De Calderón a Zavala. Omisión y desvergüenza

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Se ha señalado que existe una responsabilidad directa de Margarita Zavala en el velo de impunidad que cubre a los responsables de la desgracia ocurrida en la guardería ABC . Ella se defiende señalando que nunca medió para que su prima, Marcia Matilde Gómez del Campo, socia fundadora de la misma guardería, fuera una de las beneficiadas con esa omisión de la justicia.

Alfredo García Galindo/ A los 4 Vientos

Dando por sentado que diga la verdad, lo cierto es que a final de cuentas, el caso se suma a la lista de ejemplos en que una persona vinculada familiarmente con el poder queda sin fincar frente a la opinión pública el grado en que fue beneficiada con ese vínculo, cuando de lo que se trata no es un simple rumor sino una duda razonable.

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En el incendio de la guardería, ocurrido el 5 de junio de 2009 en Hermosillo, Sonora, fallecieron 49 niños calcinados y 106 resultaron gravemente heridos, todos de entre cinco meses y cinco años de edad.

Dejando a un lado esa polémica, podemos, sin embargo, apuntar a un aspecto del que difícilmente Margarita Zavala podría deslindarse: de su apoyo manifiesto, pasado y presente, a la estrategia contra el crimen que su esposo puso en marcha durante su sexenio”.

Desde que esa guerra dio inicio, las posturas críticas surgieron, no sólo desde las voces de los antagonistas convencionales del calderonato, sino también desde expertos como Edgardo Buscaglia, quien fue firme en señalar que la estrategia padecía de graves omisiones de origen; a saber: no haber hecho un diagnóstico certero de la profunda complejidad y ramificaciones del problema, no contar con protocolos de actuación para la movilización del ejército para esos casos y no realizar el previo análisis de las conexiones del crimen organizado con ámbitos como el financiero, el político y el empresarial, dentro y fuera del país (ver: http://goo.gl/APd7zW).

Pero eso no fue motivo convincente para Calderón y las consecuencias de ello fueron terribles; porque algún origen debía tener que, a la luz del análisis actual, sea evidente que el crimen organizado no hiciera más que reorganizarse, que las muertes se convirtieran en decenas de miles (incluyendo la de inocentes) y que al mismo tiempo el narcotráfico continuara campeando a sus anchas en todo el territorio nacional y lo haga ahora con mayor brutalidad y fuerza de ataque.

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El 11 de febrero del 2010 Luz María Dávila, madre de dos muchachos acribillados dos años antes: Marco, de 19 años, y José Luis, de 16 (junto con ellos masacraron a otros 16 jóvenes en villas de Salvárcar, en Ciudad Juárez) encarnó el dolor y la desesperación de un pueblo hastiado de violencia. “Yo no puedo darle la mano y decirle ‘bienvenido’, porque para mí no es bienvenido. Yo quiero que se haga justicia” reclamó al presidente. Margarita Zavala permanece junto a su esposo sin decir palabra.

Asumiendo este punto de vista, es comprensible que desde aquellos días haya quienes afirman que el empecinamiento de Calderón lo hace corresponsable de esa tragedia humanitaria; que se trata de una negligencia desde el poder que poca diferencia tiene con un crimen de lesa humanidad.

Ante semejantes circunstancias, es de llamar la atención la prestancia con la que Margarita Zavala se ha arrojado a la competencia por 2018. No podemos más que preguntarnos:

¿Cómo puede alguien blindar su conciencia al grado de menospreciar las consecuencias humanas de las malas decisiones políticas, en este caso, de su esposo?”

Desde luego, no se trata de que ella hiciera un público deslinde de su cónyuge sino que tuviera la recomendable mesura de acompañarlo a un retiro menos ominoso que el de pavonearse frente a una parte de los mexicanos que son dolorosamente conscientes de lo ocurrido. Pero al parecer, la vergüenza es una virtud que Margarita Zavala desconoce por completo.

En fin. Dada la audacia moral de querer convertirse en presidenta de la república, el asunto se vuelve aún más siniestro si vemos que, en efecto, hay muchos mexicanos que estarían dispuestos a votar por Margarita Zavala. Con ello se corrobora que en este país -exceptuando a aquellos que no hacen las conexiones necesarias y arriba descritas-, existe una parte del electorado a la que no le conmueve la tragedia humanitaria que provocó la guerra contra el crimen de Felipe Calderón y que fue convalidada por su esposa, Margarita Zavala Gómez del Campo.

ALFREDO GARCIA GALINDO 2Alfredo García Galindo, es economista, historiador y doctor en Estudios Humanísticos. Es catedrático y autor de diversos libros y artículos; ha impartido charlas, ponencias y conferencias, enfocándose en el análisis crítico de la modernidad y del capitalismo a través de una perspectiva transversal entre la filosofía, la economía, la historia y la sociología.

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