Cómo utilizar el presupuesto en cosas que valgan la pena
Yo, el presidente, en pleno uso de mis facultades mentales anuncio, que en vista de la grave responsabilidad que me ha sido conferida, es menester, el servir a mi pueblo de la mejor manera posible.
Ramiro Padilla Atondo / A los Cuatro Vientos
Por eso, he decidido en base a mis atribuciones, y para servirles mejor, la adquisición de un avión, pero no un avión cualquiera, un avión de poca madre.
Deben entender que es solo una mínima parte del presupuesto que tengo en mis manos. Un alto dignatario como yo, que se codea con el papa y los reyes de España no puede llegar en un vuelo comercial, ¡Por favor!
Las escuelas y los hospitales, los programas de desarrollo social pueden esperar, bueno, han esperado ya más de ochenta años, que esperen un poco más.
Ustedes, pueblo mexicano, deben entender (aquí necesita usted imaginar al sacrosanto presidente con la mano izquierda en el podio, y la derecha moviéndose de arriba abajo en gesto de afirmación) que el doloroso sacrificio de encajarles más impuestos es imperativo (la repetición repetitiva es importante).
Porque con este asunto del avioncito hasta los rusos están impresionados: http://www.noticiaspv.com/agencia-rusia-difunde-al-mundo-el-avion-de-pena-nieto-cuesta-580-mdd/
Quinientos ochenta millones de dólares. Nomás. Un verdadero palacio flotante, así lo califican.
Y no es nada nuevo. Octavio Paz lo diría en el ogro filantrópico, el político mexicano de fuste, tiene una concepción patrimonialista del presupuesto. Cree que el presupuesto le pertenece, que puede ser
usado para enriquecerse o como moneda de cambio, con fines electorales o simplemente para beneficiar a los cuates.
Los gastos faraónicos son de gente ignorante, de gente idiota. No es exclusivo del gobierno en turno. ¡Para que mierda sirve la estela de la luz o como se llame ese engendro!
Es insultante. Como los diez milloncitos de dólares que se gastó el güerito de Chiapas, o como se gastaron el presupuesto casi todo el siglo pasado nuestros gobernantes.
Pero nosotros, en vez de ponerles un freno, ¡Los elegimos! A cambio de una torta y una soda. Es lugar común equiparar el presupuesto para comprar el avión con el número de escuelas. Pero el avioncito es la punta del iceberg. El verdadero dinero se mueve en lo oscurito (no saben).
Suena a chiste pero es verdadera una de las miles de frases que circulan por el internet, los gobernantes al igual que los pañales, deben de cambiarse seguido y por las mismas razones.
O como propondría mi buen amigo, el economista Javier Morlet, director de los diálogos por la paz en Guerrero:
“¿Un Congreso Constituyente Alternativo Ciudadano?. Suena razonable, desde el momento en que el Congreso de la Unión, está dominado por élites partidistas que no representan a la nación. Estas élites partidistas juegan en contra de los intereses nacionales desde el momento en que colocan en posiciones estratégicas a quienes están dispuestos a sostener a estas élites en el poder. De esta manera se mantiene en la exclusión a la mayoría de los mexicanos, la cultura de la corrupción se enquista y se diluye el sueño de una democracia efectiva.”
Esa es la alternativa. En el momento en el que la sociedad civil se organice, el barco se endereza porque se endereza. Debemos dejar de ver a los políticos como entes lejanos y verlos como realmente son, nuestros empleados.
El presupuesto no se hizo para cumplir caprichos ni enderezar jorobados. Vivimos en un país rico, lleno de gente pobre. Ni más ni menos. Y me encabronan los viajes del presidente. Porque salen de mi bolsillo, del bolsillo de todos nosotros. Como si no hubiera cosas más importantes. Un avioncito de miles de millones de pesos no debe de ser prioridad cuando hay millones muriéndose de hambre.
¡Que estupidez!