APARADOR: Vamos a reírnos un poco más

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El mes anterior le compartía a usted una primera aproximación de la risa, particularmente del por qué las cosas nos parecen cómicas. Le comentaba que el hecho de poder reírnos de algo puede estar relacionado con nuestra intención de conocer el mundo, particularmente en relación con todo aquello en lo cual el absurdo humano puede tener cabida. De esta manera, si nos lo proponemos, podemos generar situaciones cómicas de cualquier asunto de la vida.

Alfonso Jiménez / A los 4 Vientos

En esta ocasión quiero presentarle una perspectiva adicional, particularmente la que planteó el filósofo francés Henri Bergson. Para este pensador, lo cómico no necesariamente se relaciona con lo absurdo, sino con la rigidez humana. El ser humano tiende a buscar la rigidez y linealidad en su vida, buscando una seriedad que resulta ajena a la naturaleza. Solo para nosotros es posible concebir una vida mecánica, rígida, completamente seria; y, al concebir la vida de esa manera, nos vemos en la necesidad de buscar formas de su ruptura, tratando de destruir lo mecánico de la vida que nosotros mismos hemos definido. Así, para Bergson, la risa está ahí para recordarnos que la vida humana es más simple.

En la vida nos ufanamos respecto a cómo la elegancia, la seriedad, lo pulcro y el orden es sinónimo de finura. Esta forma fina de ser es –literal– sobrenatural o artificial; es decir, va más allá de lo que la naturaleza misma puede ofrecer. Esta vida artificiosa del humano, alejada de la naturaleza, se torna mecanicista y, como tal, falsa para considerarse como fundamental y constitutiva del ser humano. La comicidad está ahí para darnos un pastelazo en la cara, procurando romper lo mecánico y artificial de la vida humana a través de la exposición y del ridículo. En este sentido, es la risa un mecanismo que nos permite olvidarnos de la rigidez humana, volviendo nuestro estado y conocimiento del mundo hacia lo flexible, lo vivo; nos recuerda que debemos corregir nuestra vida hacia la libertad y no debemos centrarla en el automatismo.

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En este proceso de buscar ser flexibles al apreciar el mundo y, con ello, volvernos a la libertad, lo cómico asoma una molestia. Lo que nos da risa buscará finalizar la represión que los humanos imponemos sobre nuestra propia especie. Esta molestia que lo cómico puede generar se fundamenta en su valor como mecanismo de secreción o curación de la enfermedad que implica la existencia humana. Vaya, su valor es corregir la rigidez humana, hacernos ver la posibilidad de una vida libre; y, muchas veces, ese proceso va a doler.

Todo esto es contradictorio. Como le comentaba el mes pasado, lo cómico implica contradicciones para Bergson. Hacemos reglas humanas como si fueran normas universales; en esta definición de normas rigidez para convivir en el mundo, la risa nos recuerda que el humano es exposición, libertad y ruptura de nuestros propios esquemas. La risa es una invitación a relajar nuestra razón, en palabras de Bergson, de “un espíritu que se adormece”, es un recordatorio que las reglas del razonamiento humano son solo normas que nosotros mismos hemos establecido…y nada más.

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La risa pretende corregir, relajar. Así como las enfermedades castigan algunos excesos, la risa castiga faltas humanas, es un síntoma que nos hemos equivocado en la realidad que hemos construido. Como sociedad mexicana, reírnos tanto puede ser una muestra de que hemos construido demasiada rigidez, amargura, exceso de racionalidad y seriedad. Tal vez hemos buscado ser demasiado algo que no somos y nos cagamos de risa de ello para poder volver a nuestra esencia. Probablemente nuestras incesantes carcajadas como mexicanos son la muestra de una falsa rigidez y necesitamos del absurdo, de la humillación y la burla para volver hacia nuestra libertad.

Espero que, a usted, querido lector, estas dos perspectivas le permitan valorar la importancia de la risa en nuestra vida, así como lo fue para mí. Si la vida es seria, nos aleja de nuestra esencia; si en lo cotidiano hay risa y comicidad, será un reflejo de cosas por sanar, entre ellas, lo absurdo de la vida y lo exagerado de nuestras reglas para considerarnos humanos


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