Apuntes acerca de la Guerra Ruso-Ucraniana

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En las guerras existen explicaciones, justificaciones, situaciones, pero sólo en excepcionales condiciones podemos señalar a los de un bando como el de los “buenos” y al otro como el de los “malos”. Menos aún en el caso de la guerra abierta que se inició con la invasión de las tropas rusas al territorio de Ucrania.

 

La confrontación de siempre: “buenos” contra “malos”. Ponga usted el nombre a los contendientes de cada bando (Cortesía: matrixdisclosure.com).

 

Víctor Orozco* / Edición de 4 Vientos / Foto destacada: Uno de los grupos neonazis que operan impunemente en Ucrania contra ciudadanos rusos de los territorios independientes (Captura de pantalla en Youtube)

Las razones rusas para atacar a su vecino son muy claras, no de ahora, sino desde siglos atrás. Ucrania está ubicada en lo que puede considerarse el bajo vientre ruso, es decir, la región más vulnerable del gigante euro-asiático por donde puede ser atacado con mayor eficacia, dada la inexistencia de barreras naturales que separen a ambos.

Desde el colapso de la Unión Soviética en 1991, el antiguo cinturón de seguridad o de amortiguamiento que habían construido los rusos para evitar una nueva invasión desde Europa, no sólo se fue debilitando, sino que se transformó en una trinchera enemiga.

La Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), fraguada por Estados Unidos después de la Segunda Guerra, fue incorporando a los países del este y en pocos años sus tropas ya estaban a las puertas del territorio ruso. En 1999 ingresaron a la alianza militar la República Checa, Hungría y Polonia. En 2004 Bulgaria, Estonia, Lituania, Latvia, Rumanía y Eslovaquia. Finalmente Albania en 2009.

Rusia alegó que la OTAN había prometido que no se expandiría hacia el oriente europeo, mientras que los líderes occidentales insistieron en que nunca habían hecho tal promesa.

En Ucrania, que formó una de las partes integrantes de la Unión Soviética de mayor relevancia, se mantuvo una especie de neutralidad sin que los gobiernos intentaran ingresar en la alianza militar enemiga de Rusia. Pero en 2014 el régimen se hundió bajo la presión de un movimiento popular, sin duda, pero alimentado y dirigido por fuerzas ultranacionalistas proclives al nazismo.

 

En abril del 2021, militantes de la formación nacionalista y extremista ucraniana «Azov» fueron enviados a Donetsk (hoy independiente) para llevar a cabo un sabotaje contra las Repúblicas del Donbass. Así lo afirmó el Comandante Adjunto de la Dirección de la Milicia Popular de la República Popular de Donetsk, Edward Basurin, citando datos de inteligencia (Foto: Diario Octubre).

 

Pronto se pusieron en acto las medidas usuales para que el estado ucraniano formara parte de la OTAN. La respuesta rusa, a su vez, fue inmediata: alentó la rebeldía de los separatistas de la parte oriental, el grueso de ellos de habla y orígenes rusos a quienes proveyó incluso de pasaportes con vistas a justificar su protección diplomática y en su momento incluso armada. Y propició la anexión de Crimea, península estratégica que había pertenecido a Rusia hasta que en 1955 el dirigente soviético, Nikita Kruschev, (vinculado por cierto desde su juventud a Ucrania y con esposa de esta nación), la entregó a este país, por entonces una república socialista.

Tanto Rusia como Ucrania transitaron con rapidez hacia un sistema capitalista conducidas por partidos, caudillos y tendencias autoritarios. La primera nunca perdió del todo el antiguo poderío militar de la URSS y en los últimos años incluso lo superó, de tal suerte que ya no tolerará el cerco militar que le impuso Estados Unidos a través de la OTAN.

