De cómo llegamos a la declaración patrimonial de Peña Nieto
Se dice de manera extensiva que la política es el arte de comer mierda sin hacer gestos. Esto es, se necesitan ciertas características de personalidad para sobresalir en un mundo “tan” competido como ese.
Si se pudieran deconstruir los factores que determinan la personalidad política encontraríamos algunos rasgos muy fuertes, como un elevado narcisismo (este se mantiene bajo control mientras se hacen los méritos necesarios para llegar a la posición deseada), el desarrollo de un lenguaje ambiguo diseñado para salirse por la tangente y sobre todo, cinismo, mucho cinismo.
Ramiro Padilla Atondo/ A los Cuatro Vientos
Como estas características son sumamente necesarias para sobresalir en la política en nuestro país, es obvio que cuando se alcanza cierta posición, se llega bastante condicionado. El político le debe favores a mucha gente que hizo lo necesario para que este pudiese llegar a la posición de privilegio. Y claro, desde esa posición, el político agradecerá entregando todo tipo de prebendas, desde contratos sin licitación, hasta pagos por asesorías especializadas impartidas por no-especialistas, que abren empresas solo para darle un barniz legal a la entrega de los recursos públicos.
Y como este ha sido el sistema y la cultura desde la colonia (recuérdese que en España a la corrupción se le dio el nombre del embute Mexicano) necesitaríamos un verdadero cambio de paradigma para que este estado de cosas cambiara.
No hay espectáculo más surreal que la declaración patrimonial de un político. Digo, no es que todos los políticos sean corruptos, que hay sus escepciones, más bien es este sistema que a la clase política le conviene porque se pueden enriquecer de manera fácil. Encima, política y espectáculo están tan ligados que se han hecho indistinguibles.
Estados Unidos siempre ha dictado la moda en cuanto a política. Ellos fueron los que inauguraron la mediocracia como forma de gobierno, de la mano ya no de un universitario, más bien de un actor. Ronald Reagan se preparó histriónicamente para ser presidente. E interpretó muy bien su papel.
Federico Campbell en La Invención del poder lo explicó de manera diáfana. Los zorros nos gobiernan. Solo las siglas cambian GDO, LEA, JLP. Hoy son MFB, EGP, EPN. Y este último EPN, es una muestra fehaciente de lo que escribo. Un intento fallido de declaración patrimonial que semeja el acto de un mago frente al público. Detrás de una cortina se pueden ver las siluetas de algunos objetos, no sabemos de que están hechos, ni como llegaron allí. El mago solo dice que esos objetos son todo lo que posee, pero no permitirá bajo ninguna circunstancia que la cortina sea levantada, pues lo más seguro es que eso que se esconde en realidad sea solo una mínima parte.
Lo demás está detrás del escenario. Y como los donantes tienen intereses especiales en este gobierno, cualquier persona con dos dedos de frente sabe que solo existen dos escenarios. El primero es que sus propiedades (vox populi) sean producto de la corrupción. El segundo, que en realidad sí hayan sido donados lo que lo pone en una situación de mentir o mentir. Porque si se las donaron, no debería haberlas aceptado dada su posición.
Pero como la mentira es barata y no tiene consecuencias henos aquí, esperando algo que no sucederá a menos que lo forcemos. En Estados Unidos, un requisito indispensable para llegar a una posición de poder es la rendición de cuentas. Usted puede saber cuanto ganó el presidente de este país presionando una tecla:
http://www.businessinsider.com/barack-obama-tax-return-income-assets-2012-9?op=1
Donde se le explica año por año cuánto hizo y cómo lo hizo. Nosotros estamos a años luz de eso. Mostrar una declaración patrimonial transparente para un político de alto nivel en México (con lo de alto nivel me refiero a su posición, no a su calidad moral) es en extremo difícil. Peña Nieto no puede declarar con transparencia, prefiere simular, como simulan todos. No llegó a la posición en la que está por ser un dechado de virtudes. Llegó porque fue disciplinado a la hora de ver, oír y callar.
Ahora que está de moda pasar leyes para evaluar todo, les propongo que hagan una que se llame, ley contra el blanqueamiento de los dineros públicos. Que encima de que se autopagan un dineral, manejan el dinero como si fuera de ellos.
Los dejo con el genial Roberto Artl, escritor argentino cuyo escrito de 1933 tiene espantosa actualidad:
http://www.labotellaalmar.com.ar/vercorreo_lector.php?id=443
Por eso en México todos quieren ser diputados.