Ex rectores de la UABC censuran ponencia que critica violación a derechos de los universitarios
Por más intentos que hice para que Alfredo Buenrostro y los demás ex-rectores me concedieran un espacio para explicar esta ponencia en el “Foro de Reflexiones Universitarias para el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Baja California”, la respuesta afirmativa nunca llegó. La ponencia queda a disposición de quien tenga interés en leerla porque el Foro le negó un espacio y el Consejo de Ex-rectores de UABC guardó silencio:
Daniel Solorio Ramírez* / A los Cuatro Vientos
PONENCIA al “Foro de Reflexiones Universitarias para el Programa de Derechos Humanos de la Universidad Autónoma de Baja California”; Teatro Universitario, Mexicali, B.C., a 08 de mayo de 2014.
LA AUTONOMIA DE LA UNIVERSIDAD y LOS DERECHOS POLITICOS DE LOS UNIVERSITARIOS; una propuesta de reformas a la Ley Orgánica y Estatuto General de UABC”
I.- Primera propuesta: Reconocer que somos una comunidad política y no solo académica.
Si queremos construir una universidad madura es fuerza reconocer que toda convivencia humana genera una multiplicidad de intereses, y que ese sólo hecho nos convierte — inevitablemente — en una comunidad política. Y si nuestro objeto finalístico es transmitir, difundir y cultivar el conocimiento, esa pluralidad de intereses es mayor porque el conocimiento es subversivo. Para el conocimiento no existen las verdades eternas. Todas son provisionales. No en vano el educador Alfonso Reyes escribió el apotegma de la UNAM, madre nutricia de todas las universidades públicas mexicanas: “La Universidad es la Diversidad en la Unidad”.
Durante los más recientes treinta años los gobiernos de UABC han intentado negar la naturaleza política de la vida universitaria, impidiendo la libre expresión de los estudiantes y académicos. Nuestra clase dirigente quedó marcada por las confrontaciones intra-universitarias de finales de los 70s y ha intentado vivir la fallida doctrina según la cual los estudiantes y profesores deben dedicarse única y exclusivamente a la academia (unos sólo a enseñar y otros sólo a estudiar) pero no a hacer política. Han sembrado la equivocada idea de que política y academia son incompatibles. Nada más erróneo.
La política quedó proscrita para los universitarios de UABC, excepto para nuestra clase dirigente. La inmensa mayoría quedó excluida y las transacciones del poder universitario quedaron en las manos poco limpias de un reducido grupo trepado en la cúpula del poder. Se configuró así un ambiente de represión en perjuicio de los estudiantes, profesores y administrativos intentan expresar un pensamiento propio y distinto del sostenido por el grupo gobernante. La impresionante campaña propagandística pagada con dinero universitario habla de la disputa por el poder que ya se viene porque a fines de este 2014 el grupo gobernante votará un rector que será ungido en 26 de febrero de 2015. Del presupuesto de 3500 millones de que goza el grupo gobernante para este 2014, ha destinado para propaganda casi 40,000 millones de pesos. Estas cifras impresionantes actuales hablan de los motivos que tiene nuestra oligarquía universitaria para trepar al poder.
Esto cerrazón no ocurre únicamente en los recintos del poder universitario; se filtró a las aulas. También de las aulas y auditorios huyeron los hábitos democráticos y en su lugar quedaron una serie de prácticas corporativas y unidireccionales impuestas por la rectoría. La obediencia se convirtió en virtud y la disidencia en vicio. La vida universitaria así, ha languidecido.
Hoy es tiempo de reconocer la naturaleza política de la Universidad que solo se nutre y prospera en un ambiente abierto y plural; reconocer que el gobierno de la UABC no tiene por objeto mandar, ni imponer su voluntad, sino coordinar el quehacer de los universitarios; cito aquí a Imanol Ordorika y R. López González quienes en “Política Azul y Oro” (UNAM-Plaza y Valdéz, 2007, páginas 486 y siguientes) sostienen:
“… la disputa por la Universidad se da en varias esferas: la del ejercicio directo del poder … el establecimiento de normas o el control de las políticas de ingreso; también la disputa por los recursos: ¿ cómo se adjudican, a quien se otorgan, quién tiene acceso a los apoyos materiales ? … ¿Hacia dónde se orienta la Universidad? ¿Sirve al poder público, a la sociedad, a grupos empresariales? ¿A quién sirve?