Y en Ucrania se desplegó una ola ultranacionalista que ha tocado los extremos, como glorificar a quienes combatieron en la segunda guerra mundial al lado del ejército alemán y adoptando la doctrina y las formas de organización política y paramilitar de los nazis. Éstos han cometido asesinatos sin cuento, como el ocurrido en Odessa en mayo de 2014, cuando militantes de estos grupos quemaron vivos a medio centenar de opositores al gobierno de Kiev en la Casa de los Sindicatos. Y a quienes se salvaron de las llamas, los remataron a garrotazos.

Estos nacionalismos cuasi religiosos centroeuropeos han sido irreductibles y han arrastrado al mundo a guerras interminables desde hace siglos. Nada han podido hacer para disminuir ideologías internacionalistas, asociaciones culturales, civilización y neutralización de las corrientes religiosas. Siempre resurgen y recuperan o inventan héroes, emblemas e insignias (recordemos las cruces medievales de los nazis).

Rusos y ucranianos de hoy, como los de hace un siglo, están aquejados por este cáncer. Esta es la realidad geopolítica mezclada con los intereses económicos y fobias ideológicas.

 

Mensaje en un partido de futbol entre Nápoles y Barcelona, el 24 de febrero del 2022 (Foto: cerocero.com.mx).

 

Formulé dos preguntas antes de escribir esta nota: la primera es, ¿combatirán los ucranianos y sobre todo su ejército? Hasta hoy pienso que no lo harán. Y no lo harán porque la mayoría de la población quizá no comparte esta locura nacionalista de las clases medias y altas. No me parece que estén dispuestos a batirse en una guerra de aniquilación para morirse sólo para que el gobierno incorpore a su país a la alianza militar dirigida por Estados Unidos contra Rusia.

Su condición es muy diferente a la población de Vietnam o de Afganistán, para pensar en las recientes guerras de resistencia libradas contra Estados Unidos y también contra Rusia. Y más lejos aún a las luchas realizadas por los mexicanos ante las invasiones extranjeras.

La otra pregunta que me formulé fue: ¿qué se le perdió a Estados Unidos en Ucrania? Es seguro que ambiciona las riquezas de aquel país y, quizás lo más relevante, intenta cerrar el cerrojo del anillo militar impuesto a los rusos, objetivo que ya no pudo alcanzar. ¿Se involucrará en una confrontación con Rusia de impensables consecuencias? No es previsible

A riesgo de caer en los pronósticos fáciles, pienso que la crisis va a terminar a la manera de la cubana en 1962: con la promesa de Rusia de no invadir de nuevo a Ucrania, que será desmilitarizada, y el compromiso de la OTAN de que no incorporará Ucrania a sus filas.

 

* Víctor Orozco. Historiador. Licenciado en Derecho. Académico y Defensor de los Derechos Universitarios de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ), laureado con la medalla al mérito cultural Hugo Rascón Banda.

Ensenada, B.C., México, viernes 25 de febrero del 2022.

 

 


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Un comentario en "Apuntes acerca de la Guerra Ruso-Ucraniana"

  1. Efraín Kleriga dice:

    Parece que el buen historiador, Victor Orozco, sufre del infantilismo que caracteriza a la izquierda mexicana dogmática. Hace artificios para no tener que decir que Putin es un dictador sediento de poder, para no reconocer que la invasión a Ucrania es un vulgar expansionismo y que Putin pone en peligro al planeta. Falla al hacer su discurso de comunista de cafetería y asegurar que el sentimiento ucraniano anti-ruso es cosa de la burguesía, que no habría defensa, etcétera. Hay defensa. Su recuento histórico olvida convenientemente es genocidio estalinista que mató de hambre a millones. Rusia ys está pagando una factura muy cara, y el cambio en el orden mundial que propicia el expansionismo putiniano, que no ruso, da patente a EU para acabar con lacras continentales como el castrismo en Cuba y el bolivariano chavista. En la guerra, Victor, si no siempre hay buenos y malos, siempre hay víctimas y victimarios, y Putin, el asesino de la KGB, ya es un genocida.

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