Crónica de una revolución: “¡Mexicanos al grito de guerra!” (VIDEOS Y GALERÍA DE FOTOS)
Arranca la manifestación con la consigna que todos los mexicanos queremos ver hecha realidad: “¡Fuera Peña!”. Al igual que hace una semana, el día de hoy miles de ensenadenses han salido para manifestar su inconformidad contr las reformas estructurales, la privatización del agua en Baja California, los derroches de la clase política, Kiko Vega, Peña Nieto y el gasolinazo.
Iván Gutiérrez / A los 4 Vientos / Foto: Edgar Lima
Domingo 22 de Enero, 2016.- “Hasta que la dignidad se haga costumbre”, decía una pancarta del domingo pasado; al parecer Ensenada está lista para hacer valer esta promesa. Siendo las 12:00pm la marcha inicia nuevamente desde el monumento a Lázaro Cárdenas con dirección a la Ventana al Mar.
“No sólo te quedes viendo, ¡participa!”, dice una cartulina que porta una madre de familia. “¡Únete pueblo, únete!”, gritan algunos al pasar frente a la Plaza Limón, y los aplausos estallan cuando 3 hombres que esperaban el micro atienden el llamado y se integran a la marcha.
La marcha la encabeza el “Frente Musical Orquestatario”, un colectivo juvenil conformado por bandas locales como Mutant Beans, Todos Santos, Piloto, Semijah’s, Tokadiscos, Reptilianos, Tazabroso, Hipogrifos y muchos otros artistas más.
“¡Fuera Peña!”, cantan en voz alta como coro de la fiesta carnavalesca. Guitarras, bongos, timbales, tarolas, cencerros y todo tipo de instrumentos son las armas en sus manos. Detrás de ellos los niños bailan al son del canto revolucionario, haciendo ruido con lo que tienen su alcance. La marcha de hoy brilla por la presencia de la juventud.
Por la avenida Juárez avanza una fiesta de almas vivas e indignadas. Caminan de frente a la tormenta, listas para dar la batalla contra la tempestad que se acerca. Igual que al Colectivo San Miguel —quienes han liberado la caseta homónima desde hace 15 días consecutivos, todos los días de 5 a 10pm—, a los marchantes no los espanta la lluvia.

Foto: Edgar Lima
“¡Porque somos ciudadanos, ciudadanos conscientes, como dijo el comandante, hasta la victoria siempre!”, corea uno de los músicos de Los Hipogrifos por el megáfono. “¡Ya basta de tanto abuso!”, dice una pancarta que porta un niño sobre los hombros de su madre.
Un joven encima de un scooter atraviesa la banqueta mientras graba la marcha con su celular. “Mexicano alza la voz, ¡despierta! No al gasolinazo”, se lee en una superficie verde; al lado de ella ondea con fuerza una bandera mexicana. “¡No subsidio a partidos corruptos!”, se lee en otro cartel.
El mensaje contra la opulencia y los privilegios de la clase política mexicana es contundente: estamos hartos de tener un gobierno rico y un pueblo pobre. Es tanta la indignación que hasta los perros ladran en señal de apoyo a los que marchan; también a sus croquetas les han subido los impuestos.
A la altura de la catedral se incorpora una triada femenina: abuela, madre e hija marchan juntas esta tarde. Al pasar por la librería Ramírez un niño de 6 años realiza una transmisión en vivo con su celular: la democratización de los medios en todo su esplendor. ¿Cuántos millones no perderá Televisa a diario gracias a Facebook?

Foto: Arcelia Pazos
“¡Vivimos en una represión económica, estamos hartos!”, grita un hombre desde un pick up. Otros más pronuncian con orgullo “¡Viva Ensenada!” al pasar por el puente de la calle Juárez.
“¡Fuera vende patrias!”, es la protesta de una anciana. Los adultos de la tercera edad han recuperado la vitalidad: gritan con la misma fuerza que los jóvenes. No hay edades, ni tampoco clases, ni sexos, ni división alguna: cuando se marcha todos somos uno solo, justo como ocurre en los conciertos, y lo que aquí se canta es “¡Fuera corruptos, ladrones, bola de traidores!”.
El asfalto de la intersección entre Blancarte y Juárez es zona de guerra: la abundancia de baches nos recuerda que también tenemos cuentas pendientes con el XXII Ayuntamiento de Ensenada. “¡Fuera Kiko!”, se oye detrás. Quizás en los siguientes meses eso cambie a “¡Fuera Novelo!”. Ya veremos.
Al mirar hacia atrás se aprecia que la marcha ocupa casi por completo el kilómetro y medio de la avenida Juárez. Por los negocios de la zona centro un estudiante reparte volantes informativos a los empleados que observan el paso de los indignados. Un señor grita “¡No a la Reforma Educativa!”, pero no recibe mucho apoyo de los presentes, quizás por la ignorancia del tema. Ello me pone a pensar que, al igual que con una consiga en una marcha, si las demandas del pueblo no se unen para formar una sola voz, el reclamo se lo lleva el viento.

