 de marzo, donde su gran amiga, Miroslava Breach Valducea, es arrancada de la vida.
De boca de Olga recibí el nombre de Miroslava Breach, siempre modulado con la gracia de quien se sabe amparado por un talismán auditivo, porque los grandes nombres no son otra cosa: ¿Quién para llamarse Ludwig van Beethoven, Anna Stepánovna Politkóvskaya o Wolfgang Amadeus Mozart?
Testigo de sus referencias a la profesionalidad ética de su periodismo, de su innegable calidad humana, de su compañerismo categórico en los senderos de la investigación –aquí hay que observar la participación de Olga Aragón en el programa “Ecos de Mirabal”, discursando sobre la experiencia vital y profesional de su amiga asesinada–, Miroslava Breach se convierte en la conciencia de un México devastado por las balas y la sangre, por el acobardamiento y la impunidad, donde el coto del terror político ha transgredido los límites de lo razonable, golpeando la sociedad en uno de sus más altos pilares: el reportaje de investigación.
Tanto Anna como Miroslava, ofrecieron en el trabajo crítico su última lección, porque más terrible que caer es no saber para qué se está parado. Ya lo decía Brodsky: “En una noche así, dar vueltas y agitarse es mucho más agradable que estar de pie sobre un pedestal”.
*Existencialista tardío, Rael Salvador es poeta, escritor y periodista.
raelart@hotmail.com