Cuentos e historias para la ternura. ¡Axcanquema, tehuatl, nehuatl! (¡Ahora sí, tú o yo!)

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Este trabajo se publicó originalmente en 4 Vientos el 13 de agosto del 2013. A petición de los lectores de nuestro portal, lo reeditamos y publicamos este martes 27 de septiembre del 2022.

 

En agosto de 2013 se cumplió el 492 aniversario de la caída de la ciudad de Tenochtitlan en manos de los invasores españoles. Como se puede apreciar, ningún gobierno rememoró este evento, cosas de las historias nacionales y de los gobernantes. Pero aquí siempre tenemos un espacio para recordar las historias de las personas y de los pueblos. Acá tratamos de contar otro tipo de historias y cuentos. Comparto en esta ocasión la última parte de esta historia de nuestra ciudad de México-Tenochtitlan antes de la llegada del imperio español. Espero que les guste.

 

Cuauhtémoc Rivera Godínez* / 4 Vientos

Foto destacada: El centauro de la Conquista (David Alfaro Siqueiros).

El 13 de agosto los bergantines de Sandoval tomaron la totalidad del lago. Hernán Cortés mando derribar a cañonazos las últimas casas que quedaban en pie. A mediodía, vencida prácticamente nuestra resistencia, se emprendió el asalto final.

El suelo estaba totalmente tapizado de cadáveres. Los guerreros aztecas, con nuestros trajes de águila o de tigre, aguardábamos recargados en la pared para levantar una macana o arrojar una piedra. Los indígenas del bando cristiano saciaban su odio llevando a cabo una matanza espantosa. El hedor de los cadáveres resultaba insoportable.

Cuauhtémoc celebró una última conferencia con sus principales allegados. Algunos dicen que después de escuchar las distintas opiniones resolvió salir hacia las tierras del norte para encontrar gentes fieles a su causa que le ayudarían a reiniciar la lucha y que cuando viajaba en una canoa, fue detenido por los españoles y llevado ante Cortés, y que ahí Cuauhtémoc entregó al español un puñal y le pidió que le matara.

Pero otros dicen que en la noche del 12 de agosto de 1521 se reunió el supremo Consejo del Anáhuac. Cuauhtémoc, el joven nombrado señor de la federación el 25 de enero de 1521, presentó su informe militar:

 

“El enemigo estratégicamente es el vencedor, todos los señores del valle y de la capital están en su poder. También la Plaza Mayor y el gran Teocalli. Los mercenarios llegan desde Nonoalco, en la ribera de Tlatelolco”.  El Supremo Consejo de Anáhuac tomó el siguiente acuerdo:

 

Guerreros aztecas (Imagen en youtube).

 

* Esperar con fe el amanecer del quinto sol.

* Ocultar los teocaltin.

* Desmantelar las escuelas.

* Ocultar todo lo que nuestro corazón ama, que es gran tesoro.

* Dejar solitarios los caminos.

* Refugiarse en los hogares.

* Fortalecer el círculo familiar.

* Conservar las tradiciones y el idioma náhuatl.

* Enseñar a los niños y jóvenes cómo fue y será buena nuestra amada tierra madre.

* Y cómo se realizarán los destinos de la raza.

 

El sitio de Tenochtitlan (Facebook).

 

El supremo Consejo del Anáhuac decidió proponer un duelo al jefe invasor, a fin de dejar salir a la población civil. Así pues, al salir el sol el día 13 de agosto de 1521 el señor Cuauhtémoc inició la marcha con sus capitanes y los remeros.

El pueblo observó su final desde las plazas y las azoteas. Los señores mexicas navegaron por los canales rumbo a los barrios de Amaxac y Coyonocazco, en la plaza norte. Iban al Tecpan del señor Aztacoatzin, ocupado por los invasores como cabeza de playa, entre las calzadas de Azcapotzalco yTepeyac. Era el lugar de la entrevista.

Salieron de un canal cercano al barrio de Aztoalco y allí se encontraron con el mercenario Holguín, según lo acordaron. Su navío escoltó a los señores mexicas. El cabecilla de los mercenarios recibió al señor Cuauhtémoc con aires de monarca.