Foto: Edgar Lima
Varias reflexiones me vienen a la mente mientas prosigue la marcha. Creo que es impostergable que inicie un proceso clave para el progreso de este movimiento: el diálogo inter-generacional, que los más grandes le narren a los más jóvenes los cambios políticos a que ellos les tocó vivir. El fraude electoral de Salinas de Gortari, la firma del Tratado de Libre Comercio, la devaluación del peso mexicano, la ilusión y el fracaso de transición democrática que representó el PAN, el levantamiento Zapatista. Estos y más hechos trascendentales son ignorados por gran parte de la juventud. Por otro lado, es importante que los adultos comprendan la profundidad del impacto cultural que ha representado la revolución digital: nosotros ya no nos comunicamos igual.
No puedo evitar sentir orgullo por mi puerto y su gente. Una ciudad que hasta el momento había permanecido en silencio por fin ha salido a gritar “¡YA BASTA!”, una demanda que nos conecta y hace parte de inconformidad nacional con la que inició el 2017.
A la altura de la avenida Ruiz inicia una porra: “¡Fuera Peña, y que se lleve a Kiko!”, grita un hombre seguido por el coro multitudinario. En ambos extremos de la avenida ocurre algo muy interesante: los marchantes se acercan y entablan diálogo con los espectadores afuera de las tiendas, les comparten por qué marchan y cuáles son sus demandas.

Foto: Edgar Lima
Esto es definitivamente una revolución cultural, es decir, un movimiento masivo de consciencias. Hay una re-significación de los que somos como ensenadenses y mexicanos, acompañado de una reapropiación de los espacios: lo que cotidianamente es una avenida para el consumo hoy es el epicentro de la fiesta del hartazgo. Los ritmos de baile no están más adentro de los bares, sino afuera en las calles, haciendo temblar el asfalto y reventando las burbujas de la indiferencia.
Una patrulla federal atraviesa la calle tercera, se detiene frente a Dax, observa un momento y se retira, todo en 5 segundos. Pienso entonces en la Ley de Seguridad Interior, que de aprobarse permitirá que el ejército mexicano realice tareas de seguridad pública bajo el amparo de la legalidad; la fórmula perfecta para violar derechos humanos sin recibir castigo y permitirle al PRI dar un auto-golpe militar, de verlo necesario para mantener el poder. Por ello es tan necesaria la creación de la unidad: la integración nacional debe ser tan grande que medidas autoritarias de este tipo sean inútiles para frenar el cambio.
Al ocupar toda la avenida Ruiz llega el clímax del movimiento social: desde el Papas & Beer los marchantes comienzan a gritar “¡El que no brinque es Peña!, ¡El que no brinque es Peña!”, consigna que se desplaza por miles de los asistentes. Sucede entonces la catarsis patriota: los marchantes aplauden 3 veces y gritan “¡México!” una y otra vez en una sinfonía coordinada que unifica a todo el contingente. La piel se enchina, el corazón vibra, la sangre hierve y la garganta grita. La identidad colectiva se está tejiendo aquí, en vivo y en directo.
Tras unos segundos de integración el tiempo vuelve y con ello el movimiento. Los marchantes retoman el paso decididos a llegar a su destino. “Usted y yo tenemos un enemigo en común, y eso nos hace amigos”, dice una pancarta que baila sobre las cabezas. Otra más nos recuerda: “Ayotzinapa, crimen de Estado” y a su lado “¡Peña asesino de todo el pueblo!”.

Foto: Edgar Lima
Una observación importante a señalar es que durante todo el trayecto no apareció ni una sola consigna contra Trump. Tenemos, pues, nuestros propios asuntos que atender. Una idea asoma. Baja California puede ser el punto geopolítico donde se dé la unidad revolucionaria más trascendental e histórica de los últimos tiempos: México contra Peña Nieto, y Estados Unidos contra Donald Trump —ayer marcharon 500,000 personas sólo en Washington— . ¿Podremos hacerlo? ¿Dos pueblos contra dos tiranos? La pregunta está en el aire.
“Es idiota y rata el cabrón”, menciona una señora al pasar por el McDonalds de la calle primera, no sé si refiriéndose a Peña, a Trump o a Kiko Vega. La marcha está por llegar a su fin. Destaca que nuevamente se ha respetado el carácter ciudadano y apartidista del movimiento. Por todos lados abundan los jóvenes: ahí están portando cámaras, instrumentos, celulares, patinetas, pancartas, deseos de cambio.
Al llegar a la concha acústica los músicos comienzan a tocar mientras se instala el sonido para pronunciar los discursos preparados para el mitin. Descubriremos dentro de poco que la Asociación Portuaria Integral (API) ha cortado la luz en el lugar. Mientras tanto, los asistentes deciden entonar el himno nacional: “¡Mexicanos al grito de guerra!”.
Terminado el canto se retoman las consignas. Quienes están sobre el escenario gritan “¡Fuera Kiko!”, a lo que el público responde un enérgico “¡Fuera!”. “¡Nosotros los pusimos, nosotros los quitamos”, proclaman A los 4 Vientos.