“… los actores (los entrevistados) … personifican la acción política de los universitarios; revelan los … conflictos abiertos, identificables, y dan un mentís a la concepción que sostiene que Universidad y política son ajenas…”
“…Se trata de reconocer la esencia política de la Universidad, … para nosotros constituye un proyecto político y académico develar la naturaleza política de la institución y combatir el mito del apoliticismo universitario …”
Es tiempo, pues, de restituir a los universitarios el ejercicio de sus derechos políticos.
II.- Segunda propuesta: Gobernarnos en democracia
La autonomía universitaria tiene un sustrato democrático. Sólo en democracia puede vivir, pero no ha sido así. Sus orígenes se remontan a la vieja Europa y en México a San Luis Potosí en 1923, y a la UNAM en 1929, el pensamiento autonómico brincó – a mediados del siglo XX — a letra de las leyes orgánicas de casi todas las universidades públicas mexicanas. Pero de la letra no pasó.
Ni la legalidad ni la práctica cotidiana han podido instalar un autogobierno sobre bases democráticas. Por el contrario, han prevalecido las tesis mafiosas de que únicamente los gobernantes hacen política, como si ésta fuera privilegio de unos cuantos, y no un instrumento para la saludable convivencia humana.
En las comunidades universitarias se han enquistado pequeñas oligarquías; redes de poder incipiente que capitalizan en beneficio propio los presupuestos y la influencia política inherente a portar la rienda de una casa de estudios superiores. Las alianzas vergonzantes con el gobernador del Estado han sido un factor de gran peso. UABC es un impresionante ejemplo de una perniciosa alianza del gobernador Osuna Millán y el rector Alejandro Mungaray para instalar un cacicazgo cada día más endurecido. Del gobernador Francisco Vega de la Madrid aún se sabe muy poco sobre su relación con el gobierno universitario.
En UABC ya muy pocos se impresionan que los rectores – una vez ungidos — se insertan en las redes del poder político y se alejan del mundo académico; que sus interlocutores dejan de ser los estudiantes, los profesores e investigadores, — no hay tiempo para ellos – y que solo hablan y toman acuerdos con el gobernador del Estado y los empresarios adinerados que llegan a nuestra casa de estudios disfrazados de grandes benefactores.
En este ambiente poco propicio al conocimiento científico nada parece más “natural” que subordinar a la UABC — sin pudor alguno — a las políticas de los gobiernos federal y estatal que socavan la autonomía hasta el grado de pulverizarla. Nada parece más “natural” que poner el trabajo de los universitarios cada vez más al servicio de los círculos del poder económico privado y cada vez menos al servicio de los intereses generales de la población.
Por eso mi segunda propuesta es reconocer que la autonomía universitaria solo puede darse en democracia y reformar nuestro Derecho Universitario para hacerlo posible. La experiencia universitaria debe ser para el estudiante, el profesor y el investigador una escuela de la democracia. Nuestros egresados deben salir preparados para la vida democrática. Esa escuela debe aportar la UABC al pueblo que la sostiene, pero no lo estamos haciendo. Aquí los estudiantes aprenden que sus profesores son absolutamente ignorados en las decisiones de política universitaria, y que inclusive en las elecciones de las sociedades de alumnos son válidas las triquiñuelas implementadas, o apoyadas, o disimuladas, por los directores de unidades académicas para que triunfen unos estudiantes y pierdan otros.
Nuestro Derecho Universitario cobija estas irregularidades. No está hecho para vivir en democracia. Nuestra Ley Orgánica proviene del más duro priismo y los demás estatutos fueron redactados al calor de los conflictos de principios de los 80s.
Hace falta renovar el Derecho Universitario (Ley Orgánica, Estatuto General, etc) para hacerlo acorde con las tesis que en materia de educación postula el artículo 3º de la Constitución nacional que en lo conducente dice:
“… la educación que imparta el Estado (en este caso UABC ) tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano y fomentará en él, … el amor a la Patria, el respeto a los derechos humanos y la conciencia de la solidaridad internacional, en la independencia y la justicia…”
“… el criterio que orientará a esa educación se basará en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia, las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios…”
“… además, … será democrático, considerando la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo…
Esta renovación debe darse a la luz de la reforma en Derechos Humanos de junio de 2011, por lo que ponencia se concreta en lo que sigue:
1.- ELECCIÓN DE RECTOR: Una comunidad de 65,000 personas no puede seguir gobernada por un solo individuo votado por once personas (la Junta de Gobierno) que a su vez son votadas por el Consejo Universitario, controlado éste por el propio rector. Así, tenemos un cuadro de antidemocracia plena. Una oligarquía bien configurada y fácilmente manipulable. Esa manipulación hoy es más que visible en manos del ex-rector Alejandro Mungaray, que ha convertido a la mayoría de los miembros de la Junta en seres sin voluntad propia, dispuestos a votar por quien indique su jefe. No es una exageración. Eso es así.
