Cuentos e historias para la ternura: “No lograron romperme. No me robaron la sonrisa”
Hace un par de días se cumplieron siete años de uno de los hechos más abominables de la historia contemporánea. Nuestros muertos están ahí, esperando justicia; los hombres están ahí, con las golpizas, y las mujeres ultrajadas siguen pidiendo justicia, castigo a los culpables y con la mirada sostenida, dicen ellas, “porque resistir es sostener la mirada”.
Cuauhtémoc Rivera Godínez/ A los Cuatro Vientos
El principal responsable de asesinatos, violencia, vejaciones y quebranto de la ley goza de total impunidad y ahora está en la Presidencia de la República, y los partidos políticos que lo acompañaron en la masacre abominable ahora lo vuelven a acompañar.
Esto va a cambiar un día, tal vez tarde un poco, un mucho, pero va a cambiar, Hay que aprender a sembrar, en eso estamos, en eso seguimos. No nos han quitado la esperanza en un mundo en donde quepan todos los mundos. Esta historia es la historia de Italia, y de 27 mujeres que sufrieron agravios, vejaciones, violencia, violaciones. Ojala y logre conmoverles y movernos a la ternura para hacer posibles nuestras utopías. Invito a aprender de Italia cuando nos dice: “ Nunca perdí la fuerza para continuar”.
“No lograron romperme. No me robaron la sonrisa.”
Emir Olivares Alonso/La Jornada*
La vida como la conocí antes del 3 de mayo “jamás va a regresar; tengo miedo por mi seguridad y la de mi familia, pero también demasiado coraje y rabia por lo que me hicieron”, asegura Italia Méndez, primera mujer mexicana que da su testimonio, sin pedir el anonimato, de lo que padeció durante el operativo policiaco en San Salvador Atenco.
Italia, al igual que el resto de los detenidos, fue golpeada y torturada, y además violada sexualmente por tres policías. “En ese momento, cuando me penetraban, sentía mucho miedo, el cual se fue transformando en rabia, porque no podía creer que nos estuvieran tratando así”.
Ella llegó a Atenco el 3 de mayo por la noche, debido a que colabora en una fundación que atiende a niños en situación de vulnerabilidad. Cuando en su organización se enteraron de lo que acontecía en ese municipio, decidieron enviarla junto con dos compañeros más para contactar a los familiares de los menores detenidos, así como a los de Javier Santiago Cortés, el adolescente que falleció, con objeto de proporcionarles atención sicológica y social.
Sin embargo, a pesar de que contaban con documentos de su organización que avalaban su presencia en ese poblado, los agentes policiacos hicieron caso omiso de ello. “Cuando nos detuvieron sentí incertidumbre, no sabía qué iba a pasar. Pero imaginé todo, menos lo que siguió: la brutalidad”.
A pesar del trauma que vivió, narra cómo fue que la agredieron: “me arrastraron hasta el asiento de atrás del camión, me colocaron encima de dos personas y ahí me golpearon, me desnudaron y fui violada por tres sujetos. Me amenazaban con violar a mi madre y hermanas, porque tenían mi dirección. El primer policía le habló a otro y le dijo: ‘ven a probar a la puta que me tocó’. Me volteaban continuamente, boca arriba o hacia abajo. Después un tercero me violó con un objeto. Sentía miedo, incertidumbre; no quise decir nada, porque si no me golpeaban peor”.
El conflicto que sufrió ante esas agresiones la obligó a callar lo que le había pasado, pero argumenta que producto de la mezcla entre miedo, rabia y coraje se atrevió a denunciarlo, “porque consideré que es necesario que se sepa lo que nos pasó”.
Italia tiene libertad bajo caución, se le acusó de ataques a las vías generales de comunicación, otro proceso que lleva a sus espaldas, y se dice dispuesta a enfrentarlo, aunque sabe que será complicado y desgastante. “Sigo siendo presunta culpable, a eso no se le puede llamar libertad”. Agrega que repetir en todo momento lo que le sucedió “es doloroso y terrible, pero lo creo necesario”.
Confiesa que ahora no se atreve a salir a la calle sin compañía, por la desconfianza que le genera el entorno, sobre todo los policías; “me impresiona de repente no poder ir a la tienda a comprar un litro de leche; a cada lugar que voy, trabajo, casa, oficinas, voy acompañada”.
Considera risibles los castigos que se le han dado a algunos policías, y exige que el caso no se cierre ahí, porque “se actuó por consigna, de eso es culpable el Estado, y todos sabemos los nombres y apellidos de los responsables”. Agrega que aunque es importante la atención que se le ha dado al tema de las mujeres agredidas sexualmente, no se debe olvidar que los hombres también padecieron agresiones y torturas.
La joven ratificó su denuncia ante la fiscalía contra la violencia a las mujeres el miércoles pasado; la misma Alicia Elena Pérez Duarte, su titular, le tomó la declaración. Ahí entregó un documento con dos exigencias: que esa dependencia atraiga el caso de las mujeres violadas y la imparcialidad de la fiscal.
Italiano confía en las autoridades, por ello su apuesta es por la consciencia social: “confío en que la sociedad se sensibilice ante lo que nos sucedió y realmente ejerza presión sobre el Estado para que éste reconozca el daño y la tortura a la que nos sometió. Ojalá y que el Mundial no termine con la indignación; exigimos justicia para cada uno de los que fuimos golpeados y torturados. No debemos olvidar nuestro pasado, porque ahora me tocó a mí, pero en cualquier momento todos corremos el riesgo de que el gobierno vuelva a hacer esto en aras del olvido”.