LA BELLEZA DEL CAOS: Arte pobre, “arte bueno”. Adiós Fideicomisos y estetas.

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No es que sea malo expresar estas ideas en el arte, pero sí es bastante dañino considerarlo inmediatamente arte “bueno” solo por su ejercicio social, su financiamiento o ya sea porque surgen del conflicto, la publicidad y la pobreza.

Luis Cortés / A los 4 Vientos

Durante las últimas semanas el circuito público del arte ha tenido una serie de cambios en sus procesos y métodos de financiamiento, los cuales ya se veían venir desde los cambios realizados en las becas del FONCA meses atrás. Esto ha evidenciado la brecha e incluso la ha ampliado respecto a las desigualdades que abordan los entes participantes en el circuito del arte, tanto en su producción como distribución.

La desaparición de los fideicomisos ha traído a la mesa de discusión nuevamente el debate sobre las responsabilidades que tiene el Estado de subsidiar proyectos culturales, cuestionando directamente la anulación de 7 fideicomisos dedicados a cultura, los cuales, si revisamos a detalle, financiaban la remodelación y construcción de espacios de exhibición que cuentan con una colección propia de arte, pero que rara vez exhiben arte joven contemporáneo.

Sin embargo, el fenómeno que pudo ser más político que social (o una mezcla de ambos), hacía que la gran mayoría desaprobara esta estrategia, en el sentido de que se extraían recursos públicos de diversos programas para ser utilizados a discreción del gobierno, algo que se ha aplicado durante este sexenio en todos los rubros de la administración pública.

Pero para la pregunta principal que haré no recurriré a la bondad o maldad de la estrategia gubernamental, sino a cuestionar las prácticas contradictorias de la población ante los fenómenos artísticos, juzgándolos desde el ejercicio público o privado del dinero. Un ejemplo de esto fue el programa “Escultórica Monumental” donde artistas como Gonzalo Lebrija, Claudia Rodríguez o Ismael Vargas, a través de financiamiento privado colocaban obras de arte de gran formato, en espacios públicos con autorización y apoyo del gobierno de Zapopan, Jalisco; a lo que varias personas, lamentablemente se quejaron de inmediato, abogando desde su percepción estética que las obras carecían de “sentido” siendo criticadas como inservibles, de mal gusto e incluso parte de la corrupción.

Autor: Gonzalo Lebrija. Medidas: 15 x 15 x 15 metros
Técnica: Acero. Fecha de inauguración: Diciembre de 2017
Patrocinador: NICE. Ubicación: Av. Independencia y Av. Sebastian Bach
Coordenadas: 20.676010, -103.436586

Sin embargo, la discusión fue dejada atrás cuando se aclaró que no ejercían recursos públicos para su compra, así que el tema fue olvidado por completo, haciendo parecer que el gusto y crítica de la población se basaba en si gastaban dinero público en el proyecto o no, dejando de lado lamentablemente el valor artístico o estético de la obra.

Pero esta no es la primera vez que sucede; el circuito del arte contemporáneo siempre se ha visto criticado por los excesivos precios de consumo que maneja, la burla e ironía que van hacía el desprestigio del artista que hace perfomance, obras de arte abstracto, esculturas minimalistas, o de cualquier otro tipo de arte posterior a las vanguardias; regularmente van en incremento cuando se conoce el precio de venta y se remata con un: “eso no tiene sentido, eso hasta yo lo pude hacer”.

Y es que el pasado fantasioso de que el artista debe ser una especie de genio que nos ha dejado la colonización, nos impide explorar de otras maneras el arte que no sea desde lo sublime o lo ridículo de su valor monetario. Parece que al público en general le gusta seguir creyendo que el arte mexicano debe ser pobre, sufrido, parte de un genio que emerge de la miseria; y así, y sólo así, gran parte del público lo aceptará a él, a su obra y a sus precios.

Esta historia podría remontarse a lo que se cree de los muralistas mexicanos, quienes recibían millonarios financiamientos gubernamentales y privados para representar los ideales del pueblo o las ideas que querían que el pueblo tuviera (cuestión de perspectivas). Pero cuestionar esos financiamientos parece inclusive ridículo, pues es un arte que emerge de la pobreza, de la cooperación nacional de los impuestos (aunque muchas veces no es así), de la comunidad nacional y por lo tanto validado, y  no cuestionado en lo más mínimo. Algo similar sucede actualmente y es de extremo cuidado, con el artista que es principalmente figurativo, que logra emerger y alcanzar la fama al defender una causa, grupo o minoría, como ya sucedió no hace mucho tiempo con la comunidad gay (LGBT) y el movimiento feminista.

No es que sea malo expresar estas ideas en el arte, pero si es bastante dañino considerarlo inmediatamente arte “bueno” solo por su ejercicio social, su financiamiento o ya sea porque surgen del conflicto, la publicidad y la pobreza. Tampoco es que pegar una banana vendida a un alto costo sea algo bueno para el arte y su circuito, pero generalizar y hablar del arte contemporáneo despectivamente, sí es un bloqueo a experimentar el arte de más maneras que sólo la exclusiva contemplación o enfoque político.

Le Banana Maurizio Cattelan 2019.

Los fideicomisos entonces desaparecieron dejando proyectos a medias que fueron acusados de corrupción o inutilidad, pero que originalmente —o al menos en su título—, tenían la intención de retribuir a la sociedad, una sociedad que participe de los museos o no, tiene derecho y puede reclamar y cuestionar sin duda alguna en dónde está su dinero; pero que esperamos no sea lo único que vea o le permita hacer un ejercicio crítico del arte. 

Fideicomisos eliminados:

-Fideicomiso para apoyar la construcción del centro nacional de las artes (FICENART).

-Fideicomiso para la conservación de la casa del risco y pinacoteca Isidro Fabela.

-Fideicomiso para la adaptación de los museos Diego Rivera y Frida Kahlo.

-Fideicomiso de administración Museo Regional de Guadalupe, Zacatecas.

– Fideicomiso de administración de “Santo Domingo de Guzmán”, Chiapas.

-Fideicomiso de administración Centro Santo Domingo, Oaxaca; y el Fideicomiso para el fomento y la conservación del patrimonio cultural antropológico, arqueológico e histórico de México.


 

*Luis Armando Cortés es Lic. En Historia del Arte. Especialista en análisis en medios audiovisuales, maestrante en la Universidad Iberoamericana, apasionado de la música, las artes y las ciencias exactas. Correo contacto: arteluiscortes@gmail.com


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