Mi propuesta es que el rector sea votado por todos los profesores e investigadores con al menos cinco años de servicios ininterrumpidos a la UABC, es decir, por unas 3000 (cuatro mil personas) en votación directa y secreta en urnas instaladas en las unidades académicas en la misma fecha.
No propongo la elección del rector por voto universal de todos los universitarios; los estudiantes son aves de paso y el gobierno de la UABC debe estar a cargo de sus profesores e investigadores. Somos los profesores quienes tenemos la responsabilidad del autogobierno universitario.
2.- ELECCIÓN DE DIRECTORES: El Derecho Universitario debe permitir que las comunidades de cada unidad académica aprendan a gobernarse por si mismas en todo lo concerniente a su régimen interior; así, mi propuesta es que sus directores sean votados por todos los profesores que tengan al menos cinco años de servicios ininterrumpidos en la unidad académica de que se trate.
3.- ELECCIÓN DEL CONSEJO UNIVERSITARIO Y DE LOS CONSEJOS TÉCNICOS DE UNIDADES ACADÉMICAS: Las reglas actuales de integración de este importante cuerpo colegiado propician que los directores – por encargo del rector o de los personeros de éste — elijan o veten a los consejeros de cada unidad académica. La votación en urnas y el voto universal y secreto ayudarán en gran manera a una elección democrática.
Las asambleas multitudinarias que actualmente prevé la legislación universitaria para votar a los consejeros no hacen sino propiciar elecciones en que los poderes fácticos manipulan la voluntad de los estudiantes.
4.- DIVISIÓN DE PODERES.- El solo hecho de que el Consejo Universitario sea presidido por el rector niega lo esencial del sistema de división de poderes que por siglos ha demostrado la relativa eficacia que presta a la integración de los gobiernos democráticos. Es necesario establecer un sistema en que el Consejo universitario elija a su propia mesa directiva independiente de la rectoría. Si ésta debe ser por excelencia cuestionada en los cuerpos colegiados, también debe ser ajena al funcionamiento del máximo órgano del debate universitario.
5.- QUE NINGÚN ACADÉMICO PERMANEZCA MAS DE CUATRO AÑOS EN LAS ESFERAS DEL PODER: Tenemos que aspirar a tener una universidad gobernada por sus profesores e investigadores, y podemos avanzar por ese rumbo si nuestro derecho universitario hace suya la filosofía del soldado raso mediante una regla de oro: que nadie permanezca en el gobierno universitario por más de cuatro años. Para este efecto me remito al trabajo de Eduardo Backoff visible en el Observatorio Académico Universitario http://red-academica.net/observatorio-academico/2010/12/10/la-filosofia-del-soldado-raso-una-propuesta-para-la-nueva-ley-organica-de-la-uabc/
6.- DEBIDO PROCESO A LOS ESTUDIANTES Y PROFESORES: Ningún universitario puede ser dado de baja sin que previamente se le de oportunidad de presentar sus defensas y sus pruebas; los estudiantes deben tener derecho a un jurado académico imparcial de profesores para acreditar que sus conocimientos justifican su permanencia como alumnos de la UABC; solo después de esa oportunidad causarán baja definitiva.
En tratándose de profesores o investigadores no es obstáculo que la Ley Federal del Trabajo no conceda esa oportunidad defensiva; la reforma en derechos humanos de 2011 hoy la exige.
Si el contrato colectivo de los trabajadores administrativos concede esa oportunidad, … ¿por qué no concederla a todos los universitarios?
7. NINGÚN ESTUDIANTE DEBE SER RECHAZADO: Sólo en 2013 el gobierno de UABC rechazó a unos 13 000 estudiantes, y no obstante sigue haciendo creer a la población que recibirá a todo el que “pase el examen” lo que es un engaño porque – corrupción aparte – sólo se admite a los que obtienen las notas más altas y se rechaza a los demás. Cuando lleguemos en verdad el límite de crecimiento de UABC, habrá que comunicarlo así formalmente a los gobiernos federal y estatal para que éstos tomen las medidas pertinentes como crear otras universidades, por ejemplo.
8. TRIBUNAL UNIVERSITARIO. Propongo reformar el Estatuto Orgánico del tribunal para dotarlo de competencia para conocer de todo conflicto sobre derecho universitario y no sólo para conflictos promovidos por estudiantes. Y desde luego asegurar la independencia de sus jueces, que hasta hoy no han tenido empacho en ser meros empleados de la Rectoría.