Hablando en náhuatl, Cuauhtémoc planteó la propuesta mexica:

 

“Qué se deje salir a la población civil, los combatientes se quedarán. Han hecho lo posible por defender la ciudad. Reconoció la derrota. Ahora es un juicio de combate, jefe contra jefe, el que debe decidir la entrega de la ciudad”.

 

Con el grito de guerra en lengua náhuatl, le dijo: ¡Axcan quema, tehuatl, nehuatl!”  (¡Ahora sí, tú o yo!)

Cuauhtémoc añadió: “Toma ese cuchillo de tu cinto y mátame con él, si puedes.”

Pero el mercenario rehuyó el combate y mandó apresar a los señores mexicas. El deshonor y la traición fueron la respuesta.

 

Cuauhtémoc, Águila que cae (Imagen de Pinterest).

 

Al ser víctima de la traición, Cuauhtémoc se dirigió a su pueblo, ahí en el barrio de Tepehuaca, hoy Tepito, con las siguientes palabras:

 

Nuestro sol se ocultó.

Nuestro sol se perdió de vista y en completa oscuridad, nos ha dejado.

Nos ha dejado, pero sabemos que otra vez volverá, que otra vez saldrá y nuevamente nos alumbrará.

Pero mientras allá esté, en la mansión del silencio, muy prontamente nos reuniremos, nos estrecharemos y en el centro de nuestro corazón ocultemos todo lo que nuestro corazón ama, que sabemos es gran tesoro.

Descubramos nuestros recintos al principio creador, nuestras escuelas, nuestros campos de pelota, nuestros recintos para la juventud, nuestras casas para el canto, que solo queden nuestros caminos, y que nuestros hogares nos encierren, hasta cuando salga nuestro nuevo sol.

Los padres y las madres, que nunca olviden conducir a sus jóvenes y enseñarles a sus hijos, mientras vivan, como fue nacido hasta ahora, nuestra amada Anáhuac al amparo y protección de nuestros destinos, por nuestro gran respeto y buen comportamiento que recibieron nuestros antepasados y que nuestros papacitos muy entusiastamente sembraron en nuestro ser.

Ahora nosotros ordenaremos a nuestros hijos, que no olviden informar a sus hijos, como buena sea, como se levantará y como bien alcanzará fuerza y como bien realizará su destino esta, nuestra amada Madre Tierra Anáhuac.

Ahora nos toca resistir, resistir con bravura, corazón y coraje.

Cuauhtémoc, jefe guerrero de todos los Aztecas. Barrio del Tepehuaca de la Gran Tenochtitlan, 13 agosto de 1521

 

Luego, el jefe guerrero fue torturado y sometido a humillante prisión por varios años para ser ahorcado en Honduras.

 

El tormento de Cuauhtémoc, mural de David Alfaro Siqueiros.

 

*Licenciado en Sociología con estudios en maestría (Facultad de Ciencia Políticas y Sociales de la UNAM). Director del Centro de Estudios de la Sociedad Mexicana “José María Rivera Álvarez”. Consultor en Desarrollo Político y Social. Analista político, escritor, cronista, fotógrafo y promotor cultural. Narrador oral y recolector de historias, cuentos y cosmovisiones. Director de IMAGINA, Compañía de Historias, Cuentos, Música y Canto.

 


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Un comentario en "Cuentos e historias para la ternura. ¡Axcanquema, tehuatl, nehuatl! (¡Ahora sí, tú o yo!)"

  1. Álvaro dice:

    Sólo me queda, después de haber leído con atención el escrito de ‘A los cuatro vientos’ el deseo de lograr, en mi concepto del mexicano que soy, expresar TODO mi agradecimiento a mis ancestros, gracias a los cuales disfruto el regalo de VIVIR. Ahora bien, ¿quién soy, a 501 años de la lucha de Anáhuac? ¿Qué sangre, en verdad y sin renegar de nada ni de nadie? Como descendiente mexica, me reclamo al invasor que también soy; ¿mas, como descendiente invasor, me ofrezco una disculpa y bendigo la dicha de haber nacido a raíz de aquel encuentro
    Ofrecida y aceptada la disculpa, no me queda sino BENDECIR el regalo de llevar en mi ser la TAREA de VIVIR hasta la plenitud la vida de mis DOS PROGENITORES.

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