Carta abierta a Donald Trump
Sr Donald Trump; como dicen las Azafatas: “en el poco probable caso” de que usted ganara y siguiera con la idea de construir el pinche murito del que tanto presume, le informo que ¡¡¡LOS VAMOS A DEJAR A OSCURAS!!!
Jaime Martínez Veloz* / A los 4 Vientos
Déjeme le explico con palitos y bolitas.
Creo que usted trae un adeudo no sé si es psiquiátrico o académico con la vida.
Desconozco cuántas materias haya cursado y cuáles sean sus calificaciones, o el origen de sus frustraciones, pero de lo que no me queda duda, es que usted trae reprobada desde hace mucho tiempo una materia que es “la gris”.
Nos ha convertido a los mexicanos en su deporte favorito, para ganar la simpatía de un sector del electorado de su país similar a usted: inculto, pendenciero, racista e ignorante.
Afortunadamente, la historia del pueblo norteamericano, en su mayoría, es una historia de lucha, sacrificio y esfuerzo.
Le quisiera agradecer la importancia que nos da a los mexicanos en su estrategia de campaña. Gracias en verdad por ser la parte preferida de sus despectivas peroratas, pero solo le queremos pedir una cosa que incluso se lo solicitamos en forma atenta y humildemente: “ya búsquese otros pendejos”.
Para usted casi es lo mismo hablar que vomitar, y cuando parece que habla lo hace con faltas de ortografía y expresa su escasa información, que le permite amenazarnos, con que va a construir un muro en la frontera y además nos los va a cobrar (juar juar).
Y si no pagamos, ¿nos va a mandar al buró de crédito?
Me apena decirle que el murito pedorro que piensa construir, si es que gana, se lo puede ir metiendo debajito donde termina la última vértebra lumbar de la región coccígea.
Deje de amenazarnos con la “Mamá del Muerto”; su país en la frontera depende en muchas cosas de su vecindad con nosotros.
Por la voracidad o la complicidad de autoridades mexicanas con compañías energéticas de su país, convirtieron a Baja California en el “Cuarto de Máquinas” de los Estados de California y Arizona.
Es decir, en nuestro territorio se produce una gran cantidad de energía eléctrica que se consume en estos Estados de la Unión Americana.
Le vamos a bajar el Switch a todas las plantas gringas en suelo mexicano, que dicho sea de paso, ni producen empleos, consumen millones de metros cúbicos de agua y dejan en nuestro territorio tan solo contaminación, riesgos y enfermedades.
Así que mi estimado gringo; si quiere, ¡Cálele!
De pasada le recomendamos vayan comprando una buena dotación de velas y pilas porque la energía la vamos a dejar de nuestro lado, y a ustedes les vamos a dar “puro quiote”
Cuando Bob Woodward, de la cadena NBC, le preguntó sobre qué medidas tomará para obligar a México como nación soberana a pagar los 8 mil millones de dólares que según sus cálculos constará construir los 3 mil 200 kilómetros de barda, usted le contesto:
“Créeme, cuando rejuvenezca a nuestros militares, México no querrá ‘jugar’ a la guerra con nosotros”
O sea que si hay guerra, ¿va a mandar a sus jóvenes a matar o morir?
Si hay guerra, ¿usted estará en el sofá de su oficina, viendo cómo se matan los ejércitos en combate o se armará de huevos para estar al frente de las tropas de su ejército?
Cuando leo su justificación bandolera de la guerra se me viene a la mente las palabras del General Smedley D. Butler, el marine más condecorado en la historia de EE.UU., cuando decía:
En la Primera Guerra Mundial sólo un puñado cosechó los beneficios del conflicto. Por lo menos 21.000 nuevos millonarios y multimillonarios fueron creados en EE.UU. durante la Guerra Mundial”.

Los soldados que participaron directamente en la Primera Guerra Mundial sólo cargaron a sus amigos y familiares muertos en esa locura de la humanidad, en la cual sólo unos cuántos se beneficiaron económicamente de manera perversa (Foto: internet).
¿Cuántos de esos millonarios de la guerra cargaron un rifle?
¿Cuántos de ellos cavaron una trinchera?
¿Cuántos de ellos supieron lo que significa pasar hambre en un hoyo infestado de ratas?
¿Cuántos de ellos pasaron noches de insomnio y terror, evitando las granadas y la metralla y las balas de las ametralladoras?
¿Cuántos de ellos esquivaron la bayoneta de un enemigo?
¿Cuántos de ellos fueron heridos o muertos en batalla?”
Por nosotros no se apure. Somos pueblos que no jugamos a la guerra. Hemos estado en guerra durante siglos, acosados por potencias imperiales que ni nos atemorizan ni nos amedrentan, mucho menos a los que provenimos de regiones donde nuestros ancestros, que en tiempos de paz, fabricaban flechas.