CLANDESTINO: Entre consultas y aereopuertos.

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En otro tiempo y en otro contexto, que un presidente propusiera realizar una consulta popular respecto a un gran proyecto de infraestructura, hubiera sido aplaudido y reconocido como un gran logro democrático.  En la circunstancia actual, el que López Obrador proponga una consulta, este próximo 28 de  octubre, respecto al tema del aeropuerto, es objeto de crítica y hasta de chacota.

Álvaro de Lachica y Bonilla/ A los 4 Vientos

Someter a consulta la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de Ciudad de México (NAICM) da la impresión que es entrar a un terreno altamente controvertido. Hay que dar por sentado que se tienen implicaciones técnicas en el tema de la aeronáutica que no pueden eludirse para evitar cualquier riesgo: pero el planteamiento de que la población opine en un asunto donde ya hay una carga política, hace que nuestras cejas se levanten, se alcen voces críticas y se pavimente el camino para una amplia controversia.

https://www.facebook.com/lopezobrador.org.mx/videos/2159301734316017/

En nuestro país, como en la gran mayoría de las democracias occidentales, vivimos en una democracia representativa o democracia indirecta. Esto quiere decir que elegimos gobernantes para que, de manera profesional e informada, tomen en nuestro nombre las mejores decisiones de gobierno en temas que requieren mayor conocimiento técnico y especialidad. El supuesto básico es que la ciudadanía no tiene el conocimiento necesario para tomar algunas decisiones, por lo que son los políticos los que se encargan con el apoyo técnico de tomarlas.

Muchos de nosotros, quisiéramos  esquivar cualquier responsabilidad y dejar en “los técnicos”, la decisión de la localización del aeropuerto. Construir una nueva terminal aérea no es una ecuación algebraica. No admite una solución única. Se trata de una determinación que involucra múltiples aspectos de todo orden: geológicos, ambientales, sociales, aeronáuticos y por supuesto, financieros.

Uno de los aspectos que más confusión ha traído a la discusión ha sido el de comparar dos proyectos de características muy diferentes que, en esencia, no tienen la misma solución, no ofrecen los mismos beneficios y que por lo tanto no son estrictamente comparables.

El Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, es un aeropuerto completamente nuevo, mientras que el proyecto alternativo implica adecuar una base militar área de Santa Lucía para operar dos pistas y continuar la operación del actual  aeropuerto  con sus terminales T1 y T2. Simplemente, las conexiones entre uno y otro aeropuerto representan un costo para los usuarios que tendrían que considerar el tiempo adicional y el costo de traslado entre terminales, así como los tiempos requeridos para realizar conexiones. Si bien es relativamente fácil obtener el menor costo cuando uno compara cosas iguales, resulta bastante más complejo cuando uno decide sobre soluciones de características y atributos diferentes. Así, que en realidad estamos comparando peras con manzanas y la pregunta clave sería si queremos peras o queremos manzanas.

Habría que recordar  que durante  su gestión en la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, AMLO, en diciembre del 2002, sometió a través de plebiscito telefónico su permanencia como Jefe de Gobierno del entonces Distrito Federal: en 48 horas recibió 658 mil 995 llamadas de apoyo y solo 32 mil 624 en contra, lo que significaba el 10 % del padrón electoral en ese momento de 6.5 millones de electores. Dos años después,   556 mil 727 personas participaron en la consulta pública sobre la revocación de su mandato, de las cuales 531 mil 771 (95 %) votaron en favor de que permaneciera en el cargo.

Lo importante de esta nueva consulta, es el sentido de las preguntas, que según la ley, deberán ser elaboradas sin contenidos tendenciosos o juicios de valor y formulada de tal manera que produzca una respuesta categórica en sentido positivo o negativo, porque imaginemos que la consulta formula una pregunta que diga: ¿Quiere usted que se haga el nuevo aeropuerto en un lugar que tiene posibilidades de que produzca inundaciones en la Ciudad de México, en el que los grandes grupos empresariales están haciendo enormes negocios y su mantenimiento será costosísimo para todos nosotros?,  ¿o, en otro lugar en el que se gastará menos y se tendrá un aeropuerto más funcional?”. ¿Qué responderíamos nosotros?

Las consultas, no son malas desde el punto de vista de la participación. Son una muestra de que uno sólo debe ser ciudadano cada seis años cuando se vota para elegir a representantes. Las consultas son una buena prueba de que debemos seguir participando. Yo creo, que actualmente hay un desencanto con la democracia, pero yo creo que los problemas de la democracia se resuelven con más democracia.

Esta consulta, es  a todas luces, un asunto de comunicación del nuevo gobierno y cómo cubrir las expectativas de que se tomó la mejor decisión técnica, para la economía del país y para el Estado como tal; a su vez, que la población haya sido tomada en cuenta y asuma las ventajas y los riesgos de un proyecto de esa envergadura. Es muy probablemente una decisión que no dejará a gusto a muchos de nosotros, sea cual fuere el resultado.

Imagen de portada: NAIM, proyecto. Foto: internet


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