Foto: Edgar Lima
Las banderas mexicanas abundan y ondulan con la brisa marina. “Este es un llamado para cerrar filas contra Peña Nieto, Kiko Vega y sus reformas privatizadoras”, proclama por un altavoz la representante del Colectivo Estudiantil Cimarrón.
Los problemas de toda organización popular aparecen. Ante la ausencia de electricidad se pronuncian discursos por un megáfono y un amplificador, pero un solo grito de “¡Fuera Peña!” en el momento incorrecto crea una reacción que opaca el discurso de la oradora.
A mi lado un chico y una muchacha dialogan sobre el grupo de internautas denominado como “Legión Holk”: “Logré infiltrarme a Legión Holk y La Grasa. Vi que hacen puras bromas crueles, y anuncian matanzas pero según es pura cura. Hasta hay policías federales que muestran fotos de sus armas y todo el pedo”. La urgencia de que los padres tengan una mayor cercanía con los jóvenes usuarios de Internet me viene de inmediato a la mente.

Foto: Gerdardo Vargas
Mario Zepeda, ex presidente de Canacintra en Ensenada, toma el micrófono, ya con bocinas funcionando: “Lo que ahora nos corresponde como ciudadanos es proponer nuestra propia Ley del Agua, que sea humana y que no conciba el agua como una mercancía, sino como un derecho. Vamos a hacer una consulta con expertos esta semana, para garantizar que el servicio siga siendo público y no se convierta en negocio, ¡Sí hay agua, pero tenemos una pésima administración!”, concluye.
Es el turno de Armando Duarte, doctor experto en economía y geopolítica: “¡Hay que desmentir al PRI y al PAN, los dos son responsables del gasolinazo! Si las finanzas son precarias, ¿por qué no recortan el dispendio de los servidores públicos? ¿Por qué tenemos que ser nosotros los que paguen por sus robos?”.
Con voz enérgica Duarte prosigue su discurso: “¡Claro que es posible revertir el gasolinazo, el 40% del precio de las gasolinas son impuestos que van a las arcas de la corrupción! ¡300 mil millones de pesos al año se van en corrupción, tenemos que eliminar de ya los faraónicos derroches, dinero sí hay, lo que no hay es vergüenza!”.
Habla Herminio Flores: ¡En Baja California ya dimos el ejemplo, y vamos a continuar hasta que los políticos trabajen como deben hacerlo, porque son nuestros empleados! ¡Ya despertamos, hemos dado la muestra de que unidos podemos hacer el cambio, ésta es la primera asamblea ciudadana de Ensenada, se acabaron los partidos políticos!”.
Sigue el turno de un abogado de chamarra negra, que lee el artículo 39 de la constitución y nos recuerda que el poder emana del pueblo: “¡Los ciudadanos les comunicamos a los diputados del Congreso del Estado que están despedidos! ¿Por qué? ¡Por corruptos, por vendidos y por traicionar al pueblo!
La gente escucha, grita, se informa y asiente al escuchar su indignación expresada en voz alta: “¡10 millones 850 mil pesos podríamos ahorrarnos si le quitamos a los diputados sus prestaciones, su trabajo es servir, no gozar privilegios!”, termina el abogado de la chamarra negra.
Una señora jornalera toma el micrófono: “¡Somos la voz de San Quintín, todos los partidos nos han abandonado, mi propuesta es que dejemos de pagar impuestos porque sólo se los roban!”, pronuncia arriba de la concha acústica.

Foto: Edgar Lima
A la señora de San Quintín le siguen breves participaciones de varios ciudadanos: “¡La privatización del agua sigue, búsquen el dictamen 62, la van a concesionar a empresas privadas!”. Interviene un padre de familia: “¿Cómo vas a cuidar y educar bien a tu hijo si te hacen trabajar hasta 10 horas por $80 pesos de salario mínimo? ¡Es absurdo!”.
Mientras los discursos siguen algunos jóvenes continúan con la distribución de volantes informativos entre los asistentes. “El peor enemigo es la indiferencia, ¡únete!”, dice una cartulina. Con todo y sus contradicciones y defectos, la organización popular ha comenzado en Ensenada al igual que en el resto del país.
Concluyen los discursos y el evento finaliza con la intervención del Frente Musical Orquestatario. Nuevamente inicia la música: “No descansará mi pulso hasta no ver la victoria”, canta Tito, baterista de los Hipogrifos.
Escuchar lo que la juventud tiene que expresar es un primer paso para que las generaciones adultas entiendan a los jóvenes y estrechen lazos con los hijos de la globalización, almas inmersas en un proceso revolucionario que todos vamos a vivir, y en la que nos conviene tener la mayor unidad posible.
“Estos son los jóvenes de Ensenada, dando la voz a los que no tienen voz. Seguiremos haciendo la banda sonora de la revolución. Mañana llega la primavera, esta noche llueve libertad”.
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